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La historia del audaz piloto que aterrizó en la Plaza Roja de Moscú en plena Guerra Fría

Stephen Dowling BBC Future

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El doctor Robin Stott carga un video en la computadora de su estudio, ubicado en Greenwich, al sureste de Londres. Es una película transferida de una vieja cinta de VHS, con los colores tenues característicos de las grabaciones antiguas.

Su contenido es uno de los más curiosos episodios de ese período histórico que conocemos como la Guerra Fría.

Stott grbabó el video el 28 de mayo de 1987, durante la primavera en Moscú, entonces la ciudad más grande del imperio soviético.

No era fácil en ese entonces que un turista occidental viajara a la capital soviética, pero Stott estaba bien contectado. Tenía un amigo que era activista por la paz y médico personal del líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov.

Stott se encontraba en Moscú participando en una conferencia que promovía el desarme nuclear.

“Esos eventos siempre son asuntos acalorados. Todo el mundo está peleando por algo”, comenta Stott.

Así que decidió “salir a tomar aire fresco”. Agarró su videocámara para dar un paseo alrededor del Kremlin y la Plaza Roja.

Y mientras enfocaba la impresionante arquitectura de la catedral de San Basilio, el micrófono de su cámara captó el zumbido de un avión volando bajo.

Minutos después, la filmación se reanuda, pero esta vez con la imagen de una avioneta monomotor, modelo Cessna, tomando pista en la propia Plaza Roja.

Se observa la avioneta rodeada por una multitud de curiosos.

El piloto -un joven, sorpresivamente calmado y confiado- sonríe a la multitud.

Se llama Mathias Rust, y acababa de volar en solitario, traspasando una de las fronteras más protegidas del mundo.

Según algunos, la trascendencia de este evento fue tal, que ayudaría a acelerar el final de la propia Unión Soviética (URSS).

Gorbachov y Reagan

Para ese momento, Rust tenía 18 años y dos obsesiones: volar y la política.

Había tomado lecciones como piloto en una academia en Hamburgo, en la entonces Alemania Occidental, y acumulaba unas 50 horas de vuelo.

Europa se encontraba al borde de una crisis. Hacía más de 40 años que la URSS y los Aliados Occidentales habían tajado en dos el continente.

En Estados Unidos, el presidente Ronald Reagan, era un declarado enemigo del comunismo.

En la Unión Soviética, Gorbachov era el tercer premier en menos de 18 meses, y el más joven en asumir ese cargo.

A pesar de haber sido el primer líder soviético nacido después de la Revolución, era visto como un reformista moderado, lo cual generó optimismo en Occidente.

Se pensaba que este hombre de 59 años ayudaría a romper la tensión que se había generado en los últimos años.

Pero en la práctica, lograrlo estaba resultando difícil.

Un “puente de paz”

En 1986, Reagan y Gorbachev acordaron un encuentro en Islandia, en un intento para lograr un pacto sobre la reducción de los respectivos arsenales de misiles nucleares de mediano alcance.

Sin embargo, las conversaciones fracasaron en el último minuto.

Ese impasse tuvo un importante efecto en Rust.

Era probable que Alemania Occidental quedara en medio de cualquier conflagración.

“Había un temor real, porque si se producía un conflicto, teníamos la certeza que nosotros seríamos los primeros en ser bombardeados”, comentó Rust a la revista Smithsonian Air and Space, en 2005.

Eso lo motivó a hacer algún tipo de pronunciamiento público.

Su idea fue construir un simbólico “puente de paz” entre el Este y el Oeste, utilizando un avión de la academia donde estudiaba.

El plan de vuelo

Obviamente, no podía volar hacia Alemania Oriental. Era la frontera más custodiada del mundo.

Sería derribado en cuestión de minutos si cruzaba el límite fronterizo.

En vez de eso, urdió un plan más ambicioso.

Volaría su Cessna 172 -un avión pequeño, de máquina muy confiable- desde Alemania Occidental por el mar del Norte, vía Shetland, y luego las islas Feroe.

De ahí llegaría a Islandia. La siguiente parada sería Helsinki, desde donde trataría de atravesar la frontera soviética por algún lugar.

Sabía que su vuelo sería visto como una amenaza, dado que el acceso a la mayor parte del territorio soviético estaba prohibido a extranjeros.

Para emprender vuelo Rust modificó el Cessna. Dos de los cuatro asientos fueron removidos, para poder cargar más combustible.

Decidió llevar pocas cosas consigo: una bolsa de dormir, un motor de aceite de repuesto, un salvavidas y un casco, en caso de realizar un aterrizaje forzoso.

Alquiló la nave por tres semanas, sin decirle a nadie lo que pretendía hacer.

Despegó el 13 de mayo, desde el aeródromo Uetersen, cerca de Hamburgo, y dos días más tarde aterrizó en Islandia.

Allí visitó Hofdi House, el edificio donde se habían reunido Reagan y Gorbachov.

“Me dio ánimo para continuar”, comentó.

Vuelo peligroso

El siguiente destino fue Noruega, el 22 de mayo.

Tres días más tarde aterrizó en Helsinki, Finlandia. Esta era la parte más peligrosa del plan.

Cuando despegó el 28 de mayo, poco después del mediodía, Rust le dijo a la torre de control en Helsinki que se dirigía a Estocolmo.

Había presentado un plan de vuelo con esa dirección, en caso de que los nervios lo traicionaran.

Al despegar, simuló ese rumbo y, al dejar la zona de control de tráfico aéreo de Helsinki, se dirigió hacia el sur.

