Burocracia voraz e inescrupulosa

Esto viene al caso porque a muchos funcionarios del Ejecutivo y, principal mente, del Legislativo les ha dado por efectuar onerosas erogaciones para satisfacer incluso gustos personales y vergonzozas compras en supermercados hasta agotar los recursos de cajas chicas que tienen asignadas, mientras que otros degustan deliciosas viandas junto a sus círculos consentidos con una frecuencia pasmosa.

Hay dependencias en las que los funcionarios están divorciados con los objetivos de los cargos y hasta creen que los contribuyentes tienen la obligación de pagar por sus placeres culinarios porque a sus casas simplemente llegan a dormir, mientras el presupuesto crece a un ritmo inmisericorde cada año, aunque ni siquiera se cuente con los recursos claramente financiados y ello conlleve acudir al irresponsable endeudamiento, pese a que es clara la necesidad de una austeridad en el funcionamiento estatal y de una priorización de los rubros que verdaderamente sirven a las necesidades de los guatemaltecos.

Se han dado casos en los que algunos ministros llegan al extremo de pagar almuerzos para sus colaboradores cercanos, sin importar los montos, pues incluso tienen el descaro de hacerlo en los lugares más exclusivos, cosa que nunca harían en sus propias empresas ni tan siquiera con sus familias si fuera con su sueldo, pero en cambio se vuelven muy dadivosos con los recursos que tienen a su alcance y que no les cuesta nada producir.

El país no puede seguir manteniendo ese ritmo de gastos de una burocracia irresponsable, inescrupulosa y mezquina que engorda a costillas de la población, mientras la mitad de los escolares llegan a las aulas a medio aprender, ya que según registro de la Organización Panamericana de la Salud al menos el 45 por ciento de los educandos sufre desnutrición, mientras los churrascos y finos licores acompañan los platos más exquisitos de muchos funcionarios inconscientes.

Las principales autoridades de las instituciones más representativas están obligadas a poner un alto a tan dispendiosas acciones y emprender una batalla por la transparencia y la templanza, porque resulta vergonzosa la sumatoria de tanta factura por alimentos que se pagan en los tres poderes del Estado, donde encima se acude a los más caros y exclusivos sitios para cubrir obligaciones que debieran empezar por satisfacer en sus casas y de sus bolsillos.

Si el argumento de los niños mal nutridos no les basta a estos glotones, que vean la pobre alimentación que tienen los agentes de Policía que arriesgan en la calle sus vidas o los tristes menús de los hospitales, para ver si se aclaran un poco sus empachadas conciencias.

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