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El baile que le cambió la vida a jóvenes guatemaltecos

El ritual competitivo, que forma parte de la cultura hip-hop, debutará en los Juegos Olímpicos de París, en el 2024.

Niños y jóvenes practican break dance en el parque Érick Barrondo. Foto Prensa Libre: Érick Ávila.

Niños y jóvenes practican break dance en el parque Érick Barrondo. Foto Prensa Libre: Érick Ávila.

En una de las entradas de la colonia El Limón, zona 18, se reúnen algunas tardes al menos 12 menores, entre adolescentes y niños, en la sede de  Hunger Relief International (HRI), que trabaja en beneficio de la niñez que enfrenta desigualdades, para aprender de arte, resiliencia y bailar break.

Los jóvenes son amables, conviven y hablan entre ellos, mientras esperan  que comiencen los talleres se les dibujan constantes sonrisas. Tienen sueños y viven con la esperanza de alcanzarlos, para tener un futuro brillante y de ser mejores personas. Todos viven en El Limón.

Afuera del centro es otra la historia. Muchas de las viviendas de esta colonia tienen la pintura descascarillada, en  otras ya no se  alcanza a distinguir de qué color estuvieron pintadas. Las personas vienen y van en las calles. No se detienen a saludar, pero reconocen muy bien a los extraños. La zona 18 es uno de los sectores catalogados como más violentos de la ciudad, se conoce como una de las zonas rojas del país, debido a los altos índices de criminalidad que se registran en el área.

En los primeros cinco meses del año, la Policía Nacional Civil  reportó que en esta zona  ocurrieron 33 homicidios, 41 personas resultaron heridas por hechos violentos; se denunciaron tres robos a viviendas, uno a comercio, 16 de vehículos, 66 de motocicletas, cinco  de armas,  nueve peatones fueron asaltados, se  presentó una denuncia por delitos sexuales y cinco por violencia intrafamiliar, según el informe estadístico de mayo pasado de la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Seguridad.

Michael López tiene 27 años, y es conocido en el mundo artístico como B-boy Chekel. Es parte de Sobrevivientes Crew – Poker Crew, uno de los grupos urbanos que se dedican a las expresiones del arte hip-hop en Guatemala. Desde hace 12 años baila breaking y ha participado en diferentes batallas en el país. Es padre de familia, y tiene claro que debe ser un agente de cambio para impactar a los niños y adolescentes.

También se dedica al arte callejero en los semáforos, en donde entretiene a automovilistas que transitan por calles de la zona 1. Además, imparte clases de esta cultura a nivel deportivo a los jóvenes de El Limón para que se formen desde pequeños y prevenir que, en algún momento, se sumen a las pandillas.

“B-Boy Chekel” les muestra a los niños cómo deben hacer las posturas para bailar breaking. Foto Prensa Libre: Esbin García.

López trabaja junto a un grupo de “Sin compañía”, el cual está compuesto por actores, actrices y pedagogos, para que los niños aprendan arte y break dance, bajo la aprobación de HRI. “El proyecto estaba armado desde hace unos años, HRI es una organización norteamericana que ya tenía a sus chicos anclados al proyecto, porque no todos quieren abarcar estas zonas. Los agentes de cambio tenemos actitud y la garra para impactar a jóvenes”, resaltó.

Un grupo de jóenes reciben clases de Break Dance en la Colonia El Limón, zona 18. La organización HRI trata alejarlos de la violencia y pandillas. Fotografía: Esbin García / Prensa Libre.

Para  levantar el cuerpo del suelo con dos manos y hacer movimientos que a una persona en su rutina normal de ejercicios le costaría realizar se requiere una práctica, de no menos de, cinco horas diarias.  Para B-Boy Chekel el baile es su pasión, y reconoce  el valor de la  disciplina para bailar.

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Fernando Juárez, director del Ballet Moderno y Folklórico de Guatemala, explicó que la vida es movimiento y desde que hay movimiento hay vida, y cuando los jóvenes tienen contacto con el arte de la danza o el movimiento tienen la posibilidad de expresar sentimientos que no dicen con palabras y que reprimen.

“Es muy importante porque muchas veces hay muchos miedos y tabúes que la misma sociedad nos impone o la estructura social nos ha implementado y que el joven no haya un lugar para posicionarse”, afirmó.

Al otro lado del mundo

Carlos David Catún Quintana tiene 30 años,  es más conocido como B-boy Gatoty, su nombre artístico en el break dance. Desde hace años compagina su pasión como docente de esta disciplina en Noruega. En el 2009 comenzó a competir como bailarín en otros países, como en El Salvador. Un año después participó en el mundial de breaking en Francia con su equipo Chapin Crew.

B-boy Gatoty vivió en la colonia San Juan de Dios, zona 6, una de las zonas que más citan los medios para reportar homicidios, femicidios o capturas por extorsión. El artista estudió Diseño Gráfico, pero guardó su título  y se dedicó por completo al break dance. “Bailo breaking porque es una forma de libertad que encontré en mi barrio. Soy de una zona roja, pero desde que tuve acercamientos a esta disciplina y al hip-hop mi vida dio un giro y agarró otros rumbos. Nunca pensé que por lo que me gusta hacer ahora viajo por el mundo”, narró.

En palabras de Catún, una persona joven en el país es vulnerable para hacerse miembro de una pandilla, porque las personas y los “amigos” influyen para que comiencen a delinquir. “En las zonas rojas esto es el pan de cada día. (…) Uno en Guatemala está muy vulnerable para integrarse a una pandilla, pero en mi caso fue diferente”, dijo.

El guatemalteco es reconocido como artista en Noruega, imparte clases de breaking y también ha sido elegido como jurado en temas de arte. Ninguno de estos reconocimientos los alcanzó en Guatemala, debido al estigma social y las pocas oportunidades que tuvo como bailarín.

Para Victoria Tubín, socióloga y catedrática universitaria  kaqchikel, los estigmas se deben vincular a una sociedad muy clasista en donde hay civilización, pero para entrar en ella hay que llenar parámetros sociales, y estos jóvenes no son considerados  personas normales y los asocian a grupos delincuenciales.

“Ellos –los bailarines de break dance— están estigmatizados no porque quieran, sino porque la misma sociedad los condiciona y los obliga a estar en ese espacio. Muchos otros, aunque son buenos artistas, no pueden tener otro espacio, porque hay tantos parámetros para los artistas, y como no cumplen con ese nivel, los estigmatizan”, explicó.

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Además, señaló que no hay que dejar de verlos como seres humanos, a quienes afecta que la sociedad los vea como  problema y no como aporte, por lo que apela a que se les dignifique y se les reconozca por su trabajo.

Niños y adolescentes bailan breaking en el parque Érick Barrondo. Foto Prensa Libre: Érick Ávila.

La psicoanalista Silvia Moino señala que la estigmatización social proviene de grupos que tienden a ver el mundo de forma lineal, por lo que no solo el break dance, sino que cualquier otra forma de expresión, tiende a ser rechazada. “Es estigmatizado algo a lo cual no estamos acostumbrados. La estigmatización tiende a rechazar y a criticar de manera negativa esas expresiones”, recalcó.

“Estas formas de expresión artística siempre son un punto positivo para los jóvenes, ya sea el break dance o cualquiera, sobre todo en períodos como el que estamos viviendo —la pandemia—, que creo que es a los jóvenes a quienes más está impactando. Por eso es bueno fortalecer y desarrollar este tipo de expresión, ya que les permite conocerse en otro ámbito y desarrollar sus capacidades”, destacó.

Juárez considera que cuando una persona no tiene un objetivo claro en su vida y obtiene todo rápido sin hacer mayor esfuerzo por medio del movimiento, con el proceso y la práctica puede aprender a trazarse metas, porque mientras estén ocupados no pesarán en delinquir. “El arte logra cambios, ser proactivos”, afirmó.

