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Cómo la Segunda Guerra Mundial dio origen a las Paralimpiadas

Qué tiene que ver la Segunda Guerra Mundial con los Juegos Paralímpicos? Bueno… todo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados regresaban heridos de la guerra, su destino era desolador.

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Ivor Elmes, un expolicía palestino, compitiendo en los Juegos Stoke Mandeville en 1953.

Ivor Elmes, un expolicía palestino, compitiendo en los Juegos Stoke Mandeville en 1953.

Las personas con lesiones en la médula espinal a menudo morían dentro del año de sufrir el daño, sin esperanza de recuperación.

“La gente era colocada en una cama de hospital, detrás de cortinas cerradas y se le dejaba allí para morir”, le dice a BBC News Brasil Ian Brittain, profesor de la Escuela de Negocios de Coventry en Reino Unido y experto en deportes paralímpicos.

Los soldados con lesiones en la médula espinal morían por las escaras -o úlceras por presión- que llevaban a un choque séptico o insuficiencia renal, un reflejo del escaso conocimiento médico en ese momento.

Además, antes de la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido no estaba preparado para la cantidad de camas de hospital que necesitaría en un conflicto de ese nivel.

Con una alta mortalidad, los médicos tampoco tuvieron la oportunidad de aprender a tratar estas lesiones.

Conocimiento

Sin embargo, un médico británico sí adquirió experiencia durante la Primera Guerra Mundial.

Junto con a otros médicos, el neurólogo George Riddoch declaró que los soldados con lesiones ortopédicas o de columna deberían recibir tratamiento especializado en unidades creadas especialmente para ellos.

“La Segunda Guerra Mundial jugó un papel muy importante en la creación de los Juegos Paralímpicos”, dice el historiador deportivo Cobus Rademeyer de la Universidad Sol Plaatje en Sudáfrica.

“Pero indirectamente, la Primera Guerra Mundial también fue importante. Raddoch identificó problemas en el tratamiento de pacientes durante la Primera Guerra Mundial y no quiso repetirlos en la Segunda Guerra Mundial”.

Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, el mundo vio a muchos soldados y civiles heridos por balas o metralla.

Pero el conocimiento médico había avanzado un poco. El descubrimiento de los antibióticos sulfanilamida y penicilina logró la supervivencia de quienes, en otras ocasiones, habrían muerto.

Además, esta vez Reino Unido había tomado medidas para prepararse no solo militarmente, sino también desde el punto de vista médico, liberando camas para tratar a los heridos.

Mientras tanto, Riddoch intentaba establecer unidades especializadas.

A él se le atribuye una decisión que cambiaría el curso de la rehabilitación de los pacientes con lesiones de la médula espinal y el posterior nacimiento de los Juegos Paralímpicos.

Stoke Mandeville

En 1943, Riddoch nombró a un neurólogo experimentado llamado Ludwig Guttmann para que dirigiera un nuevo centro nacional para lesiones de columna en el Reino Unido, el Hospital Stoke Mandeville, en la ciudad de Aylesbury, a 100 km de Londres.

Nacido en Alemania en 1899, Guttmann había huido de la opresión nazi contra la comunidad judía y emigró a Oxford, Reino Unido, en 1939.

Allí trabajó en una clínica militar inglesa para lesiones en la cabeza.

Guttmann aceptó la invitación, pero pidió manejar el centro de la forma que quisiera.

El hospital comenzó como un lugar de tratamiento para el personal militar británico que regresaba de la Segunda Guerra Mundial con heridas.

El neurólogo primero implementó el procedimiento de dar la vuelta a los pacientes cada dos horas para que ya no padecieran úlceras por presión.

Luego, introdujo la actividad física como vía fundamental para rehabilitar a los pacientes.

Tenía tres argumentos para ello: la actividad física a través del deporte era una forma natural de fortalecer el tronco y las extremidades superiores de una persona parapléjica, por ejemplo, que necesitaría ser fuerte para mover sus sillas de ruedas.

En segundo lugar, el deporte era bueno para el bienestar físico y mental de los pacientes.

Finalmente, el deporte era una forma de integración social.

El primer deporte elegido por Guttmann ilustra bien esta última idea. Fue tiro con arco.

“Si un paciente iba a Stoke Mandeville y practicaba tiro con arco, podía irse a casa y unirse a un club para personas sin discapacidades, compitiendo a la misma distancia que ellos”, señala Brittain.

También se alentó a las personas a probar actividades como el polo en silla de ruedas y el baloncesto en silla de ruedas.

En 1948, Guttmann organizó una competición para 16 hombres y mujeres con algún tipo de lesión.

Fueron los Juegos Stoke Mandeville para atletas en sillas de ruedas. Y la competición se organizó para coincidir con la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 1948 en Londres.

En ese momento, dice Brittain, lo que estaba haciendo el neurólogo era luchar contra una cultura establecida que no estaba interesada en la discapacidad.

Internacionales

Hasta entonces, el deporte ya se había utilizado como forma de rehabilitación en pequeños grupos.

En la Primera Guerra Mundial, un centro de rehabilitación en Inglaterra se centró en el uso de la actividad física para los veteranos con discapacidad visual.

En 1932, también nació en el Reino Unido la Society of Golfers with One Arm (Sociedad para golfistas con un brazo).

