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La final fue un reflejo de lo que es Garbiñe Muguruza como tenista, alternando momentos de gran tenis (35 ‘winners’ por 28 de la rival) y otros de ‘desconexión’ (con 45 errores no forzados, 23 para Kenin, y 8 dobles faltas), frente a una rival que se fue agrandando conforme avanzaba el partido, tanto físicamente como en nivel de juego.
Todo parecía comenzar bien para la española nacida en Caracas, que rompió el saque de la estadounidense en el tercer juego del partido y confirmó con su servicio para ponerse 3-1 a favor.
Kenin, que peleaba todas la bolas como si fuera cada una de ellas fuera la del título, igualó el partido 4-4, pero Muguruza reaccionó y sumó dos juegos seguidos para cerrar el primer set por 6-3 en 52 minutos de juego.
El buen juego de la española en la primera manga dio paso a una de sus famosas ‘desconexiones’, dejando que Kenin le rompiera por primera vez el servicio en el cuarto juego del segundo set, que acabó apuntándose por 6-2, aprovechándose de la debilidad de Garbiñe con su primer servicio.
Muguruza mejoró en el tercer set, pero por entonces la estadounidense se había crecido tanto que veía muy cerca la posibilidad de sumar su primer título de Grand Slam.
Decisivo fue el quinto juego, en el que Muguruza tres bolas de ‘brak’ para ponerse 3-2 a su favor, pero Kenin remontó para mantener su servicio y rompérselo a la española en el siguiente para ponerse 4-2.
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Todo estaba en contra para la española, que no sólo no reaccionó, sino que acabó el partido con una doble falta, la séptima del encuentro, en una muestra más de la irregularidad que caracteriza a Muguruza.
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