Quetzaltenango

Cómo un proyecto de huertos de amaranto y haba busca combatir la desnutrición en Quetzaltenango

Voluntarios se preparan para construir huertos que provean de alimentos necesarios a las familias de niños con desnutrición.

Mujeres y hombres trabajan en los huertos de amaranto y haba, en algunos casos les prestan terrenos para la producción que se usará en niños con desnutrición. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Mujeres y hombres trabajan en los huertos de amaranto y haba, en algunos casos les prestan terrenos para la producción que se usará en niños con desnutrición. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Con azadones, piochas y rastrillos, un grupo de mujeres y hombres trabaja en la construcción de huertos de amaranto y haba, dos productos que aportan los nutrientes necesarios para niños con desnutrición, y que serán utilizados en Quetzaltenango para las fórmulas de recuperación de menores de edad afectados.

La iniciativa la trabaja la Asociación 32 Volcanes en coordinación con el personal del ministerio de Salud, quienes son testigos que a causa de la pandemia del coronavirus incrementa el número de niños con desnutrición o en riesgo de padecerla.

De acuerdo con un informe epidemiológico presentado por el ministerio de Salud, en las primeras 17 semanas del 2019 en Quetzaltenango se registró un acumulado de 174 casos de desnutrición aguda en menores de 5 años, pero para el 2020 en la misma cantidad de semanas la cifra incrementó a 828.

Carmen Benítez, codirectora de 32 Volcanes, relata que atienden a 1 mil 100 familias afectadas por la desnutrición. La asociación cuenta con un banco de alimentos regenerativos, no dañinos para la salud y de productores locales como Imap y Senacri.

El banco de alimentos también sirve para agenciarse de Incaparina y huevos, ingredientes de la fórmula que actualmente se utiliza para la recuperación; pero ha sido complicado abastecerse  de los productos. Por esta razón  optaron por ingredientes que las familias  puedan producir.

“La Incaparina la usamos porque se consigue con frecuencia, sin embargo ahora hay mucha demanda, entonces nos ha costado el abastecimiento, por eso estamos tratando de cambiar, que cada municipio o distrito pueda producir su propia fórmula para no depender tanto de donaciones”, relató la codirectora.

La asociación busca voluntarios para que ayuden en los huertos o donen herramientas para la producción. (Fotos Prensa Libre: María Longo)

El plan

El proyecto contempla incluir la restauración de suelos, para esto utilizan técnicas de cultivo como las mándalas e invernaderos subterráneos para semillas nativas y criollas.

“Las características del amaranto son impresionantes, es uno de los granos que se le ha tratado como el bledo silvestre y no se le ha puesto mucha atención. Parece que es un alimento caro, pero crece fácilmente, no necesita demasiado trabajo de producción y brinda un gran valor proteico, tiene hierro y calcio, incluso más que la leche de vaca. Lo mismo sucede con las habas, son una gran fuente proteica, por eso utilizamos atol de esta semilla. Al juntarlos nos da una sinergia que ayuda a mejorar la nutrición del niño, le agregamos a la fórmula un huevo, es como un atol”, indicó.

Benítez es médico, se especializó en Salud Pública Infantil en Reino Unido. En el Instituto de Investigación de Enfermedades Genéticas y Metabólicas de Guatemala estudió Genética Humana, esto le ha permitido adquirir conocimientos para crear estrategias contra la desnutrición.

“El trabajo se da en una red de articulaciones con los líderes comunitarios, facilitadores, trabajadores de 32 volcanes, técnicos de salud rural y organizaciones como Senacri”, explicó.

Madres de los niños con desnutrición se involucran en el proceso de recuperación y aprenden a realizar la formula con los ingredientes que les brindan. (Foto Prensa Libre: María Longo)

El incremento de casos de desnutrición fue visible en San Juan Ostuncalco,  uno de los municipios donde la asociación trabaja.

“Por la crisis que se vive muchas familias no tienen acceso a los alimentos, esto incrementó los casos de niños con desnutrición aguda, varios que ya se habían recuperado volvieron a caer a una desnutrición. Hicimos gestión con Organizaciones no gubernamentales para darles ayuda nutricional a estos niños”, indicó Nancy Pérez, encargada del programa de seguridad alimentaria y nutricional en San Juan Ostuncalco.

