Revista D

Delicia artesanal: la cerveza doméstica gana adeptos en el  país

Refrescantes y deliciosas. Hechas para compartir. Para sonreír y pasarla bien, sea de día o de noche, con amigos, con la pareja o con familiares, y acompañadas de unos ricos nachitos preparados, unas alitas en barbacoa o con un plato de carne asada. Maravillosas cervezas. Pero estas son distintas, pues están elaboradas por artesanos.

Desde hace un año, Guatemala se ha unido a la tendencia regional de beber cerveza artesanal, la cual, si se le clasifica por su color, pueden ser rubias, morenas o “pelirrojas”. ¡Para todos los gustos!

En México se han contabilizado más de 500 personas que producen alrededor de mil cervezas de distintos nombres. El dato no es oficial; son solo registros de un pequeño gremio que se estima que representa el 0.5 por ciento de la producción nacional.

En nuestro país tampoco hay información puntual de estos dedicados guatemaltecos que consideran su trabajo como un arte. Pero, por supuesto, son muchos menos que en el vecino del norte.

Uno de ellos es Luis Escobar, quien se denomina un “cervecero de fin de semana”. En su blog, sin ánimos de lucro, explica con detalle cómo fabricar estas bebidas (cervecerochapin.blogspot.com).

Escobar empezó a fabricarlas a finales del 2013 con un kit básico de US$50 que consiguió a través de internet. “El problema principal es que en Guatemala es difícil conseguir malta y lúpulo”, explica.

Por ello, tuvo que aprender a hacer malta a partir de la cebada. El lúpulo, en cambio, lo importa. “La ventaja es que se usa en cantidades pequeñas”, comenta.

En la actualidad, tiene capacidad para producir un lote de 48 cervezas. Un batch, como le llaman los expertos. No las comercializa, pues son para compartirlas con sus allegados. “Este es mi pasatiempo”, asegura.

Otros han lanzado algunas pequeñas marcas. Una de ellas es Ave Indiana Brewing Company, la cual ha tenido una excelente aceptación. Entre sus líneas están Sombrerón y Avispón.

Otra es Hops, que se consigue en Hops & Tales Pub, en Antigua Guatemala. De hecho, la ciudad colonial es donde más ha florecido la venta de este tipo de birras.

Pero, ¿cuál es el gusto por ellas? Para Escobar, la gracia es que cada productor puede ponerle el color, cuerpo y sabor que desee. Cada quien juega con los ingredientes. “Es más delicada”, dice. Incluso, hay algunos que experimentan con café, vainilla, menta, chocolate o frutas.

La labor también es compleja. Se necesitan conocimientos y, sobre todo, mucha paciencia. Basta con mencionar que un lote puede estar listo hasta dentro de un mes después de haber empezado su fabricación.

Su conservación también varía con respecto a la industrial. Por ejemplo, no tiene proceso de pasteurización, lo que condiciona la caducidad de la bebida y exige condiciones ambientales estables para mantener la calidad. Ni mucho viaje, ni mucha luz, ni mucho calor, ni mucho tiempo en la estantería. De todas formas, estas no se distribuyen a gran escala y pocas veces son trasladadas a un lugar diferente de donde se producen. Eso, a la vez, crea una cercanía entre el artesano y el cliente.

Por eso su hábitat por excelencia son restaurantes gourmet o pequeños bares de los cuales la gente se entera a través de las redes sociales o del “boca a boca”.

De momento, la oferta cervecera artesanal de Guatemala apenas arranca, pero cobra fuerza y muchos, gustosos, las buscan para poder sentarse en la barra y exclamar “¡salud!”.

Gran Movimiento 

La producción de cerveza artesanal es un movimiento mundial en auge. Una de las ciudades icónicas es Portland, Oregon, que tiene alrededor de 60 cervecerías y pubs especializados. Otros contendientes en EE. UU. son Denver, Colorado; San Diego, California; Milwaukee, Wisconsin; y Brooklyn, Nueva York.
 
La prosperidad cervecera también ha llegado a Asia, con Pekín, China; Bangkok, Tailandia; y Tokio, Japón, como máximos exponentes.
 
Por supuesto, los europeos no se quedan atrás. De ahí se pueden mencionar a los belgas, alemanes, irlandeses e ingleses, con mención honorífica para Praga, capital de República Checa, donde nació la lager dorada.

Historia

A principios del siglo XVIII, en la Capitanía General del Reino de Guatemala, había lugares conocidos como estancos cerveceros, pioneros en la venta de esa bebida que, hasta entonces, se fabricaba de manera  artesanal.
 
 En 1729,  se solicitó el primer permiso al Cabildo para producirla, pero fue casi un siglo después —1825— que    se permitió su fabricación  y venta.
 
En 1854, durante el gobierno de Rafael Carrera, se volvió  a mencionar  la cerveza en la legislación guatemalteca. Fue cuando se  concedieron  más licencias para su venta y se abrieron otros  expendios. Uno de ellos estaba en la entonces llamada Calle del Incienso, cuyo propietario era el alemán Herman Bendfelt. En 1857, se empezó a publicitar en los medios escritos con el nombre de Cervecería Inglesa.
 
Teodoro Kreitz, también teutón, fue otro  famoso cervecero de la época. En los medios escritos prometía que en su estanco se vendería  la bebida fabricada por él mismo.
 
Resulta interesante también que en ese entonces muchas mujeres se dedicaban a fabricarla, en especial las viudas, por la dificultad que tenían de conseguir ingresos por otros medios.
 
Hacia 1880, la producción cervecera empezó a masificarse —ya existían más de 180 licencias—.
 
Hoy, Cervecería Centro Americana es una de las más grandes corporaciones del país, la cual ha sido premiada en múltiples ocasiones por la calidad de sus cervezas.
 
Fuente: Libro Cervecería Centro Americana: 125 años. Creemos, confiamos e invertimos en Guatemala.

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