Revista D

Su majestad Bernal

La prolífica trayectoria de Ligia Bernal de Samayoa, autora de la pieza teatral Su majestad el miedo.

Ligia Bernal ha sido considerada como un ícono de la cultura nacional. (Foto Prensa Libre: cortesía artista)<br _mce_bogus="1"/>

Ligia Bernal ha sido considerada como un ícono de la cultura nacional. (Foto Prensa Libre: cortesía artista)

De una caja de cartón Ligia Bernal de Samayoa (1931) saca poco a poco un fajo de fotografías que la transportan a una época en la que brilló en las tablas. Se destacó, además, como dramaturga, poetisa y educadora.
Bernal fue parte de una grupo de artistas del teatro que le dieron lustre al país en las décadas de 1950 y 1960, época a la que ella llama “dorada de las artes escénicas”, y en la que trabajó al lado de los maestros Hugo Carrillo y Manuel José Arce.
Hace más de 10 años sufrió una caída y se fracturó el fémur, lo que con el tiempo ha complicado su movilidad. A sus 83 años, Bernal está recluida en las cuatro paredes de su dormitorio; sus piernas ya no le responden y a duras penas puede escribir. Sus días transcurren lentos y solitarios a la vista de las imágenes de siete arcángeles a quienes le mantiene encendida una veladora. La acompaña también, un libro de arte del maestro Luis Díaz y el aroma de incienso.

Semilla de libertad

Fue bautizada con el nombre de Raquel Barbales Estrada, pero desde muy joven lo cambió por el de Ligia Bernal. “Oía declamar por la radio mexicana a Manuel Bernal y me gustó el apellido, y Ligia por el personaje principal de Quo Vadis”, cuenta la escritora.
Nació en el seno de una familia con aspiraciones artistas, por ejemplo, su madre vio truncado su sueño de cantar. Sin embargo, sembró la semilla en su hija, quien estudió en el Instituto para Señoritas Belén.
Fue en este centro donde empezó a involucrarse en el teatro gracias a la labor de su directora, María Solá de Sellarés. De ella expresa que revolucionó el sistema educativo de la época. “Nos insufló el sentido de la libertad”, dice Bernal.
En los años 1950 y 1960 optó por el arte contestario. Una de sus obras más emblemáticas, Su majestad el miedo (1968), estuvo poco tiempo en escena en el teatro de la Universidad Popular (UP), pues pronto fue vigilada por policías. “Es un ataque en contra de todos los funcionarios que no responden a los méritos que se les atribuyen”, refiere la dramaturga.

Prolífica

El legado de Bernal acumula más de una decena de piezas de teatro para adultos y niños. Entre las primeras están: Tus alas Ariel, Mujer y noche solas, María, la niña de la esperanza y La piedra en el pozo, su primer obra en 1959 con la cual participó en el I Festival de Teatro de autores jóvenes junto a Carrillo y Arce.
En cuanto a las dirigidas a un público menor destacan Leyenda de el mundo, Leyenda del origen del teatro y Leyenda de los orígenes del agua.
También fue fecunda en piezas teatrales infantiles con los títulos: Jacobo y las brujas de las telas de araña, El carnaval de los animales, Juguetelandia y El niño Dios de María, todas editadas en un volumen en 1973.

En poesía, Bernal cuenta con varios títulos entre ellos: Canción de los dos caminos y Réquiem para mi madre, poesía póstuma dedicada a su progenitora.
Dentro de su rol como supervisora de teatro de la Dirección de Educación Estética dejó la Guía y orientación para el montaje de la poesía coreográfica para maestros y alumnos de nivel medio, según el blog teatristas chapines. A la fecha Bernal lamenta la desaparición de esta dirección por la falta de interés estatal.

Promotora cultural

A lo largo de su carrera artística, Bernal impartió cursos de teatro y formó grupos escénicos. Por eso uno de sus grandes proyectos es la construcción de la escuela de arte escolar, para lo cual afirma que tiene un terreno en Villa Linda II, que le otorgó, asegura, Manuel Colom Argueta. Pero ha carecido de los fondos para emprender un proyecto de tal envergadura.
También aspira a publicar varias obras teatrales inéditas. Víctor Valdéz, amigo y apoderado, informa que gestiona con dos editoriales del país publicar sus obras. “Hay interés pero todo depende del presupuesto”, indica.

Solitaria

Bernal enviudó hace varios años y no tuvo hijos. “Por eso me dediqué más a los niños y sublimé en todos mis alumnos el amor”, confiesa.
Desde hace un año su discapacidad se ha complicado, por lo que le cuesta movilizarse, aún dentro de su casa.
Tampoco puede escribir por problemas de circulación. “Le pido a la vida que me de tiempo para concluir mis obras, que son como cinco o más”, señala.
“Dediqué mi vida al arte y a la cultura, me siento satisfecha de la respuesta que recibí, pues todavía no me han olvidado”, concluye la dramaturga.

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