El único testigo es Moisés Sebastián, segundo alcalde auxiliar de la comunidad, quien pasa todo el día en el lugar, a la espera de transportistas que buscan pasar “al otro lado”, y por lo cual deben pagar Q15.
Al hacer efectivo el pago, el campesino quita llave a un viejo candado que cierra un portón de hierro oxidado.
Si las personas transitan a pie, no deben pagar ni un centavo. Al alcalde auxiliar no le importa quién atraviesa el límite fronterizo ni qué lleva; solo le interesa cobrar, y no extiende ningún comprobante, para reunir fondos que, asegura, servirán a la comunidad.
“Ahorita están pasado menos personas. Tal vez porque dicen que en Estados Unidos no hay trabajo, pero antes pasaban diariamente varios picops llenos de gente”, cuenta Sebastián.
Según Ubaldo Villatoro, director ejecutivo de la Mesa Nacional para las Migraciones en Guatemala, en las fronteras del país transitan al menos 500 mil indocumentados cada año, provenientes de Centro y Sudamérica, Asia y África.
Antes del 2007 la cifra era de un millón, pero se ha reducido, por la escasez de trabajo en EE. UU., así como por los secuestros, violaciones y estafas que se dan en la ruta, explica Villatoro.
La misma historia se repite en la comunidad de Santa Teresita, a hora y media —en vehículo— de Chacaj. “Aquí pasan carros de lujo para México”, relata José Flores, vecino de El Recuerdo, Chiapas, y quien cobra $50 a cada vehículo que ingresa en territorio mexicano.
Según una fuente militar destacada en este lugar, en Nentón existen al menos 15 pasos ciegos, en los cuales transita de todo sin que las autoridades migratorias o la Policía Nacional Civil (PNC) intervengan. “A los policías guatemaltecos y mexicanos que patrullan las carreteras los sobornan “, afirma.
El gobernador de Huehuetenango, Rudy Cardona, reconoce que tres problemas agobian esta zona limítrofe: el contrabando aduanero —causa de pérdidas millonarias al fisco—, tráfico de personas y de narcóticos, el cual considera de mayor impacto, por la evidente impunidad con que actúa.
Paraísos del delito
Las fronteras del país constituyen un paraíso para el crimen organizado, el cual, con toda libertad, trasiega drogas, vehículos, personas, armas, combustible y mercadería. Pandilleros también se aprovechan de la situación.
En los límites territoriales con México, Belice, Honduras y El Salvador existen unos mil 200 de esos puntos, de los cuales, según un informe del Ejército, 125 se pueden atravesar en vehículo, sin que existan controles migratorios y mucho menos presencia policial.
Según cálculos de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), el contrabando causa pérdidas fiscales al país de al menos Q1 mil 500 millones anuales. De esta cifra, el contrabando hormiga evade entre Q300 millones y Q400 millones al año.
Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que las actividades criminales —como narcotráfico, extorsiones, secuestros y robo de vehículos— causaron cada año aproximadamente US$3 mil 286 millones; es decir, casi un 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
El mismo reporte indica que por el territorio guatemalteco pasa a diario casi una tonelada de cocaína, cuyo costo puede alcanzar hasta US$1 mil millones. Agrega que las ganancias del narcotráfico representan el 2.8 por ciento del PIB.
Según el vocero del Ministerio de Defensa, Byron Gutiérrez, el Ejército no tiene capacidad para combatir este tipo de problemas, por la falta de personal y de equipo. En la actualidad cuenta con 15 mil 500 efectivos.
Hacia México y Belice
Uno de los departamentos con mayor ingobernabilidad fronteriza es Petén, debido a su extensión territorial —35 mil 854 kilómetros cuadrados— y a que colinda con México y Belice.
En esta región, según las autoridades de la PNC, existen 150 pasos ciegos muy utilizados, por donde se trasiega sobre todo estupefacientes, ganado y madera, y también hay constante paso de indocumentados.
De acuerdo con el documento del PNUD, unas 37 comunidades colaboran de alguna manera con el crimen organizado, a cambio de pagos que oscilan entre Q5 mil y Q20 mil mensuales.
Uno de estos lugares es El Ceibo, La Libertad, fronterizo con Tabasco, México. En varias ocasiones los vecinos han denunciado que tanto agentes policiales como de Aduanas encubren, mediante soborno, hechos delictivos como contrabando y paso de inmigrantes ilegales.
La mayoría de pasos ciegos se localiza en poblados como El Arenal, Los Tres, Chiquibul, Tres Banderas, en Melchor de Mencos, frontera con Belice; Los Ángeles, San Luis, Límite Tres Aguas, El Vértice de Campeche, Los Reyes, Los Tubos y Arroyo El Nacimiento, ubicados entre San Andrés y La Libertad.
