Son, en su mayoría, personas que no gozan de todas sus facultades mentales, abandonadas a su suerte por los familiares. Una práctica común que se vive en estos nosocomios día a día y que se hace más visible con la proximidad de las fiestas de fin de año.
En la unidad de Neurocirugía, en el 3er nivel del hospital, las camas 15, 16 y 19 están ocupadas por pacientes que perdieron la noción del tiempo.
Uno de ellos es Neftalí García, de 58 años quien fue operado en la cabeza por varios hematomas luego de un accidente. “Está desde el 25 de diciembre. Desde ayer tiene egreso y su familia no ha venido”, informa uno de los enfermeros de esta sección habilitada para 32 camas.
En la cama 16 permanece como XX 2015-361 un hombre de aproximadamente 41 años quien dice llamarse Christian. Está desde el 21 de noviembre y solo se sabe que ingresó por un trauma cráneoencefálico. Está consciente aunque sus respuestas son incoherentes.
Nazario Hernández Reyes, de 69 años, se encuentra en la cama 19 desde el 18 de diciembre. Tiene el mismo cuadro y aunque todavía no tiene egreso autorizado no hay familiares que pregunten por su paradero.
Para los enfermeros de este hospital esta es una situación común. Comparte que muchas veces son indigentes, por quienes, en algunos casos, esperan un tiempo prudencial para que los reclame algún pariente, pero en otros casos terminan por buscarles un asilo donde los puedan recibir, aunque este es un trámite largo y complicado.
Según datos de la PDH, hay solo dos hogares estatales para adultos mayores: Fray Rodrigo de la Cruz, en Antigua Guatemala, y Niño de Praga, en el hospital de ortopedia Luis von Ahn, en la capital. Además, existen 108 hogares que funcionan gracias a donativos y la iniciativa privada, según la base de datos de la PDH hasta el 2014.