Destacaron los estampados camuflaje y verdes caqui, así como los tonos grisáceos y azul oscuro, en diseños con reminiscencia militar y también aires de uniforme colegial, gracias a las camisas blancas sin botones.
Las líneas rectas y nítidas, a las que acostumbra la firma, se mezclaron en los atuendos con mezcla de texturas de cuero, lana, nylon, algodón y lino, para crear volúmenes.
La sencillez aparente de los trajes, con las solapas de las chaquetas en tonos oscuros, combinaban sutilmente las texturas, y en ocasiones estaban acompañadas por una línea longitudinal en el pantalón.
En cuanto a los zapatos, en el tacón y junto a la suela, casi disimulada, los diseñadores incluyeron una línea de tachuelas, que probablemente los italianos solo se atreven a poner en un lugar que pasa desapercibido.
Chiuri y Picciolo se alejan un paso más de la herencia del maestro Valentino con esta colección, aunque aún permanecen fieles al cuidado y el amor por los patrones y las líneas depuradas que siempre cultivó su predecesor, y que se observaron en dos trajes sobrios y clásicos, uno blanco y otro negro, que cerraban el desfile. Con esto, ambos diseñadores dejan claro que aunque lo militar, las tachuelas y las zapatillas de deporte hayan llegado a la casa italiana, Valentino será siempre Valentino.