Tras sumar dos victorias por cabeza desde que se retomara el torneo, los dos máximos aspirantes al título de una extraña temporada jugaban el partido clave.
En lugar de una caldera con 80 mil personas, el duelo estelar del fútbol germano se disputó en un inmenso recinto que fue un solar en una tarde veraniega.
Kimmich resolvió la tarde con una maravilla al borde del descanso. Tras robar el balón y triangular en la frontal, el polivalente mediocampista se sacó de la chistera un toque sutil para marcar con un globito por encima del arquero suizo Roman Burki.