Otros pasos se encuentran en las aldeas Bethel, El Retalteco, Bethania, Los Manueles y Las Palmas, en La Libertad; y Caribe, Salinas, Mario Méndez y Tierra Blanca, en Sayaxché.
Pedro González, jefe de la PNC en Petén, explica que para recuperar la gobernabilidad en esta región efectúan patrullajes con efectivos del Ejército y de la División de Protección a la Naturaleza, pero que la región es muy extensa.
Autoridades policiales señalan que a diario arriban a esta región alrededor de un centenar de migrantes oriundos de El Salvador, Honduras y Nicaragua. Se calcula que el 80 por ciento de estos permanecen un día en el área central (Santa Elena y San Benito), para continuar el viaje, mientras que el resto regresa a su país de origen o se integra a pandillas locales para delinquir.
En San Marcos se calcula que 43 pasos ciegos son los más empleados para ingresar producto de fabricación mexicana. También son utilizados para trasegar droga e indocumentados.
En algunas áreas, como la del caserío Las Delicias, el crimen organizado se ha posesionado de la zona, al punto de que el paso es restringido porque hay personas fuertemente armadas, según vecinos del lugar.
Los pobladores temen hablar del paso de droga y trata de personas, y consideran que el contrabando hormiga “no es perjudicial”, porque ayuda a la economía de muchos guatemaltecos. Por ello se atreven a afirmar que “nunca se va a terminar”. Este producto lo llevan a mercados de Quetzaltenango, Retalhuleu y Mazatenango.
Un indocumentado, que únicamente se identificó como Salvador y que se quedó en Tecún Umán porque se le acabó el dinero, expresa: “Esta tierra no es de nadie”.
A Honduras y El Salvador
El oriente del país también está desprotegido. En Izabal, delincuentes, pero también comerciantes locales, aprovechan al menos ocho pasos ciegos. La ausencia de autoridad favorece el comercio ilegal de armas, ganado, licores y alimentos entre ambos países.
Uno de los lugares donde más se traslada mercadería está ubicado entre Los Amates, Izabal y El Paraíso, Copán, Honduras, región conocida como La Playona. Aquí el paso es libre, pues no existe control policial.
Otros pasos frecuentados se encuentran en las aldeas Nueva Frontera, El Corozo y Asunción Norte. En Champas Corrientes también se trasiega toda clase de mercadería, lo cual es visto por los vecinos como algo normal.
Al respecto, el gobernador Byron Solares expone: “Vamos a enviar personal a verificar todos los pasos fronterizos no declarados, para coordinar con las juntas locales de seguridad el envío de agentes de la PNC y de la SAT”.
La Unión y Gualán, Zacapa, colindan con Honduras. En estos municipios no hay frontera legalmente establecida, pero sí pasos ilegales, sobre todo en fincas donde existe contrabando de café.
En Tabancas, por ejemplo, se trasiega combustible, azúcar, cigarros y ganado. Algunos vecinos admiten que estos delitos son incontrolables, debido a que las autoridades policiales y migratorias nunca vigilan. Estas, sin embargo, lo atribuyen a que son zonas montañosas y, por tanto, de difícil acceso.
Pasos cercanos a las fincas de Taguayní y La Fortuna, en la Unión, también son utilizados para trasegar mercadería.
En Chiquimula existen dos pasos muy utilizados por mafias. El primero es Agua Caliente, cuyo principal problema es la afluencia de centroamericanos indocumentados que se quedan a delinquir en la zona.
Atravesar esta frontera es fácil, y mucho más avanzar en territorio guatemalteco, ya que, según pobladores, la PNC no hace nada y se deja sobornar por quienes supuestamente integran la red del crimen organizado, aunque son susceptibles de ser “comprados” por cualquier persona.
Ramón Cardona, un guatemalteco que transita continuamente por el lugar, asevera: “Los puestos de registro son nulos en la región, y como no hay control, pueden hacer lo que sea; a veces, en complicidad con las autoridades”.
El área fronteriza de La Ermita es uno de los sitios más vulnerables de esta región, tanto que los pobladores ni siquiera permiten el ingreso de fotógrafos. Los vecinos dicen que es porque en ese lugar hay transacciones de estupefacientes ilegales.
Ricardo Muralles, oriundo de El Salvador, dice que en esa zona el trasiego de armas y drogas y la trata de personas son muy fuertes, y por ello no permiten tomar fotos, porque evidenciaría la anarquía imperante.
Maura Rojas relata que llegó a la frontera porque le dijeron que a una de sus hijas —menor de edad— la habían llevado a este lugar. “Dos hombres se la llevaron, con engaños, hace varios días”, refiere.
La frontera con Honduras, en El Florido, Camotán, es aparentemente la más tranquila, ya que es las más utilizada por turistas. Sin embargo, hay puntos por donde el contrabando y los indocumentados transitan sin control.
De acuerdo con un vecino, la falta de ley es común en el lugar, problema que, según denuncias, predomina en todas las fronteras del país.