Economía

Centros comerciales reflejan deterioro

Cuando mira a través de las vitrinas de una tienda de electrodomésticos del centro comercial Sambil, uno de los más grandes de Caracas, Aleimar Sánchez ve algo más que un negocio con problemas, cuyas estanterías están casi vacías. Ve el deterioro económico de todo un país. "Se siente mucha decepción, hasta amargura, al pensar en un país tan rico que está cada día más acabado", afirma Sánchez, una comerciante de 39 años.

Por años los centros comerciales les han permitido a los venezolanos vivir en una burbuja de opulencia y tener un refugio seguro contra la creciente delincuencia, pero hoy enfrentan el riesgo de desaparecer ante las serias dificultades económicas que padece el país petrolero y unas nuevas regulaciones de los alquileres.

Lejos de verse abarrotados como hasta hace poco tiempo, los comercios hoy muestran una desoladora cara con algunos locales cerrados y tiendas con estantes vacíos en los que solo pululan aburridos vendedores que matan el tiempo leyendo, navegando por el internet o charlando con sus colegas.

En los pasillos de los conglomerados comerciales el escenario es aún más dramático. Algunos corredores permanecen medio oscuros y desaseados, con escasa presencia de vigilantes debido a los fuertes recortes de gastos de servicios que hicieron los condominios de los centros comerciales para tratar de sobrevivir.

En algunos casos, ello implicó el despido de cerca de 60 por ciento del personal de seguridad y mantenimiento, indicó un ejecutivo del sector que se abstuvo de dar su nombre debido a que no estaba autorizado para brindar declaraciones.

El sector de los centros comerciales, que entre finales de los años 1990 y el 2007 vivió un importante auge gracias al salto del consumo que le permitió pasar de 250 conglomerados comerciales a unos 400 en todo el país, encara otro problema: una regulación que aprobó el presidente Nicolás Maduro en noviembre pasado que redujo drásticamente los alquileres comerciales en un intento por abatir la inflación.

“Me da lástima Venezuela porque vemos que va para abajo… va declinando y cada vez como que encontramos menos cosas”, comenta Sánchez, al expresar malestar por el aumento de la escasez de productos en el país.

“Hace un año atrás yo venía los fines de semana a comprar y hacía mis mercados de mi ropa y ahorita no he podido porque los precios están muy elevados y no hay mucha variedad”, afirma Libia Molleja, una estudiante de 18 años.

El desabastecimiento es, junto con la inflación y la creciente delincuencia, uno de los principales reclamos que han movido las protestas callejeras.

La escasez de productos que afrontan algunas tiendas tiene que ver con una decisión de Maduro de rebajar los precios en más de 30% para tratar de combatir la galopante inflación, que alcanzó en febrero una tasa anualizada de 57.3%.