Economía

Covid-19: el turismo debe convertir amenazas en oportunidades y transformarse

Playas delimitadas con parcelas, chiringuitos de aforo limitado y la mitad de los hoteles cerrados.

Playa de Son Moll, en Capdepera, Mallorca, el 17 de julio de 2020. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Playa de Son Moll, en Capdepera, Mallorca, el 17 de julio de 2020. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La pandemia de COVID-19 está golpeando con dureza a un sector crucial para la economía. Frank Babinger, investigador de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid, pronostica un agosto atípico y señala cómo se puede sacar provecho de esta situación.

Viajar durante una pandemia mundial, ¿es posible?

No solamente es posible, sino que además es recomendable, siempre respetando las limitaciones impuestas por las autoridades del destino.

¿Qué razones hay para viajar en la situación actual?

Por un lado, tras un confinamiento más o menos intenso y prolongado, las ganas de salir y viajar han aumentado notablemente. En algunos casos, es hasta una necesidad, tanto física como anímica. Sobre todo, los niños y los adolescentes necesitan salir de su entorno para recobrar un hábito perdido durante más de cuatro meses.

Además, hay otras dos razones para viajar en estos tiempos. Las medidas de seguridad nunca habían sido tan elevadas y pronunciadas como ahora. Es tan grande la seguridad sanitaria que hasta parece más seguro viajar ahora que antes de la pandemia.

Finalmente, como la situación del sector es crítica y mucha gente no quiere (o no puede) viajar, existen ofertas de todo tipo y mucho más económicas que otros veranos.

En estos momentos, aunque todavía nos encontramos en plena temporada alta, ¿qué balance se puede hacer, cuáles son las primeras impresiones?

El balance provisional es francamente negativo. Casi la totalidad del sector está en un ERTE, sean los medios de transporte, los establecimientos hoteleros y de alojamiento en general, u otros servicios turísticos. La situación es catastrófica, con muchos establecimientos cerrados, despidos masivos y empresas en concurso de acreedores, como Pullmantur. Seguramente le seguirán muchas otras. Las perspectivas no son nada halagüeñas.

Solamente es necesario pasear por ciudades patrimoniales, hasta hace poco afectadas por la masificación turística, para darse cuenta de la situación. Ciudades como Sevilla o Toledo no son ni la sombra de lo que eran, con calles vacías y tiendas y establecimientos cerrados en pleno julio.

¿Cuál cree que será el comportamiento turístico en agosto?

Dependerá de la cantidad y virulencia de los rebrotes que están marcando la actualidad en estos momentos. Si se consigue mantener los rebrotes controlados espacial y temporalmente, se podría pensar en un leve repunte de la actividad turística.

Por el contrario, agosto será aún más limitado en este sentido. En el caso de que los rebrotes sean generalizados en España, desaparecerá la actividad turística de un día para otro, con secuelas muy graves para el sector.

¿Qué busca el turista este año?

Básicamente, seguridad. Por eso, de manera más o menos afortunada han proliferado una serie de sellos que deberían acreditar la ausencia o adaptación al virus.

¿Será el turismo nacional el protagonista de los viajes de los españoles este año?

Es una oportunidad para que redescubramos de nuevo nuestro país y es en esta dirección en la que va la mayoría de los mensajes de las autoridades. No obstante, es también el mensaje de otros países a sus conciudadanos, lo que reduce notablemente el turismo internacional, al que el nacional no puede sustituir.

Por otro lado, y como hemos comentado antes, la aparición de los rebrotes hace muy difícil prever que nos podamos mover libremente internamente. A día de hoy, las consecuencias de los nuevos focos son imprevisibles. Además, la situación económica de muchas personas afectadas de lleno por la crisis hace muy difícil que puedan viajar, por lo que se reducen las oportunidades en este sentido.

¿Cómo ha cambiado el COVID-19 el turismo en España, cuáles serán sus efectos más notorios a corto plazo?

Los cambios más importantes son los que se han señalado con anterioridad: cierre de instalaciones, alojamientos, establecimientos, etc. Descenso del número de turistas nacionales y, sobre todo, internacionales. Estos últimos no regresarán con rapidez por el miedo al virus, por las noticias sobre rebrotes en nuestro país y porque todos los países están haciendo hincapié en la importancia del turismo nacional y local.

Se trata de mensajes a veces muy agresivos por parte de los gobiernos con el objetivo de que sus ciudadanos permanezcan en su país y practiquen turismo nacional. A corto plazo, asistiremos a la desaparición de muchas empresas dedicadas a la actividad, con la pérdida de miles de empleos y la reducción de la oferta turística, acorde con la desaparición de la demanda.

¿Y a largo plazo?

Dependerá de la adaptación del sector a una realidad que se puede repetir en cualquier momento en un mundo VUCA: volátil, incierto, complejo y ambiguo (por sus siglas en inglés, Volatility, Uncertainty, Complexity y Ambiguity) que afecta a todos los ámbitos. En todo caso, la pérdida de empresas y, sobre todo, empleos será notorio también a largo plazo.

De grandes crisis surgen grandes oportunidades. ¿Se sacará algo positivo?

Ya se está sacando algo positivo y es la readaptación del sector. Siempre se ha dicho que era difícil cambiar las cosas. Este parón inesperado nos da la oportunidad de analizar la situación del sector y modificar aquellos aspectos que deben ser mejorados. No solamente por la situación de crisis actual, sino en general para mejorar el funcionamiento de la industria turística de manera global e integral.

La digitalización del sector es, todavía, una tarea pendiente y en las circunstancias actuales se puede abordar con la necesaria tranquilidad. Finalmente, la trayectoria marcada por la adaptación a los Objetivos del Desarrollo Sostenible, puede ser abordada con la necesaria concreción y sin las limitaciones de un sector dinámico que no podía parar para reinventarse.

En definitiva, el sector puede convertir amenazas en oportunidades y transformarse para adaptarse a una nueva realidad cambiante en tiempo y espacio.

¿Qué pueden hacer las administraciones públicas para paliar una crisis en el sector turístico?

En primer lugar, dar el reconocimiento que se merece al sector. Las autoridades deben manifestar su apoyo claro a la industria. España es el país turístico más competitivo a nivel mundial y el segundo país más visitado del mundo.

La competitividad de los profesionales y empresarios turísticos españoles es sobresaliente y merece el reconocimiento por parte de las autoridades. El turismo debe también ser reconocido como área de conocimiento científico y ser abordado por las administraciones públicas como lo que es: uno de los sectores más importantes del país, tanto por empleo, como por su participación en el PIB de España.

A corto plazo, la prolongación de los ERTE será un salvavidas para muchas empresas y empleados, pero a largo plazo es imprescindible profundizar en una gestión público-privada compartida entre los destinos y las empresas.The Conversation

Frank Babinger, Profesor de Geografía en la Facultad de Comercio y Turismo. Asesor del Vicerrectorado de Empleabilidad y Emprendimiento, Universidad Complutense de Madrid y María Milán García, Investigadora del proyecto “Comunicación Científica y Divulgación en la Transferencia del Conocimiento en la Universidad”, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.