Migrantes

Mientras llegan soluciones, migrantes centroamericanos en Guatemala insisten en llegar a EE. UU.

Migrantes centroamericanos huyen de la violencia y la pobreza que afecta a sus países y se aventuran en un viaje peligroso hacia EE. UU.

La nicaragüense Daneris Zepeda espera en la Casa del Migrante para continuar su viaje a EE. UU., desde donde fue deportada en marzo pasado. (Foto Prensa Libre: AFP)

La nicaragüense Daneris Zepeda espera en la Casa del Migrante para continuar su viaje a EE. UU., desde donde fue deportada en marzo pasado. (Foto Prensa Libre: AFP)

El hondureño Henry ha intentado dos veces, sin éxito, llegar ilegalmente a Estados Unidos. Recientemente devuelto, hace tránsito en Guatemala, donde este domingo 6 de junio la vicepresidenta Kamala Harris inicia una visita para abordar el problema de la creciente migración.

“Decidí salir de mi país porque hay bastante violencia, pocos recursos, no hay oportunidades de trabajo”, explica el hombre de 33 años, recién llegado a la Casa del Migrante, en Ciudad de Guatemala, que acoge a personas ya sea que estén de ida o de retorno.

Su hija, hoy de 9 años, vive en Estados Unidos con su madre, también migrante, y su anhelo es poder verla. Henry autorizó legalmente el viaje de la niña hace 5 años, con la esperanza de poder, luego darle el alcance.

En este último intento de ir a Estados Unidos llegó hasta Palenque, México, frontera sur de Guatemala. Convencido, pese a infortunio, asegura que volverá a intentar llegar a suelo estadounidense.

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“No digo que no [voy a volver a intentar], porque sí me motiva bastante volver a abrazar a mi hija y, además… eso es lo que más me dolía, porque soñaba con abrazarla, llegar a abrazarla”, dice, mientras trata de secar las lágrimas que se le escapan por debajo de su mascarilla anticovid.

Como él, miles de centroamericanos inician a diario un peregrinaje que suele salir de Honduras y pasar por Guatemala y México, hasta la frontera con California, Arizona, Nuevo México o Texas.

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Cuentan que huyen de la violencia que golpean a sus países, pobreza y falta de empleo, lo que ha empeorado tras la pandemia de covid-19 y el paso de huracanes, flagelos que Washington intenta aplacar con los gobiernos de la región.

“Estados Unidos está comprometido a continuar sus esfuerzos con Guatemala para crear una respuesta integral a la migración irregular y abordar sus numerosos peligros”, dijo el sábado la embajada de Washington en Guatemala, en un comunicado.

La creación de grupos de trabajo con Guatemala para abordar el tema fue uno de los anuncios en la antesala de la llegada de Kamala Harris, designada por el presidente Joe Biden para atender las causas de la migración irregular, uno de los asuntos más complicados de su administración.

“No vengan”

“Los inmigrantes enriquecen nuestra sociedad. Los inmigrantes han sido y siempre serán esenciales para el éxito de Estados Unidos”, dijo recientemente el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, antes de visitar Costa Rica la semana pasada.

Pero insistió en que no deben hacer un viaje peligroso, donde están a merced de la delincuencia y de los peligros de una geografía accidentada.

“No vengan”, aseguró. “Estados Unidos lo ha dicho claramente, y lo diré nuevamente, la gente no debe hacer este peligroso viaje a nuestra frontera”, insistió.

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Pero ante los riesgos y mientras las soluciones en sus países llegan “los inmigrantes no se detienen, hay unos que nunca dejan de seguir su ruta, siempre”, considera Henry. “Estados Unidos lo que debe hacer es dar más oportunidades porque hay muchos que sí van motivados para allá, pero sufren”, agrega.

Blinken urgió a Centroamérica a defender la democracia y combatir la corrupción para luchar contra las causas “de raíz” de la afluencia de migrantes, en un momento en que las tensiones con ciertos países complican la tarea de Washington.

“Tenemos que darle a la gente un sentido de esperanza, de que la ayuda está en camino, de que, si se quedan, las cosas mejorarán”, ha dicho Harris por su parte.

“Sufrimos bastante”

La nicaragüense Daneris Zepeda, de 21 años, también emprendió viaje en marzo a Estados Unidos, junto con su esposo, pero fue deportada y espera en la Casa del Migrante -administrada por misioneros católicos scalabrinianos- retomar su camino a casa.

“Yo iba a los Estados Unidos con el sueño de [hacer dinero para] comprar una casa porque no tengo donde vivir, pero si Dios decide mejor regresarme a cuidar a mi hijo [que se quedó en Nicaragua], mejor me regreso”, considera.

Dice que en la ruta corrió el riesgo de abuso, y que no le gustaría exponerse de nuevo. Pero luego recuerda que no tiene trabajo en su país.

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“Por un lado fuera bueno que nos apoyaran a nosotros los inmigrantes porque la mera verdad de las cosas es que llegar hasta allá [Estados Unidos], algunos llegan muertos, otros llegan heridos y es bien duro”, sostiene.

“Volver a intentar ya es muy difícil, pero sí fuera bueno que esa persona [Harris] nos apoyara bastante a nosotros los inmigrantes, porque sí sufrimos bastante al llegar hasta allá”, dice Daneris.