Esta es una industria que se enfrenta a una serie de desafíos, como lo es la apertura del comercio mundial, como parte de la globalización económica.
En el país, todo lo que se produce en alimentos, los cuales son parte de este sector productivo, lo consumen los 16 millones de habitantes, por lo que se asegura un negocio fructífero para los industriales.
El subsector de alimentos representa el 36% de la industria y es la división más grande de todas las mediciones que se realizan para calcular la producción anual.
Otros rubros industriales también tienen una dinámica importante que refuerza a esta actividad como “clave”, en el intercambio, distribución, producción y consumo de bienes.
La agroexportación, por su parte, incluye un proceso de industrialización y es uno de los subsectores ganadores, sobre todo en cultivos como azúcar, café, banano y palma africana, que se producen en distintas regiones que aportan en la generación de empleo y consumo en las familias beneficiadas, además de ser un suplidor importante en el sector manufacturero.
La punta de lanza
Hablar de la industria nacional es remontarse a los años 1950, cuando Guatemala era el polo industrial, para atender la demanda del Mercado Común Centroamericano, como un proceso de integración político y económico.
Todos los países anhelan en su estructura económica un mayor grado de industrialización y Guatemala no ha sido la excepción en este modelo productivo.
En ese esquema se instalaron fábricas de alimentos procesados, producción de neumáticos, bienes de consumo masivo en el hogar, plantas vidrieras y bebidas, y se logró ese posicionamiento respecto a otros países, recuerda Luis Godoy Lehnhoff, especialista en comercio internacional.
“La visión era cubrir el mercado centroamericano y no solo el interno. Eso ayudó a que en diferentes países se instalaran plantas industriales, entre los cuales Guatemala logró un mayor desarrollo”, afirmó.
Godoy Lehnhoff señaló que los mercados —en ese entonces— eran proteccionistas, tanto en México como en América del Sur, que incluso se exploró la instalación de una planta ensambladora de vehículos, para abastecer el mercado regional, algo que nunca se logró.
Las medidas de protección al comercio impuestas por países desarrollados para estimular la industria también apuntaló instrumentos que con el pasar del tiempo desaparecieron.
Guatemala incursionó en la década de 1990 con la liberación del comercio de bienes y servicios.
El Ahora
Por ser una de las industrias que más valor agregado conllevan, es una de las que generan más empleo por el proceso de transformación de bienes y materias primas, que es más alto en relación con otros sectores.
“El valor de un producto transformado es mayor, sobre un producto sin transformación. Ahí es donde uno ve que a la industria se la agrega el valor a la materia prima sobre aquel que no”, comentó Johny Gramajo, gerente económico del Banco de Guatemala (Banguat).
El funcionario citó como ejemplo el caso de la agricultura, sector en el cual el proceso de manufacturación es mínimo, por lo que su valor agregado es menor. Pero si se les puede generar mayor transformación, su valor aumenta.
En los registros de la banca central se identifica a unos 13 subsectores, que son los que mueven a esta actividad. Además de alimentos procesados, una actividad fuerte son las bebidas, que tienen una participación de 8 por ciento.
Otros sectores industriales con mayor incidencia son productos metálicos, maquinaria y equipo; productos de caucho y plásticos, así como la industria química.
En el 2015, el sector industria reportó 156 mil 413 trabajadores afiliados al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.
En los últimos siete años, el crecimiento promedio de la actividad industrial es de 3.3%, similar al del producto interno bruto (PIB) en ese período.
En los últimos 10 años la industria manufacturera atrajo inversión extranjera directa por US$1 mil 812.1 millones.
Lo que viene
El economista independiente Óscar Erasmo Velásquez opina que no se vislumbra una política estratégica del sector privado en este momento para impulsar el crecimiento del sector industrial, ni por el lado público en un lineamiento económico para dinamizar la actividad.
“En los últimos años, las remesas familiares han incrementado el consumo, y por lo tanto la demanda agregada, que se ha quedado estancada”, expuso.
Agregó que no se pronostica ningún sector estratégico para poder atraer importantes flujos de capital nacional, regional o internacional.
Las políticas de desarrollo industrial, explicó, se deben enfocar a largo plazo, y la industria turística podría ser una de las más dinámicas, tanto la nacional como extranjera.
En las condiciones actuales, a lo más que se puede aspirar es a seguir en el ensamblaje de medicamentos, motocicletas, bicicletas y línea blanca, con el recurso humano que se cuenta.
Godoy Lehnhoff coincide en que la nueva industria de Guatemala debe ir enfocada en generar mayor valor agregado o diferenciación, así como la preparación del capital humano.
Industria básica
La industria empezó su auge en 1960 y poco a poco comenzó a desplazar a la agricultura como principal actividad económica del país, recuerda Érick Coyoy, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar. “La participación de la agricultura se ha reducido y ese espacio lo ganó la industria”, afirmó.
En general, explicó que en la industria nacional el valor agregado aún es bajo, por los efectos de la globalización económica mundial. Algunas industrias se han retirado, como la producción de llantas, y otras alimenticias, que trasladaron su producción a otros países.
El investigador citó como ejemplo que ahora hay industrias que desde México atienden a toda la región centroamericana, cuando antes en Guatemala estaban las plantas y se hacían los procesos manufactureros.