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Macri: de La Bombonera azul y oro a la casa de gobierno de Argentina

El pintoresco barrio de la Boca y su club azul y oro, cuna del legendario estadio La Bombonera, fue la plataforma de lanzamiento a la política del liberal de derecha Mauricio Macri, consagrado el domingo presidente de los argentinos.

Mauricio Macri (c) se relajó jugando al futbol, antes de conocer los resultados oficiales de ayer en las elecciones presidenciales de Argentina (Foto Prensa Libre: AFP)

Mauricio Macri (c) se relajó jugando al futbol, antes de conocer los resultados oficiales de ayer en las elecciones presidenciales de Argentina (Foto Prensa Libre: AFP)

“Yo quería ser el 9 de Boca”, confesó una vez Macri, un ingeniero de 56 años. Surgió de una familia de la alta sociedad, pero es un hincha más entre millones de apasionados.

Su destino fue ser presidente de Boca Juniors. Una buena estrella parece iluminarlo. Comandó a la entidad xeneize en el ciclo más exitoso de su historia, entre 1995 y 2007. Ganó 17 títulos, 11 de ellos internacionales. Analistas políticos lo consideran su trampolín a una carrera política.

“Presidir Boca no es cualquier cosa. Hizo más transparente y reorganizó el club, lo gestionó bien”, dijo a la  AFP  Mariano Aguas, politólogo de la privada Universidad de Palermo y la estatal Universidad de La Matanza.

Visionario fue su padre, Franco Macri, astuto empresario y fundador de un imperio de negocios. “Mi hijo debía dedicarse a dirigente deportivo y a la política. Iba a ser exitoso”, dijo una vez en una rueda íntima.

La sombra de Franco pesaba sobre el hombre que ganó el balotaje presidencial al peronista de centro y oficialista del kirchnerismo, Daniel Scioli. “Lo que pude hacer en Boca me confirmó que tenía la capacidad. Que podía liderar sin depender de él (del padre)”, confesó el mandatario electo.

El futbol vota

Su paso siguiente fue fundar a comienzos de siglo un partido derechista en medio de una honda crisis del país. Primero ganó una banca de diputado y luego la alcaldía de Buenos Aires. Lo reeligieron y se lanzó a la arena nacional. Una carrera meteórica.

Pero haber contribuido a la felicidad del hincha boquense fue clave en su triunfo electoral?. Alrededor de La Bombonera, en el corazón del barrio poblado por inmigrantes genoveses hace 140 años, jóvenes opinan que no fue decisivo.

“Una minoría lo pudo haber votado por los títulos. Muy poquitos. No creo que haya influido tanto. No fue algo reciente. En Argentina, la gente se maneja por lo que pasa en los últimos años”, comenta a la  AFP  Nicolás Fernández, de 28 años, empleado nacido en Bahía Blanca (sur).
 
De la mano de su novia y una cámara de fotos colgada sobre su camiseta con el escudo de Boca, Fernández está de paso. “Supongo que la gente de aquí (señala con sus manos el barrio) no se olvidó, pero a nivel país, no creo”, reflexiona.

En una esquina de La Bombonera está el Museo de la Pasión Boquense. Hay una tienda de souvenirs y camisetas. En la puerta, mujeres vestidas de bailarinas de tango cobran 5 dólares para sacarse fotos con turistas.

Dentro del Museo están las estatuas de grandes ídolos históricos del club, como Ángel Rojas  (Rojitas) , Diego Maradona y Juan Román Riquelme.

“No creo que la mayoría de las personas lo haya votado por Boca. Tal vez los más fanáticos”, afirma Claudia Salvatto, estudiante, de 19 años.

Colorida Boca

Enfrente hay otro museo, pero de un antiguo jefe de barrabravas  (hinchas violentos), Quique El Carnicero, cuyo apodo exime de dar más datos. La Boca es un mundo de casas humildes multicolores y profundos choques culturales.

“Para mí no tiene nada que ver que haya ganado con Boca. Muchos hinchas de Boca lo votaron pero otros no lo quieren para nada”, señala Claudia Almarante, de 22 años. Su amiga Marianela Liza, de 21, coincide. “Lo votaron porque estaban cansados del gobierno”, añade.

Sólo Ezequiel Lobo, de 25, boquense de alma, dice que la camiseta pesó en el comicio. “El futbol siempre tiene algo que ver, tiene influencia”, sostiene.

Detrás suyo, el gigante de cemento que alberga los partidos acaba de ser declarado por la revista inglesa Fourfourtwo el número uno entre los 100 mejores estadios del mundo, por arquitectura, medio ambiente y sorpresa que causa en los aficionados que lo descubren. De este coloso saltó al poder Mauricio Macri.
 

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