En la otrora potencia petrolera los precios aumentan cada vez con mayor velocidad, alcanzando niveles inverosímiles por una inflación que -según el FMI- llegaría a 1.000.000% en 2018.
Unas gafas de lectura pueden costar 1.000 millones de bolívares (unos 300 dólares a la tasa del mercado negro), y un kilo de ajo 32 millones (10 dólares), frente a un salario mínimo de solo 1,5 dólares.
Harían falta 10.000 billetes de la más alta denominación para comprar los lentes. El efectivo se esfumó y reinan las transferencias electrónicas.
Inicialmente, el gobierno planeaba eliminar tres ceros al bolívar, por lo que quitarle cinco “es reconocer la hiperinflación”, dijo Henkel García, director de la consultora Econométrica.
“Pero es un reconocimiento parcial, pues debería estar acompañado de una reforma económica para frenarla”, añadió.
El gobierno asegura que la inflación es “inducida” como parte de una guerra económica de la oposición y Estados Unidos para derrocarlo.
Pero la realidad es que el financiamiento del agujero fiscal provocó que la base monetaria se multiplicara por 250 en los dos últimos años.
El objetivo es “defender, mejorar el poder adquisitivo de la clase trabajadora”, dijo este jueves el ministro de Industrias y Producción, Tareck El Aissami.
Los ceros: amenaza informática
La eliminación de los ceros podría optimizar procesos operativos que se tornan inviables, como las transacciones bancarias, la facturación o el pago de pequeñas compras.
“Los sistemas informáticos están al límite, no hay plataforma que aguante el número de transacciones. La posibilidad de un colapso es latente”, dijo una fuente bancaria.
Muchos supermercados deben dividir en tres o más facturas cada pago, pues su límite por transacción son 20 millones.
“La reconversión monetaria busca evitar el colapso de los sistemas financieros de las empresas: cualquier transacción es de cientos o miles de millones”, indicó el economista Leonardo Vera.
Es la segunda reconversión desde 2008, cuando el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) elimió tres ceros al bolívar.
Billetes como sal en agua
Pero los nuevos billetes se disolverán como sal en agua en apenas seis meses si el gobierno no aplica medidas para controlar la inflación, advierte Henkel García. “Tendrían que volverle a quitar ceros a la moneda”.
El alto costo de vida ya devoró una familia de billetes de alta denominación emitida a fines de 2016.
El mayor -de 100.000 bolívares- compraba unos cinco kilos de arroz a inicios de 2017; hoy, apenas un cigarrillo.
“Si la inflación sigue a 100% mensual, el billete de 500 (el nuevo de más alto valor) quedará obsoleto para diciembre”, estimó Vera.
¿50.000 litros de gasolina por una moneda?
La gasolina venezolana es prácticamente lo único que no sube, por lo que sigue siendo la más barata del mundo. Con un dólar cambiado en el mercado negro se pueden comprar 3,3 millones de litros (cada uno a un bolívar).
El absurdo llega al punto de que con la moneda de menor valor en el nuevo cono monetario, de 0,5 bolívares (50.000 bolívares de hoy), se podrían adquirir 50.000 litros.
Esa distorsión hace muy probable que el gobierno se vea obligado a ajustar los precios de los combustibles y de otros bienes y servicios fuertemente subsidiados.
“Tendremos un aumento implícito de bienes y servicios, como la gasolina”, apuntó Asdrúbal Oliveros, presidente de Ecoanalítica.
Henkel García aclara, sin embargo, que aunque el reajuste de la nafta sea alto, su precio está tan rezagado que seguirá por el piso.
Por otra parte, los pagos de montos bajos que se realizan en efectivo, como el combustible o el transporte público, podrían complicarse si el gobierno decide que convivan el viejo y el nuevo cono monetarios.
Para cargar el tanque de un vehículo pequeño, por ejemplo, los venezolanos no pagan más de 50 bolívares. Nadie sabe cómo recibirá el vuelto con las nuevas denominaciones.
Bienvenido el dólar
Maduro dio señales de apertura al anunciar que presentará ante la oficialista Asamblea Constituyente un proyecto que flexibiliza el control de cambios, para atraer la inversión extranjera.
También anunció que exonerará de impuestos y aranceles, por un año, las importaciones de materias primas, insumos y maquinaria, incluso usada.
Sin embargo, estas medidas solo serán relevantes “si hay estabilidad económica que atraiga inversiones”, opinó el economista Luis Vicente León.
El ministro de Industrias y Producción, Tareck El Aissami, aclaró empero que este “programa para la prosperidad” busca consolidar el socialismo y mantendrá los subsidios.
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