Un año después, la pregunta no es si la inteligencia artificial es demasiado inteligente o si podría llegar a controlar el mundo. La pregunta es si es demasiado tonta y poco confiable para ser útil.
Un porcentaje sin precedentes del 72 por ciento de los estadounidenses quiere “más regulación gubernamental” sobre lo que las empresas pueden hacer con sus datos.
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