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Refugiados: ¿cómo gestionar las llegadas masivas?

Según expertos, pocos países ofrecen las condiciones para aplicar apropiadamente los derechos de acceso a la vivienda.

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Las imágenes de migrantes y solicitantes de asilo en la frontera entre México y EE.UU. recuerdan a las de Alemania hace unos años.

¿Cómo reaccionan los países receptores de estas corrientes de refugiados?Hace menos de cinco años, Alemania ocupaba titulares en todo el mundo al convertirse en el país destino de cientos de miles de refugiados que atravesaban Europa en busca de una vida más segura.

La política de asilo del Gobierno de Merkel promovió la llegada de más refugiados y el país se enfrentó a todo un reto a la hora de cumplir los tratados y estándares internacionales, no solo en lo referente a la situación legal de los afectados, sino también en lo referente a la forma de tratar y realojar a tanta gente. Las infraestructuras de acogida construidas trataron de cumplir con los estándares europeos en tiempo récord.

Sin embargo, debido a las condiciones de hacinamiento, a la inexperiencia y a la incertidumbre de los procesos de asilo, no tardaron en aparecer conflictos con la sociedad de acogida y entre ellos mismos.

Un problema que podría extrapolarse ahora a la frontera entre México y Estados Unidos, donde un enorme contingente de migrantes y solicitantes de asilo espera en la frontera, situación que podría derivar en una crisis humanitaria.

Europa: ¿cuestión de prioridades? Partiendo de la situación en Europa, el principal reto para los Gobiernos fue entonces entender las posibilidades de acceso a la vivienda de los refugiados. Desde el momento en que solicitan asilo, en Europa cualquier persona tiene unos derechos que son aplicables hasta que se resuelva el proceso. Entre ellos, el derecho al alojamiento.

Aunque sea una realidad legal, pocos países ofrecen las condiciones para aplicarlo propiamente. Según Minos Mouzouralis, asesor legal del Consejo Europeo sobre Refugiados y Exiliados (ECRE), la situación difiere dependiendo del país: “En base a nuestra experiencia, hay países como Francia o Grecia, que nunca han conseguido totalmente garantizar la aplicación de este derecho”, explicó a DW.

“Otros, como Alemania, tuvieron que enfrentarse entre 2014 y 2015 a una enorme afluencia de refugiados con la presión política que eso conllevaba. Sin embargo, debido a la aplicación de políticas de acogida entonces, Alemania no tiene ahora problemas en ese sentido”, continúa el experto.

Sobre una valoración general de la situación en toda Europa, Mouzouralis reconoce que es difícil hacerla debido a la falta de estadísticas concretas para analizar la capacidad de acogida. Y en cuanto a medidas concretas, la compleja estructura de cada país dificulta la aplicación de soluciones políticas comunes.

Por ejemplo, destaca, en el caso de Alemania hay que tener en cuenta un sistema federal en el que a veces interfieren el Estado central y los gobiernos regionales. Sin embargo, el factor decisivo a la hora de buscar soluciones a estos problemas es la cantidad de recursos destinados.

“Y, sobre todo, la prioridad que los gobiernos de turno le quieran dar a este tema”, concluye Mouzouralis. Habitabilidad, frustración, conflictos… El reto de garantizar el acceso a un alojamiento adecuado puede convertirse además en foco de conflictos.

Si bien no se puede generalizar, es cierto que, tanto en Europa como en Estados Unidos o México, muchas de estas personas están en una situación vulnerable, viviendo en condiciones realmente difíciles. Así lo demuestra el estudio sobre conflictos en alojamientos de refugiados en Alemania “All Day Waiting”, realizado por el Centro Internacional de Conversión de Bonn (BICC).

Según sus resultados, los alojamientos comunes están estructuralmente condicionados para ser conflictivos. Primero, por los prolongados periodos de tiempo e incertidumbre. Una situación que, para Moutouralios, provoca frustración y es difícil de manejar.

En el caso de Europa, “en muchos casos, las condiciones no cumplen ni con los mínimos”, recuerda el experto, “sin olvidar que hay otras muchas personas que ni siquiera tienen acceso a un alojamiento”. Tomando como base la experiencia alemana, aparte de los mencionados, también hay otros factores que pueden contribuir a aumentar la conflictividad.

Según el estudio del BICC, la creación de estructuras jerárquicas entre distintos grupos (por ejemplo, los que tiene derecho a asilo frente los que no) en este tipo de alojamiento también juega un papel muy importante, al igual que la pérdida de autonomía individual por el hecho de tener que vivir sometidos a reglas ajenas y no poder ser dueños de su destino.

Traumas que, a menudo, se contrarrestan recurriendo al consumo de alcohol o estupefacientes. Asilo, pero fuera de Estados Unidos En lo referente a la situación actual de Estados Unidos, el panorama es muy distinto al proceso que se vivió en 2015 en Europa.

El mayor problema parece estar antes de cruzar la frontera. Sobre todo, por la deficiente aplicación de políticas de acogida del Gobierno de Trump. Actualmente, las organizaciones estadounidenses están en situación de alarma ante posibles deportaciones masivas de grupos de migrantes que no conocen sus derechos y podrían ser muy vulnerables a la hora de ser deportados.

Según Hugo Castro, director de la oficina de Baja California de la ONG Border Angels, Estados Unidos no respeta los derechos de los solicitantes de asilo e incluso se niega la atención médica a migrantes enfermos: “Se les trata como criminales.

Esto también se hacía durante el Gobierno de Obama, pero ahora es mucho más grave”, dijo a DW. El activista se refiere a la situación como una crisis humanitaria que se está gestando con la quinta ola de migrantes provocada por el mal llamado “Protocolo de Protección al Migrante”, una acuerdo entre ambos países que contempla la deportación de los que solicitan asilo en Estados Unidos, obligados a esperar la resolución el proceso en el lado mexicano.

Aunque su organización trata de ofrecer asistencia legal a ambos lados de la frontera para que las comunidades de migrantes y solicitantes de asilo conozcan sus derechos, Castro reconoce que esta labor de concientizacíon es muy difícil. “El principal problema en Estados Unidos es la criminalización de la migración. El Gobierno estadounidense debería cambiar de precepción y aceptar que se trata de una migración forzada”, concluye.