CATALEJO

Nueva estupidez del alcalde Arzú

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ESTUPIDEZ ES LA CALIdad de estúpido, es decir de “necio, falto de inteligencia”. Necio es alguien “ignorante o que no sabe lo que podría hacer”, “imprudente o falto de razón”. Imprudente significa carente de “sensatez, buen juicio”. Juicio es la “capacidad de reflexionar, de aplicar la inteligencia”. La acepción de estos vocablos no la inventé yo, sino se encuentran en el Diccionario de la Lengua Española. Debo indicar esto porque ayer el alcalde Álvaro Arzú tuvo una acción cuyo único calificativo posible es ese. Nos cruzamos a la salida de Funerales Señoriales, cuando yo iba con un amigo, a quien saludó, para luego arremeter contra mí y empujarme, por lo cual debí espetarle “Verdaderamente, sos un estúpido”. Se alejó por las gradas.

MI ACOMPAÑANte dijo que no podía creer lo ocurrido, asombrado sobremanera. Yo pensé acerca de mi criterio, desde hace tiempo, en referencia a la capacidad intelectual del agresor. Obviamente, pierde el juicio (“estado de la razón opuesto al de la locura o delirio”) cuando ve a algún periodista y a un medio independiente. Por eso ha utilizado los recursos municipales para pagar a los redactores de la sección “Prensa libre miente”, o comete impertinencias como haber aburrido a los asistentes hace algunos años a un almuerzo en honor del presidente electo Porfirio Lobo con una sarta de mentiras acerca de la maldad de la prensa guatemalteca. Eso sí, adquirió un “premio” de cero importancia para declararlo uno de los mejores alcaldes del mundo.

LOS HECHOS HABLAN por sí mismos. Arzú tiene una trayectoria política de daños al país. Por nepotismo, fue funcionario de Romeo Lucas García; luego de Serrano Elías, cuando el caso Belice se perdió para siempre. Como presidente, privatizó cuanto pudo de manera corrupta, vergonzosa, y se vio obligado a firmar los acuerdos de paz, con total desagrado. Urgido de inmunidad —en la práctica, impunidad— se lanzó a la alcaldía capitalina donde sus superficiales obras incluyen angostar las calles, vía ampliar las aceras de la zona 10, o con la siembra de árboles en la zona 1, donde el tránsito de vehículos es cada día más difícil. Maneja los fondos ediles vía fideicomisos, para evadir a la Contraloría de Cuentas, con su misma gavilla de incondicionales.

EL MOTIVO DEL EMPU-jón, además de ser consecuencia de lo expresado antes, fue sin duda provocarme y armar una trifulca, como las protagonizadas por él en sus tiempos de fracasado estudiante de Derecho, pues la agresión física es una de sus particularidades, como lo comprueban sus bofetadas a un dirigente sindical edil en su primer período municipal. Con esa hoja de vida, a mí me es imposible considerar a alguien así como un elemento social y político valioso. En el lugar estaban solo dos personas adicionales, quienes fueron testigos de la acción irracional hoy comentada. Todo pasó en unos cinco segundos. Y lo respondí como lo hice, porque cada quien escoge las armas para responder una agresión. Yo decidí hacerlo con el lenguaje.

CREO IMPORTANTE SE-ñalar algo: cuando yo critico, no lo es a la persona, sino al funcionario y sus acciones, pero el personaje hoy mencionado no puede entender esa diferencia. Ayer, me sorprendió ver su mala y claramente enferma tez, y el paso de los años. Regresando a lo político, debo señalar mi convencimiento de haber sido un error la alianza Creo-Unionista, no desaparecido porque diputados tránsfugas se cambiaron de bandería politiquera. Evidentemente, no sufrí daño físico alguno. Fue un suceso inesperado, absurdo, al cual me refiero en este artículo y por única vez, porque durante la tarde de ayer, según supe, circuló en las redes sociales una versión incorrecta de lo sucedido con el déspota gobernante edil capitalino.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.