Economía

Cloro y café son alternativa para el Corredor Seco

Dos pequeñas cooperativas, una para la producción de cloro y otra de café, están revolucionando la vida en el Corredor Seco de Guatemala: por primera vez, los campesinos de una de las regiones más pobres del país centroamericano tienen una alternativa a la agricultura, que ha sido devastada por la sequía.

Mientras doña Francisca, camiseta azul y paso cansado pero seguro, se adentra al pequeño local en busca de los insumos, doña Claudia, la más decidida de las mujeres de la aldea de Escobillal, explica los éxitos de la cooperativa.

“Desde enero se han vendido 2 mil 589 litros de cloro”, repite ante la mirada orgullosa de la decena de mujeres de la comunidad que la acompañan en esta aventura. Algunas no pueden aplaudir, tienen a sus hijos en brazos.

El pequeño proyecto, impulsado gracias a la donación de maquinaria de la cooperación sueca, ha generado ya ingresos de Q3 mil 460 quetzales  (Q459) que la cooperativa está ahorrando “por si se estropea”  la máquina y hay que arreglarla.

El cloro, que lo elaboran las voluntarias en turnos de hasta 5 horas para preparar 40 litros, lo comercializan a Q2 por litro  (US$0.2) , frente a los Q7 quetzales  (US$0.9) que cuesta en las tiendas del mercado.

Se trata de una “venta social”  con la que ayudan también a muchas familias de las comunidades vecinas, explica el técnico de la FAO Gustavo García. Gracias al cloro de Escobillal, las diarreas y problemas estomacales se han reducido drásticamente.

“Antes mucho se enfermaban los niños: tenían diarreas, vómitos” , reconoce Ismelda Pérez, sin perder de vista al pequeño Julio, de 10 años, y a Juana, de 16. Hace 8 meses que instalaron en lo alto de la montaña de Oquen un pequeño “clorador artesanal” , abastecido con la producción de la cooperativa, que purifica el agua que usan para cocinar y para lavar.

“Quisiera que todas las instituciones nos apoyaran” , insiste doña Celia, mientras doña Francisca, la presidenta de la cooperativa, acaba de remover el cloro en el interior de la pequeña instalación.

Hábil negociadora, doña Celia arranca el compromiso de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura  (FAO) , la embajada de Suecia y la municipalidad de Chiquimula para adquirir el cloro que producen en Escobillal.

Lo pueden usar para “desinfectar aguas, frutas, verduras…” , explica. Sus veinte compañeras aplauden.

En contra de la desnutrición

A unos kilómetros de allí, en la ribera del río Aguacaliente, los pobladores también han optado por unirse para tratar de esquivar la desnutrición que lacera los estómagos de los pequeños. Aquí, aprovechando la altura de la región, han apostado por el cultivo de café.

Con el apoyo de la FAO, han creado ya una pequeña cooperativa que exporta café. El objetivo es llegar a crear una fábrica de productos orgánicos. Para ello, todavía “falta mucho por hacer” , reconoce el responsable de la microcuenca de Aguacaliente, Santos Norberto.

Mientras, muchos de los miembros de la cooperativa se han unido a las prácticas sostenibles, creando sus propios huertos caseros: producen tomate, cilantro, hierbabuena… “Lo importante es diversificar la producción” , reconoce Enrique González, uno de los integrantes del proyecto.

Además de ofrecer una alternativa para la alimentación de unas comunidades donde los cultivos tradicionales, como el maíz y el fríjol, apenas se dan ya a causa de la sequía prolongada, la producción de café y el sembrado de frutas y hortalizas son también una fuente de ingresos que está revolucionando la miseria del Corredor Seco de Guatemala. 

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: