Suscriptores

Derechos Humanos: “La libertad de Cuba depende de nosotros, no de ningún gobierno”
La activista Laritza Diversent brinda asesoría legal a víctimas de violaciones a los derechos humanos en Cuba. Desde 2017, lo hace en el exilio.

Laritza Diversent es defensora de los derechos humanos en Cuba desde la oenegé Cubalex, que fundó en 2010.(Foto Prensa Libre: Cortesía UFM)
Trabajar en defensa de los derechos humanos en Cuba no es fácil. Laritza Diversent fundó en 2010 la oenegé Cubalex para brindar asesoría legal a víctimas de violaciones a libertades y derechos en su país y ha elevado los casos a entidades internacionales. Sin embargo, su labor causó malestar al régimen cubano y, en 2017, fue forzada al exilio en Estados Unidos, donde sigue su lucha prodemocrática.
Diversent visitó Guatemala para participar en el College Freedom Forum 2025, organizado por la Universidad Francisco Marroquín, y conversó con Prensa Libre sobre los desafíos de trabajar en la defensa de los derechos humanos.
¿Qué la motivó a involucrarse en la defensa de los derechos humanos?
Por mi historia de vida. Mi papá es agricultor, mi mamá tiene una discapacidad física que le limita la movilidad. Mis padres me dijeron que tenía las oportunidades que ellos no tuvieron, como la educación. Estudié y tengo un título universitario, pero no porque sea accesible para todos, sino porque me esforcé.
No le echaba la culpa a nadie. Es todo un sistema que pone obstáculos para personas como yo, y eso fue lo primero que me llevó a disentir. Soy abogada, vivía en un barrio marginal y estudié en una universidad en el centro de La Habana. Vi desigualdades muy fuertes.
Las diferencias empezaron a golpearme en el preuniversitario; fue ahí donde quise dejarlo todo. Estudiar Derecho era un sueño y, cuando salí de la universidad, me di cuenta de que era una mentira. Empecé a disentir hasta que descubrí que existían los derechos humanos, y ahí comienza mi trabajo, primero como periodista y luego al crear Cubalex, que nos permite acompañar a los ciudadanos en los procesos judiciales o legales.
Cubalex ya tiene 15 años y sigue brindando servicios fuera de Cuba, porque fuimos forzados al exilio en 2017.
¿Qué desafíos hay para quien trabaja en derechos humanos en Cuba?
Empecemos con que es un sistema de control establecido desde 1959 y que ha venido perfeccionándose. Uno de los principales riesgos es que se trata de un sistema basado en premios y castigos.
Cada aspecto de la vida está controlado por una institución que te dice cómo debes comportarte y qué puedes decir. Si te sales de ese control, vienen los castigos. Los premios consisten en poder acceder a una carrera universitaria o aspirar a un puesto dentro del Gobierno. Pero si no sigues las reglas, pierdes tu carrera y, si ya tienes una, no consigues trabajo.
Dedicarte a defender los derechos humanos implica no poder tener un empleo fijo, sufrir persecución y correr el riesgo de ir a prisión, dentro de un sistema de control diseñado desde el triunfo de la revolución y perfeccionado con el tiempo.
Estudié Derecho y tengo una maestría en derechos humanos y derecho internacional humanitario, pero la mayoría de los cubanos no conoce sus derechos básicos ni cómo protegerlos.
¿Eso la empujó a fundar Cubalex?
Fui madre a los 19 años y eso me marcó, porque ser pobre, con un hijo y estudiando, hacía que todo fuera muy difícil. Cuando me gradué y vi que obligatoriamente debía ser jueza, trabajar para el Estado y dedicarle toda mi vida, ese fue el punto de quiebre, además de todas las mentiras entre lo que decía la ley y la realidad en la que vivía.
Me decidí a ayudar por el analfabetismo jurídico que hay en la población cubana y, por eso, creé Cubalex. En Cuba hay educación, la gente sabe leer y escribir, pero eso no significa que tenga la capacidad de conocer y defender sus derechos.
Que la gente conozca sus derechos no le conviene al régimen
Claro. Si quiero crear un grupo de personas obedientes, la educación no puede ser libre ni enfocada en derechos humanos. Eso nunca va a ser conveniente para ellos.
¿Qué riesgos ha enfrentado en ese trabajo?