Escuelas Abiertas

En el gobierno de Álvaro Colom se pusieron en marcha las Escuelas Abiertas, emulando el modelo que tuvo buenos resultados en Brasil y el cual era impulsado por la Unesco. En tres años, 220 centros fueron abiertos en 156 municipios del país, que benefició a 278 mil menores.  Este programa buscó la construcción de espacios para jóvenes y niños; además, lograr que los menores fueran reconocidos como protagonistas de su vida.

Para Héctor Canto, exviceministro técnico de Educación en el mandato de Jimmy Morales, las Escuelas Abiertas fueron un espacio de inclusión para la niñez y juventud que no estaba siendo atendida por ningún programa educativo. Funcionaba los sábado y domingos, y los menores recibían talleres sobre deportes, arte, cultura, computación, inglés y comunidad.

“Había jóvenes que, tal vez, tenían alguna apariencia y que en los barrios eran considerados pandilleros, porque así decían los vecinos. En Escuelas Abiertas encontraron un espacio y se transformaron. Se volvieron protagonistas”, resaltó. Agrega que en casi todos los centros educativos hubo un instructor de break dance.

B-boy Gatoty recuerda las Escuelas Abiertas, porque fue uno de los instructores que impartía breaking en escuelas de San Pedro Ayampuc, y se dio cuenta que muchos de los menores necesitaban el arte en su vida, porque no tenían otro lugar para expresarse. Además, durante los talleres les daban comida y afirma que muchos de ellos necesitaban esos alimentos, porque sufrían muchas desigualdades sociales.

En el parque Érick Barrondo también práctican B-girl. Foto Prensa Libre: Érick Ávila.

“Para mí era una buena oportunidad para los jóvenes. Di clases ahí. Tengo alumnos que están bailando break; hay uno en especial que viaja, que está en Argentina. Él también se fue de Guatemala porque no había oportunidades, pero amaba lo que hacía. Viaja con el arte que aprendió en esta Escuela Abierta”, resaltó.

El artista afirma que en Guatemala debería haber programas para incentivar la danza en la niñez y juventud, porque él hace cinco años salió del país porque no tenía ninguna oportunidad de desarrollo. “Quisiera que el gobierno tuviera una institución que se hiciera cargo de todos estos jóvenes que no tienen un lugar para practicar, la cultura hip-hop no tiene un espacio en Guatemala”, enfatizó.

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Claudio Magnífico, exdirector del programa de Escuelas Abiertas, explica que esa iniciativa fue contextualizada a los problemas sociales del país, y con base en un estudio encontraron que la violencia de la que eran víctimas jóvenes, o  los victimarios, tenía un alza en los fines de semana, por lo que concluyeron que era necesario abrir un espacio comunitario para impartir talleres los sábados y domingos.

Aclaró que en esa época —2007— les costó trabajo encontrar talleristas que impartieran  break dance,  no había bailarines. Sin embargo, conforme se expandieron los talleres, descubrieron que muchos niños y adolescentes eran muy talentosos para bailar, incluso algunos participaron en Bélgica y ganaron premios del concurso. Además, desde el programa generaron batallas municipales, departamentales y nacionales para que hubiera competencias.

Magnífico explicó que, para ese entonces, el Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible hizo un estudio que  determinó que  Escuelas Abiertas fue un bastión importante para la reducción de homicidios en Guatemala, por qué de otra forma no sé explica cómo en cuatro años descendieron casi 20 por ciento.

“El estudio reveló que Escuelas Abiertas fue muy importante en ese descenso, porque los jóvenes que no tenían oportunidades se involucraban en la venta de drogas, en pandillas y crimen organizado, pero se involucraban en las escuelas aprendiendo algún taller y educándose. En el 2012 –con el gobierno de Otto Pérez Molina- se cambió el nombre al programa y de varias decenas de  miles de jóvenes atendidos cada fin de semana pasaron a atender a cinco mil, porque cambiaron la estructura y se fueron los técnicos especializados de cada departamento”, contó.

