Aunque este no sería el fin de la industria de estupefacientes, veinticinco años después de la muerte de Escobar nace el mito, ya que su figura está hoy presente, en el cine, la música, la literatura y en esa amalgama de la hoy llamada narcocultura.
Escobar, nació en el hogar de una familia de escasos recursos y entró en la delincuencia a temprana edad, escalando hasta llegar al mismo Congreso de su país y luego al mayor cartel de droga de su país y del mundo, el “Cartel de Medellín”.
Apodado “El Patrón” por sus amigos, entró a la lucrativa empresa del contrabando de cocaína a los 39 años. Con sus bolsillos repletos de dólares, aún desconocido, se convirtió en una suerte de “Robin Hood” de Medellín, donde recorría barrios donde vivían familias pobres, en medio de la basura, a quienes les regaló dinero y despensas.
Dos años después, Escobar incursionaba en política, buscando una curul en las filas del Partido Liberal, la cual consiguió con éxito para el periodo 1982-86. Paralelo a su ascenso político, amasaba una enorme fortuna producto de su industria de estupefacientes, la cual traficaba de las formas más ingeniosas, a la vez que mantenía una costosa y sangrienta guerra contra la fuerza pública y sus adversarios, la violencia se convirtió en “Narcoterrorismo” que cobró miles de vidas, entre ellas, las de ministros, candidatos presidenciales, magistrados, jueces, soldados, policías y civiles.
El gobierno colombiano declaró la guerra total a los narcos tras el asesinato del pre candidato liberal a la Presidencia, senador Luis Carlos Galán. Los mafiosos respondieron contundentemente con explosiones de coches bomba en centros comerciales, secuestros y extorsiones eran el pan del día de los colombianos.
Cuando el primo de Escobar, César Gaviria asumió la presidencia de Colombia en 1990 implementó una política de sometimiento a la justicia para los narcotraficantes requeridos por Estados Unidos y rebaja de penas.
Uno de los criminales que se acogió a este régimen fue Escobar en 1991, quien pidió como condición la construcción de una prisión en una de sus fincas, la cual después se llegaría a saber de que tenía lujos y todas las comodidades. Este recinto fue
conocido como “La Catedral” a pesar de su reclusión, Escobar continuó sus fechorías. Las autoridades al conocer las actividades ilícitas de Escobar deciden trasladarlo a una cárcel militar. La influencia del capo le permite conocer la intención del gobierno y se fuga el 22 de julio de 1992.El gobierno ejecuta una extensa cacería que termina más de un año después con el hallazgo del escondite del narco y su ejecución al tratar de huir.