“Creo que Rusia necesita ser muy cuidadosa en los juicios que hace desde ahora. No estamos buscando confrontación, pero estamos dejando claro que todos los países deben respetar la integridad territorial, la soberanía de Ucrania”, afirmó John Kerry en una entrevista con el canal estadounidense MSNBC.
En la misma línea, pero sin mencionar directamente a Rusia, el portavoz adjunto de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo a los periodistas que hay “actores externos” que deberían “respetar la soberanía e integridad territorial” de Ucrania y poner fin a sus “acciones y retórica provocativas”.
Por aparte, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, negó ayer que la orden del presidente Vladimir Putin de poner en alerta a las unidades militares esté relacionada con los acontecimientos en Ucrania.
Shoigú afirmó que Rusia toma las medidas necesarias para garantizar la seguridad de sus bases en el extranjero, incluida la naval que se encuentra en el puerto ucraniano de Sebastopol, Crimea, donde se han visto en los últimos días manifestaciones prorrusas.
De nuevo, Kerry instó a Rusia a “escuchar con detenimiento a los ucranianos que han expresado su deseo de cambio” tras las protestas de las últimas semanas, que han desembocado en la salida del presidente Víktor Yanukóvich, quien había sido apoyado por Rusia.
Ayer, tres expresidentes de Ucrania, Leonid Kravchuk, Leonid Kuchma y Víktor Yúschenko, denunciaron la intervención de Rusia en los asuntos internos ucranianos, en particular en la península de Crimea, de mayoría rusohablante.
Pese a las tensiones, el proceso de transición política continuaba en Kiev, donde el Maidán, bastión opositor ucraniano durante las protestas contra Yanukóvich, aprobó ayer la composición del Gobierno de Unidad Nacional con Arseni Yatseniuk como primer ministro.
Tensión en Crimea
La tensión se hizo palpable en Simferópol, la capital de la república autónoma de Crimea, en el sur de Ucrania, entre la mayoría rusoparlante, temerosa tras el cambio de poder en Kiev, y la minoría tártara favorable al mantenimiento del statu quo en la península.
Miles de manifestantes prorrusos y proucranianos se congregaron ante el Parlamento de Crimea, que debatía si apoya a las nuevas autoridades ucranianas que tomaron el poder tras el derrocamiento del régimen de Yanukóvich.
“¡Abajo la bandera de Rusia!”, “¡Gloria a Ucrania!”, gritaban los manifestantes tártaros —proucranianos—, que pretendían impedir la celebración de la sesión parlamentaria, alegando que la mayoría prorrusa se proponía abogar por el separatismo de Crimea.
Aunque el presidente del parlamento local, Vladimir Konstantínov, aseguró que estaba excluida cualquier discusión sobre una posible secesión de Crimea, eso no calmó los ánimos, y entre los dos grupos opuestos de manifestantes estallaron enfrentamientos y se lanzaron piedras, botellas, cajas y palos.
Crimea cuenta con unos dos millones de habitantes, de los cuales casi un 60 por ciento son rusos, un 25 por ciento ucranianos y un 12 por ciento tártaros.