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Día de la madre: tributos en piedra

Tienen diferentes aspectos, son de variados materiales, pero significan y transmiten lo mismo: el amor maternal.

Han estado en el mismo lugar por décadas, pero muchas veces pasan desapercibidos por los transeúntes, y solo son recordados el Día de la Madre, ya que estos monumentos fueron erigidos en honor a ellas.


En la capital se encuentran tres, según el cronista de la ciudad, Miguel Álvarez. En la Avenida de La Reforma, en la zona 7 y en el Cementerio General, zona 3. Sin embargo, no existe mucha información sobre quiénes los esculpieron.

En el Cementerio General, cada 10 de mayo ese lugar es adornado con flores de quienes llegan a visitar a sus progenitoras, cuenta don Elíu Pirir, receptor de peaje, quien observa la peregrinación, pues su puesto de trabajo está cerca de la pieza, en la entrada del camposanto.

De esta estatua se sabe poco, tan solo lo que se lee en la plaqueta, que fue colocada un 10 de mayo de 1968. El monumento fue diseñado por Carlos Díaz, la Virgen fue donada por Isabel Cruz, y Germán Arbizú fue el marmolista.

El historiador Polo Sifontes dice que en diferentes partes del país hay monumentos dedicados a la madre. Algunos tienen poca elaboración y detalles, como el de Jocotenango, Sacatepéquez, el cual se nota que fue hecho por un aficionado.

Por lo general, estos monumentos no son solicitados por gobiernos, sino requeridos por los vecinos. Las esculturas pedidas por gobernantes son propias de fines del siglo XIX y principios del XX, indica el historiador.

Inscritas

De los monumentos a la madre solo se encuentra una ficha de registro, la cual se resguarda en el Departamento de Registro de Bienes de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura y Deportes, que corresponde a la ubicada en la Avenida de La Reforma y 15 calle, entre las zonas 9 y 10.

Los datos también son escasos. Se conoce que el autor es José Nicolás, un escultor que vino a Guatemala en la década de 1960, y la elaboró por encargo de la municipalidad. Su base es de cemento y piedrín; la pieza es de concreto.
Es una obra de carácter contemporáneo, protegida por decreto. Fue registrada el 13 de febrero de 1989 por Hugo Fidel Sacor.
“De los otros monumentos —de la colonia Landívar y del Cementerio General— no se tienen registros en esta Dirección”, indica Estuardo Arceyuz, de comunicación de Registros de Bienes. 

Una de las esculturas más conocidas es la de la zona 7, localizada entre la colonia Landívar y la Quinta Samayoa, pero aunque muchos la dan como referencia para ubicación, irónicamente no hay datos de su autor, año u otras señas. A los costados se lee en una placa: “Este es lugar sacrosanto; respétalo en honor a la madre que vida y amor nos da”. 

Hoy, estos monumentos serán vistos de forma diferente por quienes circulan cerca de ellos; quizás se detendrán y rendirán por unos minutos tributo “a la que nos amó antes de conocernos”, como reza una escultura mexicana.

Historia

La primera celebración del día de la madre se llevó a cabo en mayo de 1907, en la iglesia de San Andrews, en Filadelfia, EEUU, comenta el historiador Polo Sifontes. Se desconoce su adopción en el país, la tradición escultórica absorbió la práctica y en la actualidad, aunque pocas, es una parte de la riqueza cultural. 

La historia cuenta que la estadounidense Ana Jarvis, de Filadelfia, fue la precursora pues decidió escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades, para que la apoyaran en su proyecto de celebrar el Día de la Madre el segundo domingo de mayo, cundo se cumplió el aniversario de la muerte de su madre, ocurrido en 1905. 

Cinco años después se proclamó un día de celebración en Virginia, honrando así a las madres. Otros estados y países se fueron uniendo a la conmemoración. 

En la Grecia antigua ya se hacían festejos por la madre; eran en honor a Rhea, la madre de Jupiter, Neptuno y Plutón.

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