Autoridades diplomáticas guatemaltecas coincidieron en que el nombre del país resonó en salas y pasillos de la ONU “como nunca antes”, al rescatar beneficios y ventajas obtenidos en estos dos años.
Expertos en relaciones internacionales apuntaron un par de errores del país, pero también varios aciertos. Lamentablemente, la población no ve el trabajo que se hace en Nueva York, donde está la sede de la ONU y del Consejo.
Habla el jefe
El excanciller Gert Rosenthal es jefe de la misión permanente guatemalteca ante la ONU. Fue el encargado de cabildear durante varios años hasta conseguir el apoyo de países para que Guatemala fuera uno de los 10 miembros no permanentes del Consejo de Seguridad.
Consideró que las expectativas “propias” se cumplieron “sobradamente”. “Nuestra membresía en el Consejo nos abrió muchos espacios para promover los intereses y valores de Guatemala, nos dio acceso a información predilecta, fue una fuente singular de enseñanzas y el nombre de nuestro país resonó en las salas y corredores de Naciones Unidas como nunca antes”, expresó Rosenthal, al ser consultado por teléfono.
Acerca de cómo es el trabajo en Nueva York, explicó que se reúnen, en promedio, dos veces al día, —mañana y tarde—, y a veces fines de semana. Además, hay encuentros informales para negociar los textos de las resoluciones del Consejo, más las de los órganos subsidiarios de esa entidad, que son alrededor de 20.
Del 1 de enero del 2012 al 11 de octubre de este año, se habían adoptado 86 resoluciones, 43 declaraciones de la presidencia y 138 declaraciones de prensa. Estas últimas dos requieren el consenso de todos los miembros antes de su emisión.
La adopción unánime de la resolución que aprueba que se coloque bajo control internacional las armas químicas en Siria es uno de los acuerdos importantes citados por Rosenthal, aunque, “en el fondo”, todas lo son.
Análisis
Para el politólogo Antonio Wagner lo positivo de haber sido miembros dos años en el Consejo fue que los enviados de Guatemala son “profesionales de alto nivel”, no solo embajadores, sino también ministros, consejeros y secretarios. “Es un trabajo que lamentablemente la población no lo ve, porque en la política exterior así es”, comentó el experto.
“Lo negativo es el divorcio que existe entre nuestras instituciones. El papel que jugó Guatemala en la misión permanente fue bueno; pero en el caso de Siria, la posición del Ejecutivo reflejaba otra cosa”, agregó.
Wagner mencionó que evidencia de ello fue cuando Estados Unidos habló de una incursión militar en Siria, lo cual fue apoyado desde acá por Guatemala. “La consulta se debió hacer a nuestro personal en la misión, analizarla y luego tomar una decisión”, enfatizó.
Análisis
Según el politólogo José Dávila, no se puede hablar de “papel brillante”, pero tampoco “malo”.
“Ejemplo de algo que no fue bueno fue cuando el presidente Barack Obama dijo que iba a atacar Siria y el presidente —Pérez Molina— lo apoyó de inmediato, cuando se debió hablar con cautela y prudencia”, aseguró.
Respetado
El canciller Fernando Carrera indicó que se editará un libro sobre el balance de la gestión en el Consejo. “Hemos jugado un papel muy digno y respetado. Los Estados miembros permanentes respetan mucho a la delegación guatemalteca. Incluso países con los que no tenemos relación diplomática se han acercado a agradecerme por el papel de Guatemala”, indicó.
Errores
Para el excanciller Gabriel Orellana fue un error apoyar rápido la intención de EE. UU. de una incursión militar en Siria. “Fue una maniobra de entreguismo vergonzante por parte del presidente, así como la declaración de que estamos sufriendo por los mexicanos al no clasificar al Mundial de Futbol”, dijo.