La ventana está abierta. Pero no se abrirá dos veces.

Cada vez que el panorama parece oscuro, aparece el espíritu chapín: coraje, dignidad y convicción de que esta nación puede más.

Defender el voto y la Constitución no es ser progre ni pertenecer a una corriente política.

Gobernar en Guatemala implica enfrentarse a redes que viven del desorden.

La historia demuestra que los países se sostienen no sólo por sus gobernantes, sino también por sus ciudadanos.

Un país sin maestros es un país sin futuro.

El presidente Bernardo Arévalo tiene ante sí una decisión histórica.

Más que chapuces políticos, Guatemala necesita edificar instituciones firmes.

Donde no se corrige el irrespeto, germina la violencia.

Detrás de muchas historias de migración irregular, trabajo forzado o explotación sexual hay redes que lucran con seres humanos como si fueran mercancía.