En la Cumbre de las Américas, celebrada en abril en Cartagena de Indias (Colombia), Pérez Molina logró que los mandatarios del continente delegaran en la Organización de Estados Americanos (OEA), la realización de estudios científicos, sociales y económicos sobre las implicaciones de la despenalización de las droga.
Mientras que en octubre, con el apoyo de los Gobiernos de México y Colombia, Guatemala logró colocar el tema en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los representantes de los tres países pidieron al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamar a los estados miembros a revisar la vigencia de las políticas contra las drogas y convocar a una conferencia internacional para dar más eficiencia a las estrategias actuales.
Guatemala, México y Colombia, ha dicho Pérez Molina, son los tres países de la región que “más sufren” las consecuencias criminales, políticas y sociales que genera el narcotráfico, lo cual les motivó a “unir esfuerzos” para hacer un llamado al mundo para encontrar nuevas estrategias para hacer frente a ese flagelo.
Los jefes de Estado de Latinoamérica, España y Portugal, durante la XXII Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre en la ciudad andaluza de Cádiz, respaldaron la celebración de una sesión especial de la Asamblea General de la ONU sobre el problema mundial de la droga, a más tardar en 2015.
Pese a que Estados Unidos, el mayor país consumidor de drogas en el mundo y principal promotor del combate directo del narcotráfico por vía policial, desde el principio de manifestó opuesto a la despenalización, la Casa Blanca ha manifestado su interés en “discutir” el tema.
En junio pasado, Gil Kerlikowske, el “zar antidrogas” de los Estados Unidos, durante una visita a Guatemala dijo que su país reconoce que el problema de las drogas, más que una cuestión criminal, debe verse como “un problema de salud” y como tal requiere “profundizar más en los tratamientos” sanitarios.
El problema de las drogas “debe enfocarse no solo desde el punto de vista militar y de justicia” sino también de “comprender y ver cómo afecta a la salud pública y la educación”, señaló.
Pérez Molina es consciente de que su agresiva propuesta llevará “mucho tiempo” en ser considerada por las naciones, debido a “los temores” que reconoce que provoca en las diferentes sociedades, y está satisfecho de que el tema ha empezado a ser discutido.
La propuesta del Gobierno guatemalteco sobre nuevas rutas y estrategias de combate al narcotráfico contempla regularizar la producción, comercio, tráfico y consumo de drogas, para que los países afectados por ese flagelo obtengan recursos que financien la salud pública y programas de empleo y atención a los jóvenes.
Busca, además, combatir los delitos conexos al narcotráfico como el lavado de dinero, tráfico de armas y sicariato, así como disminuir la corrupción que, en el caso de muchos países, se ha apoderado de las instituciones del Estado.
La propuesta de Pérez Molina, un general del Ejército guatemalteco en situación de retiro, que es considerado conservador en su pensamiento político y pragmático en materia económica, tomó por sorpresa a la opinión pública local e internacional, por agresiva e irreverente hacia Estados Unidos.
Aunque no ha tenido mucho éxito en su empresa a lo largo de 2012, el gobernante guatemalteco asegura que mantendrá su posición durante todo su mandato, que concluirá en 2016, tiempo en el que espera su propuesta madure y encuentre respaldo de otros Jefes de Estado.