Desactivó el trasmisor de ubicación de la nave, para que no lo registraran los radares.

Alrededor de la 1:00pm, el avión de Rust desapareció de los monitores finlandeses.

Sin embargo, lo localiza un radar militar de URSS, en lo que hoy es Letonia.

Entre cazas y misiles

Rust no contaba con autorización para volar en territorio soviético, y de inmediato lo clasificaron como “avión no identificado”.

Los límites fronterizos de la URSS se extendían desde el Mar de Japón hasta Polonia, y desde los círculos árticos hasta Irán.

Eran 60 mil kilómetros con toda una fuerza militar encargada de custodiarlos, conocida como la Tropa de Defensa Antiaérea.

Frente al modesto avión de Rust, estas tropas contaban conmás de 2.000 aviones caza y 8.000 misiles.

Esta maquinaria defensiva era formidable, pero rígida y diseñada para objetivos muy específicos.

Por ejemplo, los bombarderos estadounidenses como el modelo B-52 eran gigantescos y volaban a gran altura.

Su gran tamaño se traducía en una señal muy clara en los radares.

Los equipos soviéticos se especializaban en detectar este tipo de naves, pero eran menos efectivos cuando se trataba de monitorear aeronaves pequeñas que volaban bajo, que emitían señales débiles que se perdían entre objetos más grandes, como montañas o edificios.

Era el talón de Aquiles del sistema defensivo.

Confusión general

Adicionalmente, para la fecha cuando Rust realizó su vuelo, se celebraba el Día del Guardia Fronterizo, un día festivo en el que muchos soldados se encontraban libres (o estaban sufriendo una resaca), por lo que la frontera estaba menos vigilada.

Esto generó confusión con el avión de Rust.

Los primeros aviones caza MiG que lo vieron a distancia, lo confundieron con un Yak-12, una nave muy popular usada en los entrenamientos de pilotos.

Cuando lograron tener una mejor visual del “avión desconocido”, asumieron posición de ataque.

“Recuerdo cómo latía mi corazón. Era muy rápido. Fue en ese momento que pensé: ¿este es el momento cuando te van a derribar?”, dijo Rust en su entrevista del 2005.

Uno de los MiG descendió para verlo mejor. Se situó de tal forma que Rust y el otro piloto se miraron uno al otro. Luego el MiG se elevó.

En segundos, el piloto reportó que el “avión desconocido” era una nave de Alemania Occidental, pero no le creyeron.

En el protocolo de ataque soviético, la orden para interceptar otra nave debía venir del más alto nivel.

El responsable de dar esa orden era el ministro de la Defensa, Sergei Sokolov, quien se encontraba en una reunión en Alemania Oriental, por lo que aumentó la confusión.

Otros controladores aéreos también presumieron que se trataba de un avión de entrenamiento, y lo clasificaron como “amigable”.

Y en cuanto a la batería de misiles, la situación era igual de complicada. Los cohetes antiaéreos como los SA-4 y SA-5 estaban diseñados para atacar objetivos grandes a gran altura.

Con las dimensiones del Cessna, y el bajo vuelo, estos misiles simplemente pasarían por encima de Rust.

De esta forma, el insólito vuelo de Rust siguió su curso, tratando de orientarse con el rudimentario mapa de la URSS que había comprado en su país.

Antes de anochecer, avistó Moscú.

“¡Bravo, bravo!”

La ciudad era mucho más grande de lo que esperaba. Comenzó a volar cada vez más bajo, tratando de encontrar un lugar para aterrizar.

Stott recuerda ese instante.

“Caminé hacia el lugar donde Matthias Rust salía de su avión. No había nadie más”, relató.

Los moscovitas que habían mirado incrédulos el aterrizaje, comenzaban a acercarse al avión.

Fue una situación extraña. Rust estaba muy tranquilo y la gente se mostraba amigable.

“Había una mujer que hablaba algo de inglés, y comenzó a conversar con él… Le preguntó “¿qué estás haciendo aquí?”.

Rust le dijo que lo había hecho por la paz.

“Ella le preguntó: ¿y qué vas a hacer ahora?”. Y él dijo: “voy a despegar otra vez”.

La mujer sonrió y le gritó “¡Bravo, Bravo!”.

Al final, la policía estatal lo detuvo y se lo llevaron para interrogarlo.

El Cessna fue desmantelado en un aeropuerto cercano para investigarlo.

Nadie podía aceptar la idea que un muchacho hubiese volado hasta ahí por su propia cuenta.

Crimen y castigo

Rust fue juzgado por entrada ilegal a la URSS, violación de leyes de la aviación y vandalismo.

Derechos de autor de la imagen Getty Images
Image caption El Cessna de Rust se exhibe hoy en un museo de Berlín.

El 4 de septiembre recibió una sentencia de cuatro años en Lefortovo, una prisión de máxima seguridad.

Estuvo ahí casi un año, y regresó a su país en 1988, luego de que Gorbachov le concediera un indulto.

Al año siguiente su historia dio un giro oscuro: en 1989 apuñaló a una enfermera que -supuestamente- se había resistido a sus avances.

Por ese incidente estuvo 15 meses en la cárcel.

Hoy en día Rust es una figura enigmática.

Poco se sabe de él. Hay reportes que lo describen como un analista financiero, instructor de yoga o pacifista.

Se cree que vive del póquer.

Al parecer, nunca volvió a volar.

Lee la historia original en inglés en BBC Future

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