Magnífico atribuye el final del programa a que fue desmantelada su estructura, cambiaron a los técnicos en los departamentos y  redujeron el presupuesto para su funcionamiento.

Historia nacional

En palabras de Jorge Yavac, de  33 años, conocido como Drage 17  en el break dance, esta disciplina fue aprendida por bailarines de forma empírica, pero sin tener claros los nombres de sus fundamentos. Ha intentado documentar los inicios del breaking en Guatemala, conserva reportajes publicados en  diferentes medios y  afiches de  batallas  en el país.

“Aquí en Guatemala surgió una pandilla denominada los Break 33, pero tenía el concepto de las películas y vídeos que miraban de Estados Unidos. Así adoptaron su vestuario, su forma de hablar y bailar”, explicó.

Añadió que a principios de los 2000 se veían grafitis,  relacionados con el hip-hop. Pero recuerda que en el 2004  empezaron  los primeros festivales de break dance en el Cerrito del Carmen. Para ese entonces,  los b-boys vivían en Villa Nueva y Tierra Nueva, y tenían fundamentos para sus movimientos, debido a que un misionero del Reino Unido les enseñó algunos de sus pasos.

En el 2007, esa disciplina tuvo un cambio  y crecimiento importante en el país, debido a que  un grupo de b-boys liderado por el salvadoreño conocido como Milo permitió que varios grupos  afinaran  sus fundamentos.

Drage 17 considera que las Escuelas Abiertas  fueron importantes para la comunidad del breaking, porque se expandió a la provincia, y actualmente en Xela hay grupos muy activos.

El mundo se prepara para girar sobre sí

La elección del break dance en el programa de las Olimpiadas de  París 2024, según sus organizadores, dará al evento una dimensión “más urbana y artística” y se acerca al público más joven; además, responde a una demanda social, pues en Francia este baile  tiene gran importancia.

París 2024 es el segundo comité organizador que ha  propuesto al Comité Olímpico Internacional (COI) deportes extras, como parte de las reformas de la Agenda Olímpica 2020.

Según el sitio del COI, “los  deportes que París ha propuesto —breaking, skateboarding, surf y escalada— están alineados con la Agenda Olímpica 2020, porque contribuyen a que el programa sea más equilibrado en cuanto a género y más urbano, y ofrecen la oportunidad de conectar con las generaciones más jóvenes”.

En el mundo se preparan bailarines de Break Dance para competir en los Juegos Olímpicos de 2024. Foto Prensa Libre: Érick Ávila.

“Los deportes propuestos están en consonancia con estos principios y mejoran el concepto general de Juegos dinámicos de París 2024, que se enfoca en la inclusión, en inspirando a un nuevo público y acogiendo unos Juegos socialmente responsables”, dijo en el 2019 el presidente del COI, Thomas Bach.

El 7 de diciembre del 2020, el COI confirmó el programa olímpico de París 2024. Y desde entonces varios países hablan de la preparación de los jóvenes que participarán en breaking.

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Este baile obtuvo medallas en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018, donde hubo 12 plazas. El guatemalteco Víctor Mendoza, originario de Aguacatán, Huehuetenango, estuvo a punto de clasificar para esas justas.

El Comité Olímpico  Guatemalteco no dio  información sobre si el país será representado en esa disciplina en el 2024.

En el país hay algunas academias privadas que forman a los jóvenes en esa disciplina, mientras que en Europa existe la Federación Internacional de Baile Deportivo, que aglutina a los bailarines de break de esa región y ha organizado batallas en campeonatos de distintos niveles con participantes de 30 países.

En la página web de esa organización se define que el breaking —también llamado b-boying o b-girling— “es un estilo de baile urbano que se originó a mediados de los 70 en el Bronx, de la Ciudad de Nueva York.

Los primeros innovadores  fueron jóvenes afroamericanos y puertorriqueños. Durante los siguientes  40 años, el breaking ha progresado  hasta convertirse en una forma de arte cultural reconocida internacionalmente, con elementos de danza urbana entrelazados con un atletismo extraordinario”.

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