Empezando por el descrédito y la intromisión en la vida privada. Tu vida se vuelve pública sin que lo quieras. También el aislamiento familiar: se alejan de ti por ser la causa de que la policía los moleste.
Tienes paranoia; es un daño psicológico del que no se logra recuperar por completo. Ahora que estoy fuera de Cuba, me cuesta romper el esquema y tratar de relacionarme con mis vecinos. Las amenazas del gobierno cubano siguen.
¿Cuáles son las principales violaciones a los derechos humanos que enfrenta la población?
El nivel de violencia institucional está normalizado. La población cubana está acostumbrada al maltrato y a las humillaciones. Vive sin dignidad, pero tampoco puede quejarse porque no hay medios para hacerlo; todo termina en el mismo lugar.
El sistema está diseñado para que te frustres en el camino. Además, la situación económica es crítica: no hay medicamentos ni alimentos. No tienes un medio ni canales para denunciarlo y, cuando lo haces, las consecuencias no son solo para ti, sino también para tu familia.
¿Hay libertad de expresión en Cuba?
No, y no solo es un tema de libre expresión. No hay libertad para ejercer ningún derecho, ni siquiera libertad económica. Por ejemplo, no tienes derecho a acceder a la salud; para ellos, eres solo un peón.
¿Cuán difícil es romper con eso?
Es un proceso de convencimiento duro, porque en el momento en que decides hacerlo, debes saber cuáles son las consecuencias, como la intromisión en tu vida privada y las amenazas a tu familia.
¿Cómo ha logrado apoyar a la población desde Estados Unidos?
Salí de Cuba en 2017 y, en 2018, se implementó la tecnología 3G en los teléfonos. Eso trajo un cambio de mentalidad radical, porque estando en Cuba no tenía la posibilidad de comunicarme con tanta gente como lo hago ahora.
El trabajo que hacemos no es exclusivamente para quienes realizan activismo, aunque les damos atención especial por los riesgos que corren. Nos puede contactar cualquier persona que necesite asesoría legal o acompañamiento.
La tecnología 3G nos permitió seguir trabajando, documentando y usando la información para elaborar informes sobre derechos humanos. Por ejemplo, con las protestas del 11 de julio de 2021, ya había iniciado el proceso de examen ante el Comité contra la Tortura. Eso fue fundamental para que redujeran las sanciones a los menores de edad que habían sido detenidos. También permitió a Cubalex hacer incidencia internacional. Desde el exilio, hemos logrado incluir a Cuba en una agenda regional de la que había estado excluida.
Las nuevas tecnologías nos han permitido monitorear de cerca la situación de derechos humanos, como las desapariciones forzadas de corta duración, que vimos en las protestas del 11 de julio y por las cuales pudimos emitir una alerta al Comité contra la Desaparición Forzada.
¿La llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos complica su trabajo?
Está siendo muy difícil. De hecho, muchas organizaciones no sabemos si podremos sobrevivir. No se trata solo de que Cubalex dependa de los fondos de asistencia extranjera del Gobierno de Estados Unidos, sino de que, muchas veces, esa es la única opción.
Ha sido complicado y hemos tenido que buscar otras fuentes de financiamiento, donaciones y aplicar a otros fondos de la cooperación internacional.
La conclusión que nos ha quedado es que la libertad de Cuba depende de nosotros, no de ningún gobierno. Lo que está haciendo la administración Trump nos dice: aprendan a sobrevivir y busquen otra forma de financiamiento.
¿Cómo ve a Cuba en cinco años?
Hay una crisis humanitaria en Cuba. La sociedad civil es sumamente débil tanto a nivel interno como en el exterior.
De aquí a cinco años, quisiera que tengamos una sociedad civil fortalecida, que podamos hacer frente a quien esté en el Gobierno. Nosotros seguiremos monitoreando los derechos humanos con toda la capacidad, la fortaleza y con recursos propios. Eso espero.
- Laritza Diversent es licenciada en Derecho por la Universidad de La Habana y tiene un máster en derecho de los derechos humanos y derecho humanitario por el American University Washington College of Law, en Washington D. C., Estados Unidos. Es fundadora de la organización Cubalex, que monitorea, documenta y denuncia las violaciones a los derechos humanos en su país. Desde 2017, lo hace desde el exilio en Estados Unidos. La organización está conformada por un grupo de abogados que brinda asesoría legal gratuita y confidencial a las víctimas y personas vulnerables en Cuba.