A diferencia de los tradicionales portales de internet para buscar pareja, con sus inacabables semblanzas y mensajes, las nuevas aplicaciones ofrecen una sensación de inmediatez y una sencillez que en muchos sentidos lo devuelve a uno a los viejos días en que la gente se topaba con una cara bonita en la calle e iniciaba una conversación.
Las posibilidades son enormes.
Christian Mingle dice que puede “encontrar la pareja ideal de Dios”. Hinge’s se propone emparejarte con amigos de amigos. Coffee Meets Bagel, por su parte, te ofrece un candidato posible todos los días al mediodía. Dattch se especializa en mujeres que buscan mujeres. Para los hombres que buscan hombres están Grindr, Jack’d, Scruff, Boyahoy y muchos más. Revealer te permite escuchar la voz de una persona y solo muestra fotos si los dos expresan interés.
La aplicación del momento para formar parejas es Tinder, con una interfaz sencilla, una cantidad de celebridades entre sus usuarios y que recibió gran impulso durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, Rusia, por su popularidad entre los deportistas.
Igual que tantas otras aplicaciones de este tipo, Tinder exige a una persona conectarse usando su perfil de Facebook, lo que, según los usuarios, genera cierta confianza. Después de todo, la gente usa su identidad real en Facebook. Las fotos de Tinder son las que aparecen en Facebook. Los usuarios pueden aceptar o rechazar potenciales parejas deslizando la pantalla hacia la izquierda o hacia la derecha. Si los dos la deslizan hacia la derecha, la aplicación genera el mensaje “íse ha formado una pareja!” y los dos pueden intercambiar mensajes.
Esta estructura impide que una persona sea inundada de mensajes de gente que no le interesa, como ocurre con servicios viejos. También le ofrece a una generación que se crio a la sombra de Google y de las redes sociales la posibilidad de examinar los antecedentes de una potencial pareja. “Si estás en un bar y un tipo viene y te habla, te alteras de inmediato porque no quieres hablar con él porque está borracho”, comentó Melissa Ellard, de 23 años, quien usa Hinge y dice que no hubiera salido una sola vez con nadie en los últimos seis meses a no ser por la aplicación.
“Cuando usas la aplicación, ves sus fotos y su información. Y puedes decidir si sigues adelante o no. Cuando conozco a alguien, quiero saberlo todo sobre esa persona antes de salir con ella”, agregó.
Si bien todavía son nuevas, estas aplicaciones, usadas para todo, desde encuentros fugaces de una noche hasta relaciones más serias e incluso para conocer gente cuando uno está de viaje, ganan prominencia a medida que los servicios van ganando aceptación entre un público masivo. Un reciente estudio de Pew reveló que el 9% de los adultos estadounidenses dicen que han usado algún tipo de servicio de internet para buscar pareja, comparado con el 3% del 2008. Entre los solteros que quieren encontrar a alguien, el porcentaje es del 38%, según el estudio del 2013. Los usuarios tienden a ser un poco más jóvenes, sobre todo de 25 a 44 años.
Está claro que mucha gente se siente cómoda buscando pareja por la internet del mismo modo que se siente cómoda haciendo compras, operaciones bancarias o sacando pasajes en la red.
Las generaciones mayores hablan de que está desapareciendo el arte de la conquista y se está gestando una cultura impersonal de la que desconfían. “Hay un cierto temor por todo lo digital”, dice Glenn Platt, profesor de estudios de medios interactivos de la Universidad de Miami. “A la gente le gusta ver a Barney engancharse con alguien en How I Met Your Mother’ a partir de su aspecto. Pero hacer eso mismo en un contexto digital tiene cierto estigma, por más que en ese contexto puedas conseguir alguien más apropiado y disponer de más información y del nombre verdadero de una persona” .
Hasta Facebook se está metiendo en este terreno, desde un ángulo más platónico. El mes pasado la red social más grande del mundo lanzó un programa llamado “amigos cercanos” que permite a los usuarios ver cuál de sus amigos de Facebook está en las inmediaciones en determinado momento.
El porcentaje de gente que usa estos servicios es todavía reducido, pero Jared Fliesler, de la empresa de inversiones Matrix Partners, dice que hay cada vez más gente dispuesta a pagar para encontrar pareja, algo que, en realidad, ya está haciendo cuando envía mensajes de texto, hace llamadas, se encuentra en un bar o restaurante o realiza cualquier otra actividad típica de una salida romántica. “La gente destina más tiempo, dinero y energía mental a la búsqueda del amor que a cualquier otra cosa en la vida, y el deseo de ser querido es universal”, dice Fliesler. “Siempre habrá demanda”.
Los creadores de algunas de las aplicaciones más ambiciosas dicen que le apuntan a algo más que formar parejas. Quieren ayudar a la gente a hacer contactos profesionales y negocios, y a entablar amistades cuando viajan o cuando se mudan a otra ciudad. Justin Mateen, uno de los fundadores de Tinder, asegura que ese servicio no fue creado con el fin de promover encuentros pasajeros de parejas.
No se lo diga a los usuarios de Tinder. “Usé el servicio antes de descubrir acerca de Hinge y fue algo muy extraño”, afirmó Ellard, quien vive en las afueras de Boston. “Lo usé unos meses y en lugar de ofrecerme la posibilidad de encontrar a alguien fue todo más bien como una broma”.
Para algunos, no obstante, Tinder puede ser una experiencia liberadora. Platt dice que la aplicación “pone en igualdad de condiciones a los dos géneros”. “Todos tienen el mismo dedo y la posibilidad de hacer click” , expresó. “No es como cuando el hombre paga por tragos”.