Se da por descontado que en su primera sesión extraordinaria en cuatro años, el Parlamento —en el que no hay ningún opositor entre sus 612 diputados— aprobará esta ley que sustituye a una dictada en 1995 por Fidel Castro, en la peor fase de la crisis económica sobrevenida en Cuba tras el colapso de la Unión Soviética.
La ley autoriza implícitamente las inversiones de cubanos emigrados, al permitir invertir a toda “persona natural o jurídica con domicilio y capital en el extranjero”, algo que también contemplaba la ley de 1995, pero que jamás fue puesto en práctica.
La ley busca potenciar el crecimiento, que en los últimos cinco años ha estado por debajo de los planes a pesar de las reformas. La economía cubana creció apenas 2.7% en el 2013 y la meta era de 3.6%.