Otra oportunidad en cinco mil años

Desafortunadamente, es en esa gran riqueza que radica la enorme paradoja que rodeó la preparación de la celebración del final del 13 Baktún. A última hora todavía se trabajaba en la carretera hacia el emblemático Parque Nacional Tikal, pese a que por meses los promotores turísticos solicitaron mayor atención hacia tal destino.

Peor aún ocurrió con el mantenimiento del resto de ciudades mayas, en la mayoría de las cuales no hay sino unas cuantas señales deterioradas, escasa o inexistente guía y ninguna verdadera ruta que conecte varios lugares a manera de estrategia seria para promover las visitas de nacionales y foráneos.

El cambio de era en el calendario maya puso en evidencia la pobreza organizativa oficial, de este y el anterior gobierno, que se preciaba de valorar la cultura indígena. En tanto países como Honduras y El Salvador capitalizaron el 2012 como año emblemático, Guatemala se dejó llevar por la inercia.

Pero eso no fue todo, iniciativas de grandes consorcios internacionales fueron desechadas, así como propuestas de elaborar documentales por parte de cadenas mundiales que al final quedaron burladas, sin que pudieran producir seriales que habrían puesto al país en los ojos del mundo. La pobreza académica prevaleciente en el Ministerio de Cultura limitó la celebración a las opiniones de unos cuantos puristas, que no llegaron a dimensionar la relevancia de exponer lo invaluable de nuestra multiculturalidad.

Si bien es cierto que la riqueza de la cosmovisión maya merece respeto y una apreciación mística, también cabe mencionar que los rituales han sufrido una adaptación debido a la brecha de siglos, la pérdida de documentos y la propia evolución de todo proceso social, con lo cual no era un pecado ni una falta de respeto el procurar que la riqueza intangible atrajera a visitantes y que esa afluencia beneficiara a las propias comunidades que tales adalides se precian de defender.

La sabiduría popular señala que hay oportunidades que no vuelven en la vida: la piedra lanzada, la palabra proferida y la oportunidad perdida, y eso bien podría recordarse con suficiente evidencia en esta ocasión.

Sucede en todos los órdenes de la vida, pero aquí se llegó al extremo de centralizar la logística y la información con la designación de un vocero único para el evento, algo que solo produjo mayor silencio. Pero también se cerró la puerta a figuras relevantes de la cultura nacional que debieron participar en los preparativos, con lo que se acentuó la exclusión y se dejó pasar una oportunidad irrepetible.

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