El invento adosa a unos lentes negros de aspecto normal que cuentan con un emisor y un receptor de ondas de ultrasonido, capaz de detectar obstáculos situados a hasta un metro de distancia.
Gracias a esas ondas, el receptor activa un pequeño motor de vibración, como los habituales en los teléfonos móviles, fijado al final de las patillas de los lentes, como explicaron los inventores al citado diario.
Cuando la distancia se acorta a 50 centímetros, la vibración cambia de intensidad, lo cual facilita al portador orientarse entre paredes, árboles o farolas.
Los estudiantes señalaron que se trata de un prototipo muy simple, pero que podría fácilmente desarrollarse y convertirse en un aparato de ayuda para los ciegos en su vida diaria.