El crimen causó consternación en los feligreses católicos debido a la simpatía del sacerdote quien había realizado obras sociales en su parroquia.
Religioso controversial
El ejercicio sacerdotal del padre Chemita fue polémico el cual combinaba con la política, los negocios y una actitud contestataria frente a la autoridad eclesiástica.
Fue un personaje extravagante pero popular, muy conocido y rodeado de enigmas, así como enigmático es aún el móvil de su asesinato.
Tras ese crimen quedaron las escenas de un personaje que gustaba de dar declaraciones extravagantes a la Prensa, con un lenguaje casi cantiflesco.
Una de las facetas de Ruiz Furlán, más conocido como “Padre Chemita”, fue su actitud contestataria frente a la jerarquía católica.
El 8 de mayo de 1978, por ejemplo, Ruiz Furlán dijo que demandaría al Arzobispo Mario Casariego por “infamia y calumnia” y que exigiría Q500 mil por daños.
Tres días antes se había publicado el decreto de excomunión, aplicado por la Santa Sede, por no corregir su conducta de atribuirse funciones fuera de su competencia, como declarar santo al entonces Hermano Pedro de Betancur o cambiar de nombre a la parroquia San Juan Bautista María Vianney para nombrarla Santo Cura de Ars, así como transmitir mensajes reñidos con la doctrina de la Iglesia.
Chemita no era un cura ortodoxo. Hablaba abiertamente del control natal y de que los sacerdotes tenían derecho a casarse.
Quizá de eso último surgirían las versiones del gusto de Chemita por las mujeres, lo cual no pudo ser confirmado por las fuentes consultadas.
C.H.E.M.I.T.A.
Esas eran las siglas del Comité de Habitantes Electores del Municipio Integrado Trabajo y Acción que, según Ruiz Furlán, le propuso ser candidato a la alcaldía capitalina. Dijo que iba a analizar la propuesta. Y no lo pensó tanto, pues el 12 de noviembre de 1974 fue inscrito como aspirante a la Alcaldía, convirtiéndose en el primer cura en hacerlo. Ruiz justificó sus aspiraciones diciendo que “tras 15 años de ser sacerdote debía afrontar su responsabilidad ciudadana”.
No ganó las elecciones de 1974, ni las de 1978. Hizo otro intento en las de 1995 y tampoco ganó.
Arrepentimiento
Pero Chemita varió su actitud exhibicionista en 1999. Ese año se acercó al Arzobispo metropolitano, Próspero Penados.
De rodillas y con lágrimas en los ojos ofreció disculpas a la Iglesia Católica y prometió nunca volver a la política, lo cual le permitió revertir la excomunión.
Pero si bien no intentó ser candidato a ningún cargo de elección, no dejó sus negocios. Un hotel en Antigua Guatemala, y otro en la costa sur, consumían parte de su tiempo como guía espiritual. A eso se agregaba sus excursiones a Tierra Santa, pasando por Roma. El propio Chemita era el guía en estos viajes que le dejaban buenos dividendos. “En cada excursión se le veía con diferente secretaria y todas muy bonitas”, señala uno de los viajeros que pidió no ser identificado.
Labor humanitaria
Los vecinos de La Limonada y de otras colonias aledañas a la iglesia Santo Cura de Ars dicen que no olvidarán a Chemita, quien les ayudaba a tener mejoras en los servicios públicos.
De esas colonias llegaron los dolientes que asistieron a la escena del crimen la noche del 14 de diciembre de 2003 y que luego hicieron alfombras al paso del cortejo fúnebre.
Un año antes, Chemita había mandado a hacer su última morada en el altar mayor de su parroquia, donde fue sepultado.
Caso impune
La muerte del padre Chemita permanece impune. En el proceso fueron sindicadas dos mujeres identificadas como María del Carmen Barrera Aragón y Carmen Lucía Dávila Barrera, de encubrimiento propio. Se presumía que ellas fueron testigos presenciales del crimen.
El 28 de abril de 2008 Barrera y Dávila fueron enviadas a juicio por la muerte de Ruiz Furlán. El 20 de agosto del mismo año el Tribunal Cuarto de Sentencia condenó a un año de prisión a las sindicadas, pero suspendió la pena ante la falta de antecedentes. La sentencia causó malestar entre los familiares y feligreses del sacerdote.
La Sala Tercera de Apelaciones ordenó el 26 de noviembre de 2008 repetir el juicio contra Barrera y Dávila el cual tuvo lugar el 21 de julio de 2009. En dicho juicio fueron absueltas las dos acusadas ante la falta de pruebas.