Guatemala

El médico guatemalteco que atendió a sus pacientes hasta el último momento

Eduardo Antonio López Lagrange destacó por la entrega a su vida espiritual, a su familia, así como la labor con sus pacientes.

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El médico Eduardo López falleció recientemente. Junto a su esposa, Nancy, vivió más de 40 años. Tuvieron cuatro hijos. Aquí una fotografía con sus nietos.  (Foto Prensa Libre: cortesía)

El médico Eduardo López falleció recientemente. Junto a su esposa, Nancy, vivió más de 40 años. Tuvieron cuatro hijos. Aquí una fotografía con sus nietos. (Foto Prensa Libre: cortesía)

El 4 de septiembre del 2021, aun en su lecho de dolor, ocasionado por una gravedad pulmonar, el médico Eduardo López no dejaba de contestar llamadas telefónicas, hasta que tuvo que intervenir el médico de turno y le dijo con aire molesto a Nancy, su esposa: “¡Quítele los celulares al doctor. Él debe estar tranquilo y descansando!”. Cuando ella llegó a quitárselo, le dijo: “¿Qué hago con mis pacientes? ¡Me necesitan!”.

Nunca pensaba en él, siempre su prioridad eran sus pacientes, por ellos viajaba todas las semanas el domingo, luego de ir a misa, rumbo a Esquipulas, donde tenía una pequeña clínica. Allí atendió durante 17 años ininterrumpidos a pacientes de todo el oriente de Guatemala y frontera de Honduras y El Salvador, y el martes por la tarde regresaba a la capital para continuar sus servicios médicos.

Eduardo, cariñosamente Guayo, fue pionero en telemedicina, hoy tan promovida por causa de la pandemia. Así fue como tuve la dicha de conocerlo hace más de 20 años. Escuchaba sus programas médicos a través de Radio Kyrios, y me maravillé de la forma en que atendía a sus oyentes —pacientes— que llamaban de muchos rincones de Guatemala, donde la atención en salud primaria era totalmente deficiente.

Desde entonces, se convirtió en mi médico de cabecera, y luego de muchos diálogos e insistentes peticiones, accedió a abrir una clínica en la provincia, concretamente en Esquipulas, Chiquimula, que se convirtió en su segundo hogar.

Camino de servicio

En su juventud, con esfuerzo logró estudiar Medicina en la Universidad de San Carlos, donde se graduó en 1980. Luego de haber sido médico residente en el Hospital Latinoamericano, estudió su especialidad en Medicina Interna en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, entre 1985 y 1989, y continuó sus estudios de especialización en Medicina Estética, especialmente en reducción de peso, y fundó una clínica dedicada a ello.

Guayo era consciente, al igual que su Maestro, que primero hay que curar el alma antes que remediar los dolores del cuerpo, y por eso les dedicaba tiempo suficiente a cada paciente, los animaba a vivir plenamente su fe y confianza en Dios. Luego de una atenta y amable escucha pasaba al segundo tema, la salud del cuerpo.

Estudió para ser agente de pastoral en su parroquia, y se convirtió en catedrático de la Escuela de Formación Cristiana del Decanato 6, de la Parroquia Inmaculado Corazón de María.

Con ese bagaje cultural y teológico-pastoral, enriqueció, en sus viajes a Esquipulas, a los oyentes de la emisora local La Voz del Señor de Esquipulas, donde dirigió durante 17 años el programa Verdades de fe y Charlando con el doctor.

Falleció luego de haber recibido los auxilios sacramentales esta semana, el pasado 6 de septiembre, y pudo contemplar toda la verdad escatológica que enseñó con tanto fervor y convencimiento durante largos años.

Su calidez humana, aunque a veces cubierta de timidez se desbordaba en la atención a sus queridos nietos, con quienes se inventaba juegos y compartía momentos inolvidables.  (Foto Prensa Libre: cortesía)

Al día siguiente a su sepelio, se recibió un donativo del extranjero en memoria del médico por US$250, cerca de Q1,975, y se utilizó inmediatamente para la compra de oxígeno para una paciente de covid-19 que necesitaba con urgencia ese auxilio. Así, él siguió dando vida después de su muerte.

“En vida fue mi apreciable y querido doctor.  Eduardo Antonio López Lagrange fue un excelente médico un gran amigo mi consejero y por todo el tiempo que fue nuestro médico solo me queda decirle gracias, infinitamente gracias por darnos tantas palabras de aliento cuando más lo necesitamos, por darnos la medicina adecuada cuando creíamos que no podríamos tener salud física el con su gran sabiduría nos dio la correcta mi corazón, esta triste pero confiando en mi Dios que el lo recibirá en su santo reino.  Hermelinda Salazar y Karen Salazar, pacientes en Chiquimula

 

*Monje benedictino, phdlopez@gmail.com

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