Revista D

John Green, mucho más que novelas

Su reciente libro, The fault in our stars, se llevó a la gran pantalla.

John Green esta en la lista de los más influyentes de la revista <em>Time</em>. Foto Prensa Libre: EFE

John Green esta en la lista de los más influyentes de la revista Time. Foto Prensa Libre: EFE

“Algunos dicen que, a través de sus libros, John da voz a los adolescentes. Yo no estoy de acuerdo. Creo que John escucha las voces de los adolescentes”. Aportando este matiz, la actriz Shailene Woodley escribía su perfil sobre John Green para la revista Time, cuando la publicación estadounidense lo incluyó en su lista de Los 100 personajes más influyentes del 2014. 

Su novela The fault in our stars, cuya adaptación, protagonizada por Woodley, acaba de aterrizar en los cines, ha sido el factor determinante para que Green alcanzara definitivamente la categoría de fenómeno. Sin embargo, su fama no es un hecho espontáneo, sino que viene respaldado por una intensa actividad, cimentada en las redes sociales, y que ha hecho de él un “profeta” —palabra usada por Woodley— para las generaciones más jóvenes.

Sumergirse en el mundo de Green (Indianápolis, Estados Unidos, 1977) no es solo hacerlo entre las páginas de sus libros. También es adentrarse en el mundo de los nerdfighters, familiarizarse con los vlogbrothers y despedirse con un D.F.T.B.A.

Titulada siguiendo una cita de Julio César, de William Shakespeare, The fault in our stars se ha convertido en el libro de cabecera de miles de adolescentes. Con nueve millones de copias vendidas en países de todo el mundo, en los que ha acaparado las posiciones más altas en las listas de ventas, esta novela cuenta con méritos como ser el libro más adquirido en Amazon en lo que va de año.

La historia de Hazel, una joven con cáncer que se enamora de un compañero de su grupo de apoyo, tiene su base en las experiencias que vivió Green cuando era capellán de un hospital infantil y en su amistad con Esther Grace Earl, una de sus seguidoras, que sufría la misma enfermedad. A pesar de esto, el autor se resiste al encasillamiento fácil que etiqueta la novela como un libro sobre el cáncer.   

El efecto boca-oreja se ha multiplicado por los buenos resultados de las primeras semanas de exhibición de la película homónima, estrenada el  6 de junio en Estados Unidos. El filme, encabezado por Woodley y Ansel Elgortl, se rodó con la atenta supervisión de Green, quien estuvo muy presente en el set y en la toma de decisiones de la producción.  

Seguramente, Green no estaría en la lista de los más influyentes de Time si no fuera por su ejército de seguidores, los nerdfighters. El germen de este grupo y el porqué de su fama en las redes sociales vinieron de la mano del canal Vlogbrothers, que ideó con su hermano Hank en el  2007.

El objetivo era crear un videoblog mediante el cual él y Hank se comunicarían durante 365 días. Este proyecto fue creciendo y evolucionando más tarde hacia otro tipo de videos, hasta ser hoy en día un lugar en el que los hermanos ejercen su peculiar papel de gurús.

Desde su canal, y hablando a un ritmo vertiginoso, publican grabaciones en las que dan su punto de vista sobre temas de lo más variados. En Vlogbrothers se puede encontrar desde respuestas a preguntas como “¿Merece la pena la universidad?” hasta reflexiones sobre la estupidez humana o el optimismo.

Si algo destaca entre sus videos, es su afán por acercar el conocimiento a los jóvenes, analizando los temas de actualidad —como los conflictos en Siria o Egipto— o con sus crash courses, en los que los hermanos otorgan amenas lecciones sobre materias como  Historia, Química o Literatura.

Entre video y video, alrededor del canal se empezó a formar un cúmulo de fanes que recibieron el nombre de nerdfighters —término con el que ellos también se identifican—. Al hacer  un guiño al término nerd, los Green acuñaron un nombre que, según su propia definición, agrupa a todas aquellas personas que en vez de estar hechas de huesos, piel y músculos, están compuestas enteramente de genialidad.

El nombre vino acompañado por otras señas de identidad del colectivo, como su particular gesto de saludo o la expresión D.F.T.B, siglas de Don’t forget to be awesome (No olvides ser alucinante). Todo ello, sumado al intensivo empleo de Green en las redes sociales (Twitter, Tumblr, Facebook) que ha creado un ambiente de cercanía entre él y su comunidad de lectores. El autor incluso tiene reservado un apartado en su página web en la que responde a las preguntas que sus seguidores le plantean sobre sus obras. 

Looking for Alaska supuso, en el  2005, la primera incursión de Green, licenciado en Literatura y en Estudios Religiosos, en el mundo de la narrativa. A esta novela, que también tendrá una adaptación al cine, dirigida por Sarah Polley, le siguieron An abundance of Katherines (2006), Paper towns (2008) y Will Grayson (2010), coescrito con David Levithan.

Obras que también fueron superventas en su momento, y con los que obtuvo reconocimientos como el Michael L. Printz Award o el Corine International Book Award. Y que, con el tirón de The fault in our stars, han vuelto a escalar posiciones en las listas de ventas, animados por unos lectores sedientos de historias de Green.

¿Qué hay detrás de la literatura del autor para que esta consiga tal identificación con los adolescentes? Según él, el secreto es, simplemente, tratarlos como seres humanos, y no de una manera artificial, como quien intenta acercarse a ellos pretendiendo ser cool. Así lo afirmaba en una entrevista concedida al Washington Post, en la que decía que “si eres abierto y auténtico con los adolescentes, te responderán con bastante respeto e inteligencia”.

Escribir para ellos, según  Green, es hacerlo como para cualquier otro tipo de público, y por ello abandera un discurso con el que denuncia la condescendencia con las que a veces se trata a estos lectores. “Estoy cansado de los adultos que dicen a los adolescentes que no son listos o que no pueden leer de manera crítica o pensar”, dijo al británico The Guardian.

Por eso, los personajes que estructura en la ficción se alejan de los prototipos de la narrativa para adolescentes. Tienen inquietudes, son maduros e impregnan su discurso con un humor irónico. Y, por supuesto, tienen un punto nerd. Son, en definitiva, la digna sombra de su creador.