No supe si el ruido venía del corazón o era simplemente el eco de mis pasos en la antigua Facultad de Medicina. Aquel martes 19 de marzo de 1996 fui el primero en plantarme en el piso ajedrezado y radiante del Paraninfo Universitario.Escritor guatemalteco radicado en España exalta, en clave de crónica, el aporte de Marco Antonio Flores (+) a la creación poética del país.
La esperanza de vida de los guatemaltecos de 1980 era de 57 años. Ya firmada la paz, la media empezó a rondar los 70. Si durante la guerra era difícil llegar a viejo, nuestra extraña democracia no deja que la juventud, base productiva y futuro nacional a secas, rebase la treintena; más o menos la expectativa vital de los neandertales.
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