Comunitario

Intelectual servidor

El sacerdote mercedario José María Delgado Varela llegó a Guatemala el 3 de diciembre de 1969, a la edad de 52 años, interesado en recopilar el trabajo literario del poeta gallego Antonio Rey Soto, que vivió en nuestro país de 1925 a 1930.

El padre Varela, como se le conoce, venía por dos años, según lo planificado con el provincial de Aragón, fray Juan Parra Benítez, pero después de 46 años no ha regresado a su natal Santiago de Compostela, España.

Se quedó entre nosotros como apóstol de los presos y de los pobres, y para encender la espiritualidad de muchos guatemaltecos, a quienes ha servido con su intelectualidad, voluntad, respeto y perseverancia.

Delgado Varela renunció en el 2011, por su avanzada edad, a los cargos de capellán general de Presidios (1970) y director de la Parroquia Personal Penitenciaria (1973), con sede en el templo de Belén, zona 1 de la capital. Ahora vive en el convento de Nuestra Señora de la Merced, Antigua Guatemala, Sacatepéquez.

Pocas palabras

Prensa Libre visitó al padre Varela para entrevistarlo. Estaba abrigado con una manta y bajo un velo que lo protegía de los insectos, sentado en una silla de ruedas, pues a sus 98 años se le dificulta caminar.

Saludó con voz tenue, con trato amable y su mano con poca fuerza. “No me acuerdo”, “no sé”, respondió con mirada apacible a preguntas sobre su vida, logros, labor pastoral y vida intelectual, con la convicción de alguien que prefiere no estar en el pasado. Ahora vive una etapa de concentración vital y vida contemplativa, añadido a que toda su vida se ha alejado del protagonismo y los honores.

“Es un hombre de Dios, es una persona que ha hecho un camino intenso y ahora vive con coherencia; no se queja, tiene paciencia, es respetuoso, piadoso, reza con devoción, vive con sencillez”, dice fray Fernando Ruiz, que ha estado cerca de él los últimos dos años y lo cuida junto a otros sacerdotes y frailes. “Está bien de salud, apenas toma una pastilla al día. Nosotros lo vestimos, le damos de comer y cuidamos de él”, indica.

La paciencia y disposición del padre Varela son el resultado de muchos años de vida y servicio. Hace unos días, el vicario provincial para Centroamérica de la Orden Mercedaria, José Zaporta, le dijo: “¿Está disponible para que lo traslade de comunidad?” Y el padre Varela contestó: “Disponible cuando quiera, disponible para todo”. “Esa ha sido su filosofía de vida, porque estar al servicio de los demás lleva a estar atento a otros”, comenta Ruiz.

Frutos de vida

El historiador Roberto Mayorga, biógrafo del padre Varela, con quien le une entrañable amistad, refiere que la costumbre de llamarlo por su segundo apellido se originó en el convento de Sevilla, en 1955, para diferenciarlo del tío: sacerdote Ricardo Delgado.

Varela es investigador de literatura y escritor, así lo demuestran sus trabajos acerca del poeta Rey Soto, con quien convivió cinco años, y del también gallego, teólogo, filósofo y filólogo Ángel Amor Ruibal.

En 1974, el padre Varela impulsó la Renovación Carismática en el país, con asombrosos efectos de conversión y reforma de vida. Dijo que este movimiento era un soplo del Espíritu Santo en la Iglesia Católica y le ha dedicado muchas horas de estudio y labor pastoral. La Casa de Oración, en la 12 avenida y 13 calle, zona 1 de la capital, se fundó como fruto de ese trabajo.

Satisfecho

El 12 de noviembre del 2008, el padre Varela fue elegido miembro honorario de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. En esa ocasión dijo: “A pocos días de cumplir 92 años de edad, hago lo que puedo y no lo que quiero. Incluso mi servicio pastoral se ha reducido por las limitaciones físicas. Le ofrezco a Dios mis achaques y me gozo con mis limitaciones. Y todo me complazco en ofrecerlo a Dios, sin pesar y con alegría. Me gusta decir que lo que Dios permite, yo también lo permito”.

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