Internacional

<em>El Niño</em> se intensificará aún más y también sus efectos devastadores

El actual fenómeno meteorológico de "El Niño", el más fuerte de los últimos tres lustros, está en curso de convertirse en uno de los más potentes de los últimos 65 años y seguirá intensificándose hasta finales de año.

La Organización Mundial de la Meteorología (OMM) pidió este lunes que se extremen las medidas de prevención al presentar el último boletín sobre este fenómeno, en el que avisa de que las condiciones meteorológicas extremas se exacerbarán en los próximos tres meses.

“El Niño” es un fenómeno natural resultado de la interacción entre el océano y la atmósfera en las zonas oriental y central del Pacífico ecuatorial.


Habitualmente, los episodios de “El Niño” se intensifican a finales del año y alcanzan su fase máxima entre octubre y enero del ejercicio siguiente, aunque es frecuente que persistan hasta bien entrado el primer trimestre antes de empezar a debilitarse.

En agosto de este año, las temperaturas de la superficie del mar ya estuvieron entre 1.3 y 2 grados centígrados por encima de la media, superando en un grado los umbrales habituales de “El Niño”.

Las estimaciones apuntan a que, en lo que queda de año, la temperatura de la superficie del agua en las zonas central y oriental del Pacífico tropical superará la temperatura normal en 2ºC, por lo que el presente episodio de “El Niño” se situará entre los tres más fuertes registrados desde 1950 (1972/1973, 1982/1983 y 1997/1998).

El problema mayor recae en que las condiciones meteorológicas del planeta se ha alterado a causa del cambio climático y las condiciones no son las mismas que hace tres lustros: tendencia general hacia un aumento de la temperatura oceánica en todo el mundo, pérdida de hielo marino en el Ártico y merma de más de un millón de kilómetros cuadrados de nieve en el hemisferio norte.

La OMM teme que la interacción entre el calentamiento global y el fenómeno de “El Niño” puedan tener efectos desconocidos y muy perniciosos.


En lo que va de año, “El Niño” ha contribuido a una gran sequía en Centroamérica y se teme que en partes de América del Sur, especialmente en Ecuador y Perú, pueda provocar los mismos desastres que en el último gran episodio entre 1997-1998.

En esa ocasión, la zona central de Ecuador y Perú sufrieron un nivel de precipitaciones más de diez veces superior al normal, lo que provocó inundaciones, una fuerte erosión y deslizamientos de lodo con pérdida de vidas, destrucción de viviendas e infraestructuras y daños al suministro de alimentos.

Asimismo, el episodio de este año ha contribuido a una estación de ciclones tropicales muy activa en las cuencas occidental y oriental del Pacífico Norte.

El huracán “Patricia”, que llegó a tierra en México el 24 de octubre recién pasado, ha sido el ciclón tropical más intenso del hemisferio occidental.

“El Niño” suele estar relacionado con sequías en Asia suroriental y el episodio de este año ha contribuido a alimentar los incendios forestales en Indonesia, de los peores registrados hasta la fecha y que han tenido graves consecuencias para la salud de la población.

Sequías, inundaciones, huracanes

Los efectos de “El Niño” varían según las zonas, y este año ya se hacen sentir con crudeza.


    De acuerdo con la OMM, “El Niño ha contribuido a una estación de ciclones tropicales muy activa en las cuencas occidental y oriental del Pacífico Norte” , en tanto que tiende “a reducir la actividad de los huracanes en el Atlántico y en torno a Australia” .

    En el sur de Asia, se registró un “déficit de precipitaciones”  entre junio y septiembre,  prosigue la OMM.

    La sequía también afectará a Centroamérica, donde unos 2.3 millones de habitantes necesitarán asistencia alimentaria a causa de los daños en sus cosechas, estimó el jueves el Programa Mundial de Alimentos  (PMA) .

    Las lluvias, en cambio, son el lote reservado por “El Niño” a países del este de África, en particular Etiopía, donde se agravará “la inseguridad alimentaria” , advirtió igualmente el jueves la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios  (Ocha) .

    En la costa pacífica de América del Sur aún no está clara la intensidad que alcanzará el fenómeno, dijo el martes pasado en París el ministro peruano del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal.

    “Estamos con un Niño ya presente con fuerza en el Pacífico central, pero sus efectos no han sido muy severos en la región de América Latina, especialmente en Sudamérica, porque ha coincidido con el invierno y luego con la primavera” , precisó el ministro.

    El episodio de 1997/1998 provocó precipitaciones diez veces superiores a las normales en la zona central de Ecuador y en Perú, con una fuerte erosión y deslizamientos de lodo con pérdida de vidas y destrucción de viviendas e infraestructuras, recuerda la OMM.

El Niño y el cambio climático

La OMM publicó su boletín en vísperas de una conferencia internacional en Nueva York sobre El Niño y La Niña  (un fenómeno inverso, con temperaturas por debajo de las normales en el Pacífico ecuatorial) , que tendrá en su agenda la posible potenciación del fenómeno meteorológico por el calentamiento global.

    “Ese fenómeno natural de “El Niño” y el cambio climático inducido por el ser humano tal vez interactúen y se modifiquen mutuamente de formas que no hemos experimentado nunca en el pasado” , dijo Michel Jarraud, citado en el informe.

    “Nuestro planeta se ha alterado enormemente por el cambio climático, la tendencia general hacia un aumento de la temperatura oceánica en todo el mundo, la pérdida de hielo marino en el Ártico y de más de un millón de kilómetros cuadrados de cubierta de nieve estival en el hemisferio norte” , agregó.

    El informe precisa que “El Niño” y “La Niña” “no son los únicos factores que condicionan las características climáticas a escala mundial” .

    Las discusiones de Nueva York se llevarán a cabo pocos días antes de la inauguración Conferencia sobre el Clima, que el 30 de noviembre reunirá a más de cien jefes de Estado y de Gobierno en París para buscar poner límites a las emisiones de gases de efecto invernadero, que aceleran el calentamiento global.  

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