EDITORIAL

Visita oficial debe tener una visión estratégica

En pleno desbarajuste de la vacunación anticovid en el país, por la combinación de adquisiciones tardías, rezago en la toma de decisiones, intentos de negación de la realidad a través de medias verdades y llanas mentiras, un contrato secreto que salió a empujones a la luz pública y que ahora Salud revisa para encontrar quizá posibilidades de cambio o rescisión -sin saber si cuenta para ello con la asesoría de la Procuraduría General de la Nación, tan oficiosa para otros menesteres-, se viene la visita de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien ha sido precedida en el último año y medio por varios enviados de alto nivel.

Existen dos temas de fondo que en la lógica geopolítica estadounidense se implican entre sí, pero que están compuestos a su vez de otras variables y situaciones agudas o crónicas: el aumento de la migración irregular y la lucha contra la corrupción en el Estado, cuyos efectos de deterioro institucional y funcional redundan en rezagos de desarrollo que terminan expulsando a más personas, en busca del anhelo americano. Los encuentros que la señora Harris sostenga en el país le podrán dar, o no, según con quien hable, una perspectiva realista, estratégica y concreta de los problemas por atajar de inmediato.

Los recientes anuncios de algunos nombres en la lista negra apenas han hecho mella en congresistas, negociadores y politiqueros que siguen en pleno jolgorio de negocios arreglados y sensación de total impunidad, sobre todo tras la elección parcial de la Corte de Constitucionalidad, cuyos integrantes juramentados tuvieron el apoyo de la alianza oficialista que no ha hecho el mínimo esfuerzo por elegir una nueva Corte Suprema de Justicia, que ya excede el año y medio de atraso, en espera de un fallo que les permita elegir por planilla y en secreto. En otras palabras, faltan más nombres en esa lista.

Respecto de la migración, ya se comienza a entrever una propuesta que apunta a convertir a Guatemala, otra vez, en una enorme sala de espera de resolución de solicitudes de asilo, muy similar a lo que en su momento planteó Donald Trump con su tercer país seguro. La única diferencia es que esta vez se anuncia con mayor amabilidad y disimulo, con la vista puesta en desfogar el problema de la frontera sur estadounidense, pero no en las consecuencias contraproducentes de tal enfoque.

Si los enviados previos y los analistas de la embajada han hecho su tarea, en estos momentos ya debería estar sobre la mesa de la señora Harris y, por supuesto, del presidente Biden, un informe detallado de los actores políticos y sectores nacionales que contribuyen a la construcción de una Nación, y aquellos que solo medran en favor de mezquinos intereses, miopías disfrazadas de nacionalismo y mojigatería, así como agendas mafiosas conectadas directamente con dinero sucio del narcotráfico, contrabando y trata de personas, problemas que a su vez no están lejos de tener conexión con grupos terroristas, lo cual en conjunto sí amenaza la seguridad nacional estadounidense mucho más que los migrantes, que solo quieren trabajar y para quienes se deben agilizar opciones de permiso temporal.

Por supuesto, la inversión en el país es clave para generar empleos, y la cooperación técnica es necesaria para potenciar la productividad en todos los órdenes, pero si no se ataca con fuerza a las gavillas que roen la institucionalidad, la visita corre el riesgo de ser anecdótica, nada más. Baste agregar que una donación masiva de vacunas de EE. UU. sería un gesto real del aprecio, tantas veces afirmado en discursos, hacia el pueblo de Guatemala.

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