La nutricionista relató que el desempleo a causa de la crisis por la pandemia, la reducción del envío de remesas y la falta de transporte, dificultó el acceso a los alimentos. “El año pasado terminamos con 45 casos de enero a diciembre, y este 2020 de enero a abril teníamos 35 casos, se elevó en un 50 por ciento”.

El personal médico de la asociación visita a los niños de aldea La Victoria, San Juan Ostuncalco, para llevar el control de su recuperación; en el lugar una líder comunitaria les presta su casa para brindar atención a los menores. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Agregó que utilizar el amaranto y haba para los niños con desnutrición es importante porque hay menores que no toleran ingredientes de otras fórmulas.

“Estas fórrmulas ayudan a niños intolerantes a la lactosa o al tratamiento que da el ministerio que es con base a mantequilla de maní, el amaranto y haba son fuentes de proteína importantes que pueden ayudar a recuperar a los niños intolerantes a la lactosa o cuando no hay, por ejemplo, leche, y otros alimentos para poder recuperarlos”, explicó.

Ayudan al proyecto

Algunas de las mujeres que ahora trabajan en la conformación de huertos, en el pasado fueron beneficiadas con los programas sociales de 32 volcanes.

Verónica Pérez, actualmente trabaja como enfermera profesional de la asociación, pero cuando era niña fue parte de los beneficiarios por medio de una guardería.

“Con mis hermanos estuvimos ahí desde pequeños y ahora ya somos profesionales. Significa un gran orgullo, de nuestra propia gente hemos recibido el apoyo y ahora agradecemos apoyando a los proyectos. En la clínica atiendo a los pacientes crónicos, les doy educación y les hablo de una dieta saludable, en el programa de nutrición llevo el control de peso de los niños“, indicó.

La joven enfermera también ayuda en la creación de los huertos. “Es para que los pacientes puedan producir sus propios alimentos y fomentar en ellos la soberanía alimentaria. Ayudará a los niños con grandes cantidades de proteína, además varios son alérgicos al gluten, el amaranto es libre de este, los niños crecen más rápido y ganan peso con este alimento”, afirmó.

Mujeres que recibieron ayuda de la asociación ahora son parte de los proyectos para la recuperación de niños con desnutrición. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Silvia Pérez, quien ayuda con la conformación de los huertos, es una mujer sobreviviente de la violencia y originaria del Valle de Palajunoj, área rural de Quetzaltenango, conoció a la asociación por la necesidad de dejar a sus hijos en algún lugar seguro mientras trabajaba.

Silvia recibió apoyo de la guardería mientras laboraba en oficios domésticos y en una maquila. Ahora es la cocinera de la guardería y ayuda en la creación de los huertos.

Miguel de León, Ingeniero Ambiental, es uno de los voluntarios en la construcción de los huertos, asegura que conoció la trayectoria de la organización y le gustó el trabajo, además considera que es necesario promover la soberanía alimentaria.

“Procuramos que tengan un acceso digno a nutrientes y el consumo local para mejorar la calidad de vida de las familias. Necesitamos muchas manos para trabajar la tierra y conectar con ese elemento olvidado en la ciudad”.

Las madres de los niños con desnutrición están dispuestas a trabajar en los huertos y poder producir alimentos que ayuden a sus hijos, ya que han sufrido las consecuencias de la desnutrición, pero también son testigos de la recuperación que pueden lograr los menores.

“Vine al programa porque mi nene tenia desnutrición. Estaba de muy bajo peso, no comía, solo desmayado se estaba, siempre se caía. En el puesto de salud me dijeron que estaba desnutrido, una prima me explicó que aquí podían ayudarme. Ya se está recuperando. Me gustaría poder ayudar con los huertos y poder producir nuestra comida”, relató María Monterroso.

María Monterroso junto a su hijo quien está en proceso de recuperación luego de ser diagnosticado con desnutrición, el niño tiene más de un año de ser parte del programa. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Cómo ser parte

Para unirse a la iniciativa los vecinos pueden ser voluntarios, donar herramientas para los huertos, así como alimentos. Pueden obtener más información sobre otras formas de involucrarse en el proyecto por medio del número 7763 0736 o al WhatsApp  4747 6722.

La asociación ofrece la alternativa de trueques, que consiste en Incaparina  a cambio de semillas, libros o cursos digitales, para esto el artista Bonifaz Díaz brinda el servicio de recoger a domicilio la donación, puede contactarlo al 4269 0776.