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Vecinos viven con temor en asentamiento Alioto López Sánchez de Villa Nueva

Es un miércoles por la mañana y en la 15 avenida C y 2a. calle del asentamiento Alioto López Sánchez, cuatro niños juegan pelota en charcos, mientras que en un salón comunal los estudiantes de un instituto local celebraban la presentación de su seminario. Nadie, quien viva lejos del lugar, imaginaría que dos días antes en ese sitio estuvo tendido el cuerpo sin vida de una niña que fue alcanzada por una bala perdida.

Vecinos del asentamiento Alioto López Sánchez, zona 4 de Vill Nueva, viven con temor por las pandillas.(Foto Prensa Libre: Paulo Raquec.)

Vecinos del asentamiento Alioto López Sánchez, zona 4 de Vill Nueva, viven con temor por las pandillas.(Foto Prensa Libre: Paulo Raquec.)

No poder recibir medicina a domicilio o tener que pagar más para que el taxista los lleve a su vivienda son algunos de los problemas que afrontan los vecinos del asentamiento Alioto López Sánchez, en la zona 4 de Villa Nueva, debido a la inseguridad.


Para muchos vecinos, y en especial los jóvenes, no es fácil vivir en un lugar donde, según agentes policiales, persisten las pandillas, que se enfrentan a las maras de los asentamientos Mártires del Pueblo y Primavera.

 “Esta calle es más tranquila. Acaban de pasar los agentes. Allá arriba, donde se ven todas esas casas, sí es peligroso, sobre todo de noche; hay maras”, dice María Cifuentes, vecina de dicho asentamiento.

Otros residentes aseguran que los taxis, bicitaxis y mototaxis que ingresan por la noche en ese sector deben pagar una cuota a los pandilleros, y por eso las tarifas se duplican para los usuarios.

En el lugar donde murió la niña, una mujer que descansaba bajo la sombra de un árbol  aseguró que tiene  20 años de residir en el lugar, pero no ha visto algún hecho de violencia, aunque se evidenciaba su temor.

El lunes pasado por la mañana, Emily Paredes Garzaro, de 12 años, caminaba  junto a su madre y su hermano menor  de regreso a casa, a pocas calles de su escuela y de una subestación de la Policía Nacional Civil (PNC), cuando una persona era perseguida y sus agresores disparaban hacia todos lados.

El sueño de ser aeromoza, sus atenciones hacia las personas de la tercera edad y las clases que impartía a niños en una iglesia protestante quedaron en los recuerdos de compañeros, maestros y sus  padres.

“Era participativa. Le gustaba organizar los concursos de candidatas en la escuela”, cuenta Gabriela, conserje en la escuela primaria Alioto López Sánchez.

A dos calles de donde ocurrió el crimen se halla la vivienda de la familia Paredes Garzaro. La pareja  está destrozada por la tragedia.

 “Esta es zona roja.Teníamos dos años de no ver problemas, pero últimamente se ha puesto peligroso”, asegura Orlando Paredes, padre de la niña.

La última vez que habló con su hija fue la noche del domingo, un día antes de la tragedia, cuando fueron a una fiesta y Emily “se mostró feliz”.

El último momento

Comer rellenitos y reír de regreso a casa fue lo último que la pequeña hizo con su madre, Karlota Garzaro,  el lunes por la mañana, minutos antes del tiroteo.

“Era muy platicadora. No solo era mi hija, era mi amiga, mi confidente”, manifestó entre llanto Karlota.

Recuerda que cuando escuchó los disparos, corrió junto a sus hijos, pero al no escuchar los pasos de Emily regresó y la vio en el suelo. Trató de auxiliarla, pero ya estaba muerta.

 Agentes de la PNC de Villa Nueva reconocen que deben lidiar con las pandillas en esos tres asentamientos.

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