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Violencia digital: ¿A qué estamos expuestos?

El uso de Internet está rodeado de amenazas virtuales frente a la identidad de los usuarios. Reconocerlas podría prevenir daños emocionales y mentales.

Se estima que el 60% de los usuarios de Internet ha estdo expuesto a alguna forma de ciberacoso. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Se estima que el 60% de los usuarios de Internet ha estdo expuesto a alguna forma de ciberacoso. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

El ciberbullying (o ciberacoso) es una problemática que afecta principalmente a niños y adolescentes debido al tiempo que pasan conectados y porque, en general, no terminan de tomar dimensión del alcance que pueden tener las comunicaciones que se realizan mediante Internet. Igualmente, esto no quiere decir que esa forma de violencia digital no afecta también a los adultos.

Según cifras publicadas por la fundación Cybersmile -organización internacional que brinda apoyo a víctimas de acoso cibernético y campañas de odio en línea-, el 60% de los usuarios de Internet estuvo expuesto a alguna forma de ciberacoso.

En la actualidad persisten varios mecanismos que son utilizados por los acosadores para afectar a los usuarios en Internet, que resultan siendo víctimas. Las consecuencias varían de acuerdo con la violencia ejercida.

Una de ellas es el hostigamiento, que consiste en el envío reiterado de mensajes ofensivos hacia una víctima. Pueden ser insultos, apodos, o el hecho de generar rumores y/o enviar mensajes despectivos a través de internet. Pueden incluso llegar a crearse grupos de hostigadores que se coordinen para enviar mensajes a una misma víctima para afectar su moral y autoestima.

Persiste el acecho -o también conocido en inglés como stalking- que tiene que ver con un comportamiento obsesivo en el que una persona monitorea la actividad de otra y busca llamar su atención de una manera que genere aprensión y/o miedo a través de redes sociales, mensajes o llamadas telefónicas.

La difusión no consentida de imágenes íntimas se adscribe a las conductas que persisten en la web. Esta práctica, que en inglés se ha llamado sexting, consiste en el envío de contenidos sexuales íntimos. El problema surge cuando se difunden las piezas sin consentimiento, ya sea de manera pública o a contactos cercanos de la víctima, para perjudicarla y avergonzarla.

El ciberacoso o ‘cyberbullying’ puede afectar a cualquier persona que tenga una constante dinámica en Internet. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Además, se puede llegar a usar el contenido para extorsionar a la persona. A esta práctica se le denomina sextorsión. También puede ocurrir que las imágenes sean tomadas sin consentimiento de la víctima o extraídas de un dispositivo perdido o robado.

Algo muy común es la filtración de información, que surge cuando se publica o comparten datos sensibles de un individuo sin su consentimiento. Puede afectar a la víctima de distintas maneras, ya sea su reputación o relación con terceros, así como emocional y psicológicamente. La misma puede derivar en casos de extorsión.

El fraping sucede cuando una persona logra acceder a las cuentas de redes sociales de un usuario y publica, en nombre de la víctima, mensajes agresivos y/o denigrantes para ciertas personas, afectando a la identidad digital y reputación del usuario al hacer pasar esos comentarios como opiniones reales.

Lo anterior se relaciona también a los perfiles falsos que surgen cuando alguien se hace pasar por otra persona utilizando imágenes y/o el nombre de un individuo para crear perfiles falsos para acosar, acechar u hostigar a una víctima desde el anonimato. Esto puede derivar también en el robo de datos personales o incluso en el robo de identidad.

Los efectos del ciberacoso pueden evidenciarse desde actitudes hostiles hacia la utilización de Internet o incluso desde el rechazo a convivir con otras personas. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Entre las conductas que han tomado auge en Internet se encuentran la “exclusión”, que es la intención deliberada de no permitir que una persona de un grupo social participe de dinámicas en la que sí participan otros miembros, como grupos de WhatsApp, juegos online u otro tipo de actividad realizada en Internet.

En el caso de los más chicos, la exclusión puede afectar el desarrollo de su autoestima. Por otro lado, la denominada “cancelación” consiste en dejar de consumir o seguir a un usuario por tener una actitud cuestionable, puede ser en respuesta a comentarios realizados y repercute negativamente en la percepción que otros pueden tener sobre ellos.

También el “grooming” es otra de las prácticas en las cuales un adulto contacta a un(a) menor por Internet para ganar su confianza y amistad con la verdadera intención de abusar sexualmente de la víctima. El abuso puede ser mediante el establecimiento de una conversación de índole sexual con el o la menor, pedirle que envíe fotos, vídeos o realizar prácticas sexuales.

Estas comunicaciones comienzan a través de cualquier medio digital que permita la interacción entre dos o más personas y en muchos países es un delito y debe denunciarse.

Recomendaciones

Lo primero es comprender que estas problemáticas existen cotidianamente y que afectan a cualquier persona independientemente de la edad, religión, orientación sexual o etnia.

Muchas veces los niños o adolescentes víctimas de estos comportamientos temen contar a sus padres lo que les ocurre, por lo que es muy importante que los adultos generen un espacio de diálogo y transmitan confianza a los jóvenes para que se animen a avisar en caso de sufrir alguna de estas situaciones.

Asimismo, existen ciertas señales que pueden indicar que un menor está siendo víctimas de algún tipo de violencia digital, como no querer asistir a clase, cambios físicos repentinos, pérdida del interés por actividades que suele realizar, dejar de utilizar redes sociales, cierto nerviosismo fuera de lo común o contestaciones agresivas fuera de contexto.

Si bien está claro que los beneficios que aporta Internet son muchos como para renunciar a su uso, la clave está en pensar dos veces qué información compartimos y con quién. Es importante tener presente que lo que llega a Internet difícilmente puede eliminarse por completo.

Artículo por: Cecilia Pastorino, Especialista en Seguridad Informática de ESET Latinoamérica.

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