Poco eficaz
Los firmantes solicitaron detener inmediatamente la aplicación de la fórmula. En la carta pública dicen: “es una medida puntual, poco eficaz y que no ataca el problema principal: la entrada de aguas conteniendo altas concentraciones de nutrientes y contaminantes. Asimismo, no se han presentado estudios ambientales o bioensayos confiables que demuestren que su aplicación no tendrá efectos en el equilibrio ecológico de lago, por lo que AMSA según el decreto 64-96 debe velar”.
Requirieron, además, evaluar la medida con un grupo multidisciplinario de expertos nacionales de diferentes universidades, especialmente biólogos, ecólogos, toxicólogos, limnólogos y afines.
Segundo, que tanto los encargados de las contrataciones, como la empresa contratada presenten toda la documentación técnica con la que se respalda científicamente el producto, así como la papelería y requisitos que se deben cumplir según la legislación guatemalteca previo a la comercialización y uso de un producto químico y a la modificación de cualquier recurso natural y tercero, tomar en consideración las recomendaciones de expertos limnólogos generadas en el taller FACYT, realizado en conjunto con AMSA en el 2012.
Solución integral
- Por sus variables limnológicas, el lago de Amatitlán se clasifica actualmente como eutrófico (con altos niveles de contaminación), indicaron los expertos en el documento.
- La principal fuente de contaminación está comprendida por nutrientes (fósforo y nitrógeno), sedimentos, desechos sólidos y aguas contaminadas por desechos industriales provenientes de su principal afluente: el Río Villalobos. No se encuentra únicamente contaminado por hidrocarburos.
- Debido a la problemática del lago de Amatitlán, la única forma de lograr su recuperación ecológica a un estado cercano al natural, es mediante un proyecto integral y multidisciplinario que trabaje a nivel de cuenca alta, media y baja y no únicamente en la porción del cuerpo de agua, como pretende este proyecto.
- En un análisis efectuado en 2012, expertos de cuatro universidades de EE.UU., Alemania y México efectuaron recomendaciones que prácticamente fueron ignoradas, hasta que repentinamente el gobierno, a traves de Amsa, decidió autorizar el gasto de Q137 millones, sin ninguna asesoría científica de respaldo.