Hasta ahora la Comisión Europea (CE) había evaluado que el impuesto generaría 55 mil millones, si todos los 27 países de la Unión Europea participaban en el proyecto.
Once países de la Unión Europea (UE), entre ellos España, obtuvieron la semana última el aval de los demás socios del bloque para gravar las transacciones financieras (TTF).
El gravamen a estas operaciones contribuiría a reducir las especulaciones financieras y estabilizar los mercados, argumentan los defensores de la idea impulsada sobre todo por Francia y Alemania.
Además, el sector financiero terminará de alguna manera pagando (aunque de manera mínima) por las convulsiones que causó en la economía mundial.
Los firmantes son Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, Eslovenia, Austria, Grecia, Italia, España, Eslovaquia y Estonia. Se trata de la primera aplicación del procedimiento de cooperación reforzada entre países europeos en el ámbito de la fiscalidad.
Los demás países europeos podrán sumarse a la iniciativa cuando lo deseen.
Según la propuesta inicial de la Comisión hace 18 meses, que podría modificarse, serán sujetas a impuestos todas las transacciones entre instituciones financieras: bancos, bolsas, sociedades de inversión, compañías de seguros, fondos de riesgo (hedge funds).
Las operaciones con acciones y obligaciones serán gravadas en un 0.1% y los contratos derivados en 0.01%. La tasa se aplica cuando al menos una entidad financiera que haya participado en la transacción esté establecida en la UE, incluso si la transacción se produce fuera de la Unión.