“Pero ninguna de estas iniciativas fue un esfuerzo concentrado como el de Guttmann, que luego se convirtió en competiciones que viajaban más allá de una sola ubicación”, dice el experto.

Los Juegos Internacionales de Stoke Mandeville en 1955.
Fred Ramage/Keystone/Hulton Archive/Getty Images
Los Juegos Internacionales de Stoke Mandeville en 1955.

En los segundos Juegos Stoke Mandeville, en 1949, el número de atletas aumentó a 37.

Además del tiro con arco, la competencia también incluyó netball, un juego similar al baloncesto.

“Y no sé si era un loco o un visionario. Pero en esos juegos, Guttmann dijo que un día habría unos Juegos Olímpicos para personas con discapacidad. Es asombroso que lo dijera cuando solo había 37 personas compitiendo“, señala Brittain.

Sin embargo, enfatiza que nada de esto hubiera sido posible sin la personalidad dogmática e incluso dictatorial del médico.

“Era ambicioso, insistió en ello”, asegura.

Por supuesto, tampoco sería posible sin el compromiso, esfuerzo y dedicación de los deportistas.

Y también de una mujer muy importante: Joan Scruton, que comenzó como asistente de Guttmann, pero se convirtió en su mano derecha y, finalmente, en secretaria general de los juegos entre 1975 y 1982.

Rumbo a Roma

La visión de Guttmann, como sabemos, se hizo realidad.

Cada año, se agregaron nuevos deportes a la competencia.

El primer equipo extranjero vino de un centro de rehabilitación en Holanda en 1952, lo que le dio a la competición un carácter internacional.

El neurólogo, dice Brittain, viajó por el mundo para formar médicos como neurocirujanos y trató de dar a conocer sus actividades adonde se dirigía.

También desafió a los países a traer sus propios equipos de atletas con discapacidades a los juegos en Stoke Mandeville.

En 1959, mientras estaba en una conferencia en Italia, se reunió con el director de un centro de rehabilitación y lo convenció de albergar los Juegos en Roma, donde los Juegos Olímpicos se llevarían a cabo el año siguiente.

Y así, en 1960, los juegos para atletas con discapacidad tuvieron lugar en los Juegos Olímpicos de Roma.

Pero hubo problemas. La aldea de los atletas no era completamente accesible para sillas de ruedas, y personal militar tuvo que bajar a los atletas por las escaleras.

A medida que el movimiento creció, también mejoró la accesibilidad.

De todos modos, ese había sido el inicio oficial de los Juegos Paralímpicos – que, dicho sea de paso, se llamó como una referencia a los “parapléjicos” y porque Guttmann se refería constantemente a los Juegos Olímpicos, explica Brittain.

En 1976, con la inclusión de otras deficiencias, el prefijo “para” pasó a simbolizar “paralelo”.

Hoy en día, Paralímpicos significa juegos olímpicos paralelos. Y no es la primera vez que tienen su sede en Japón.

Japón

Un cirujano ortopédico japonés llamado Yutaka Nakamura viajó al Reino Unido en la década de 1950 para visitar los juegos de Guttmann y Stoke Mandeville.

En Japón, el concepto de rehabilitación aún no se había afianzado.

Guttmann convenció a Nakamura de que debería intentar organizar los juegos en Japón. En casa, Nakamura organizó sus propios juegos, pero recibió críticas de quienes pensaban que era malo exponer a personas con discapacidades.

Insistió en la idea. En 1962, Nakamura financió un viaje de dos atletas japoneses para participar en los Juegos Stoke Mandeville.

La noticia de que los participantes de Japón habían viajado tan lejos para participar en los juegos electrizó a la prensa británica y, finalmente, a la prensa mundial.

Entonces, gracias a sus esfuerzos, en 1964 se llevaron a cabo los Juegos Paralímpicos en Tokio.

La competición se expandió en los años siguientes, con más grupos de discapacitados e incluso Juegos de Invierno, celebrados por primera vez en 1976, en Suecia.

Pero en sus primeros años, los Juegos Paralímpicos estaban muy “medicalizados”, describe Brittain.

“Los médicos decidían quién iba a participar y cómo se clasificarían en función de las lesiones de los pacientes”.

“Con más atletas participando en las décadas de 1970 y 1980, se presionó para que hubiera menos clasificaciones médicas. Decían que los deportistas debían clasificarse más por su capacidad que por su nivel de discapacidad”.

En 1976, en los Juegos Paralímpicos de Toronto, Canadá, participaron por primera vez atletas con discapacidades físicas por amputaciones y con discapacidad visual; antes de eso, los juegos todavía eran para atletas que usaban sillas de ruedas.

Más de 1.500 atletas de 40 países participaron en los juegos. Fue en este campeonato donde Brasil ganó su primera medalla, una de plata en bolo sobre césped.

Guttmann, que murió en 1980, continuó su trabajo en el hospital, pero también siguió siendo una figura clave para los Juegos.

Se convirtió en presidente de la Federación Internacional de Juegos de Stoke Mandeville y años más tarde fue nombrado caballero por la Reina.

Los juegos solo crecieron, con la participación de más atletas, más modalidades y más países.

También creció el número de público en las sedes de competición. Hoy, de vuelta en Tokio, hay 22 deportes, con dos debuts: bádminton y taekwondo, y 4.400 deportistas.