Guatemala

Miles de personas viven en zonas inhabitables

“Qué podemos hacer contra la naturaleza. Las autoridades vienen y se van, no aportan nada y se olvidan de nosotros”, lamenta José Benigno Ruiz, de La Cuchilla, San Rafael Las Flores, Santa Rosa, lugar que fue declarado inhabitable por los constantes sismos que dañan viviendas y agrietan calles.

Vecinos de la aldea Palmira Nueva, La Libertad, Huehuetenango, fueron víctimas de un deslizamiento en agosto último. Vivir en ese lugar constituye un peligro. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Vecinos de la aldea Palmira Nueva, La Libertad, Huehuetenango, fueron víctimas de un deslizamiento en agosto último. Vivir en ese lugar constituye un peligro. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Ruiz integra una de las 96 familias afectadas en el lugar, que se convierten en el reflejo de lo que viven miles de guatemaltecos afectados por desastres naturales, pero que por la pobreza y la falta de apoyo estatal viven en lugares con altas probabilidades de deslizamiento o inundaciones.

En el caserío El Dormido, Chiquimulilla, Santa Rosa, 22 familias —unas 135 personas— viven en desconsuelo, debido a que el 8 de junio último el lugar fue declarado zona inhabitable por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), pues correntadas del río Los Esclavos derrumbaron ocho casas. En el área hay otras viviendas; sin embargo, los vecinos no tienen a dónde ir, según el alcalde Obdulio Herrarte.

El país, principalmente en el occidente, es vulnerable a aludes y desborde de ríos. Uno de los casos más recordados ocurrió en el 2005, en Panabaj y Tzanchaj, Santiago Atitlán, Sololá, donde gran cantidad de lodo cubrió el lugar y dejó unos 200 muertos.

Desastres

La Secretaría Ejecutiva de la Conred informó de la existencia de 10 mil 51 zonas de riesgo en todo el país, con mayor número en Huehuetenango, mil 185 puntos; Escuintla, mil 70; San Marcos, 769; Guatemala, 757; y Alta Verapaz, 686.

El mapa de susceptibilidad dinámica a deslizamientos y acumulación de flujos de la Conred, correspondiente al 30 de septiembre último, calcula que el 18.54 por ciento del territorio nacional tiene alta y muy alta posibilidad de deslizamientos, debido a la saturación del suelo.

Ese porcentaje representa unos 20 mil 192 km cuadrados, de los 108 mil 889 de la extensión total del país.

De acuerdo con ese reporte, en junio la situación era más alarmante, pues el 43.26% del territorio nacional, unos 47 mil 105.52 km cuadrados, tenía probabilidad de deslizamientos.

El mapa señala que los lugares con más riesgo están en el occidente, particularmente en San Marcos, Huehuetenango y Quiché, seguidos de Chimaltenango, Sacatepéquez y Guatemala.

Zona roja

Fernando Villatoro, delegado de la Conred en Huehuetenango, reiteró que el departamento tiene mil 185 puntos identificados como áreas rojas por peligro, pese a ello, no hay ninguna zona declarada inhabitable, aunque reconoce que hay áreas de extremo peligro como Tectitán.

Cupertino Hernández, gerente de la Mancomunidad Husita, que aglutina 13 municipios del sur de Huehuetenango, afirmó que la falta de recursos impide que las autoridades estén preparadas para enfrentar una contingencia derivada de la lluvia.

“Las personas viven en casas partidas porque no tienen a dónde ir, y aunque se les ha facilitado albergues prefieren no dejar sus viviendas”, enfatizó Hernández.

Explicó que la situación es preocupante, y pone como ejemplo la tragedia de El Cambray 2, donde hubo destrucción y muerte.

Ely González, alcalde de Tectitán, explicó que la comuna no cuenta con presupuesto ni terreno para trasladar a las familias que viven en zonas inhabitables.

Recuerda que en el 2014 más de 60 viviendas fueron destruidas por un deslizamiento en la cabecera municipal y otras comunidades.

Más peligro

Gustavo Lang, coordinador de la Conred en Quetzaltenango, confirmó que en ese departamento se han declarado no aptos para vivir dos puntos: el viejo Palmar, en la zona costera, donde a pesar del peligro viven cinco familias, y Los Ángeles, en San Martín Sacatepéquez.

Otro caso es en Chichicastenango, Quiché, donde la comuna prohibió, desde el 2013, la construcción de casas en cercanía del hundimiento del km 147.5 de la ruta nacional 15, cantón Chulumal Primero; sin embargo, las edificaciones persisten.

Rafael Tecum Morales, propietario de un terreno a escasos 20 metros del hundimiento, construye desde mediados del 2015 y aduce que desconoce las recomendaciones de la Conred y la comuna.

En Escuintla, 11 municipios están en zona de alto riesgo, por el desbordamiento de ríos provocado por deslizamiento de material volcánico de los colosos de Fuego y Pacaya. Un caso particular es el río Mazate, que afecta a vecinos de Siquinalá y La Democracia; el río Acomé, amenaza a habitantes de La Gomera y Sipacate.

Pobladores de los barrios Brisas del Chingo y El Centro, en Jerez, Jutiapa, viven atemorizados porque sus viviendas puedan desplomarse y quedar soterradas, debido a deslizamientos de tierra del volcán Chingo. El 17 junio, varias viviendas fueron afectadas por las correntadas que arrastraron piedras, lodo y restos de árboles. El 21 de junio, el Gobierno declaró estado de Calamidad en Jerez.

Recuerdos

A finales de este mes se cumplirán 18 años del paso del huracán Mitch, considerado una de las peores catástrofes naturales de la década de 1990, y que a su paso dejó huellas imborrables, una de ellas en la antigua Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá, que quedó incomunicada y con grandes hundimientos.

El 13 de noviembre de ese año, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología informó de que el municipio se localizaba sobre una falla geológica y se ordenó la evacuación; sin embargo, muchas familias continuaron en el lugar.

En el 2000, se trasladaron 400 familias al lugar conocido como La Cumbre de Alaska o Chuipatán, mientras que en la antigua Santa Catarina Ixtahuacán quedaron unas 150 familias, que carecen de proyecto de desarrollo, debido a que el Estado no puede invertir en zonas declaradas inhabitables.

En Sololá, cerca del 90% de la población está en peligro, debido a que la topografía es irregular y sus caseríos y aldeas están al pie de volcanes, laderas y en la ribera del Lago de Atitlán, según información de la Conred, divulgada en el 2015.