El funcionario está convencido de que los ataques perpetrados en los últimos nueve días con bombas caseras y morteros hechos explotar en buses, tiendas, comedores y lugares donde con más suerte fueron desactivados a tiempo, tienen su raíz en la “violencia dirigida por pandillas”. “Los conocemos y ellos nos conocen”, dijo Rivas Lara.
El ministro recordó que formó parte del plan para erradicar las pandillas que consiguió que 200 pandilleros fueran procesados, entre ellos Aldo Dupié Ochoa Mejía, alias el Lobo, jefe máximo del Barrio 18 durante una década y que en 2011 fue condenado a más de 190 años de cárcel por la muerte de 11 pilotos.
“¡Por supuesto que los investigué!”, afirma el exjefe de la Sala de Escuchas del Ministerio Público.
El más violento ocurrió el 6 de marzo.
2 semanas consecutivas de ataques al transporte.
2 ataques fallidos.
En esa época, Ricardo Guzmán —actual viceministro de Seguridad— era fiscal de Delitos contra la Vida, con quien Rivas Lara trabajaba para atrapar a pandilleros.
A ese equipo se sumó Juan Francisco Solórzano Foppa, —actual superintendente de Administración Tributaria—, quien tuvo un paso fugaz por la Fiscalía Especial contra la Impunidad (Feci), pues se dedicó a la lucha contra las pandillas.
Rivas Lara señaló que hablará con evidencias cuando se le preguntó si ve un plan de desestabilización en su contra, anque no lo descarta. Reiteró: “Hasta no tener pruebas, no lo afirmaremos”.
Sembrar terror
La acción de las clicas va más allá de las extorsiones y responde a una estrategia de sembrar el miedo colectivo, a la que la ciudadanía reaccionará con más demandas de seguridad, de acuerdo con la analista Liceth Jiménez, decana de la Facultad de Ciencias Forenses e Investigación Criminal de la Universidad de Occidente.
Los ataques ocurren en la capital y las áreas colindantes, de manera aparentemente aleatoria, lo cual coincide con que las pandillas tienen la facilidad de movilizarse y están dispersas en esos territorios, además de estar organizadas, agregó la experta.
No puede responsabilizarse solo a las pandillas, y específicamente de la Mara 18, dijo José Martí Guilló, director de la carrera de Investigación Criminal y Forense de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar.
Los motivos podrían ser las extorsiones o la lucha de poderes que surge cuando se busca recuperar una zona en donde alguna vez hubo presencia policial pero fue temporal.
Guilló explicó que es esencial comprender que este tipo de acciones violentas son advertencias de otras acciones que en el futuro podrían conllevar mayor carga de crueldad, con el fin de sembrar el terror.
No obstante, Rivas Lara aseguró que febrero ha sido el mes menos violento en los últimos ocho años.
Pandillas están detrás
“Las pandillas pretenden sembrar el terror urbano en puntos focales de locomoción”, considera la analista Liceth Jiménez, quien refiere: “Los materiales que usan para hacer las bombas son combos de productos de fácil compra que
al mezclarlos son altamente inflamables”.
La experta añade: “Si se produce la explosión, se garantiza el terror”.
Problema urbano
“Se trata de zonas en donde las fuerzas de seguridad están tratando de entrar; puede ser una reacción en contra de ciertas áreas”, opina José Martí Guilló, profesor de Criminalística de la Universidad Rafael Landívar.
“Cuando se deja un área sin la autoridad suficiente tiene que haber alguien que cree autoridad buena o mala; ahí es donde nacen los pandilleros o narcotraficantes que toman posesión del terreno”, comenta.