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Arqueólogos mexicanos descubren ofrenda mexica erigida tras conquista de españoles

Se trata de evidencias "de una ofrenda que se dispuso en las primeras décadas tras la conquista de Tenochtitlan, como parte de un ritual de clausura del mismo espacio".

Una arqueólogo expone parte de lo encontrado. (Foto Prensa Libre: INAH)

Una arqueólogo expone parte de lo encontrado. (Foto Prensa Libre: INAH)

Arqueólogos mexicanos descubrieron restos de una antigua ofrenda mexica en lo que fue Tenochtitlan, el máximo templo del imperio azteca, colocada allí después de la conquista de los españoles, informó este martes el Instituto Nacional de y Antropología e Historia (INAH).

“Diversos vestigios materiales, como una olla con restos óseos y 13 sahumadores” forman parte de la ofrenda descubierta en una vivienda habitada por una familia mexica “que sobrevivió a la conquista española”, situada cerca la actual Plaza Garibaldi, del centro de la Ciudad de México, señaló el instituto en un comunicado.

La investigación del INAH arrojó que los habitantes de esa vivienda “realizaron un ritual en el siglo XVI, posiblemente entre los años 1521 y 1610 d.C., para dar testimonio de que así terminaba un ciclo de sus vidas y de su civilización”, añadió el comunicado.

Los arqueólogos, dirigidos por la investigadora Mara Abigail Becerra, se basan, entre otras cosas, en que los tipos de cerámica halladas en el lugar, como la loza Azteca Bruñida y Roja Bruñida, “se asocian a los periodos de contacto español y virreinal temprano”, apuntó el INAH.

Se trata de evidencias “de una ofrenda que se dispuso en las primeras décadas tras la conquista de Tenochtitlan, como parte de un ritual de clausura del mismo espacio”, dijo Becerra, citada en el comunicado.

El descubrimiento de los primeros objetos se registró en agosto pasado, cuando albañiles preparaban los cimientos de una edificación, coincidiendo con las ceremonias oficiales por los 500 años de la conquista de los españoles y la caída de Tenochtitlan, destacó el INAH.

La ofrenda fue encontrada a “poco más de cuatro metros de profundidad” y estaba recubierta “con varias capas de adobes”, prosiguió el INAH.

Los restos óseos “cremados -una costumbre funeraria extendida en el mundo mesoamericano- eran posiblemente de un infante; sin embargo, esto habrá de comprobarse mediante la microexcavación de las cenizas”, apuntó el comunicado.

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