Según los reportes, los hermanos Mendoza abandonaron su país el pasado 27 de mayo y se dirigían a EE. UU. en busca de mejores oportunidades. El padre relató que ambos se dedicaban a la albañilería y salieron de Tuxtepec, Oxaca, pero que pasaron varios días y no tuvo información de ellos.
Facundo se comunicó con el coyote el 2 de junio y se enteró que los abandonó en el desierto de Arizona.
“Me habló para decirme que Carlos Enrique se había deshidratado y que no pudo seguir la caminata”, relató Facundo a Milenio.
“Que la ley de la vida así es en el desierto: si te quedas, te quedas. Le pregunté por mi otro hijo, Édgar, y me respondió que tampoco siguió al grupo, debido a que vio a su hermano que no pudo y prefirió quedarse a su lado”, agregó.
El padre de los migrantes dijo que sus hijos murieron abrazados, según le confirmó el Consulado de México en Yuma, Arizona, el pasado 9 de agosto.
“El jefe del consulado me preguntó cómo me encontraba de salud. Le dije: Dígame lo que me ´tenga que decir, ya estoy preparado”, relató Facundo, luego de meses esperando obtener información sobre el paradero de sus hijos.
Según los medios internacionales, las autoridades hicieron un recorrido y encontraron dos cuerpos y debido por las credenciales asumieron que se trataba de los hermanos Mendoza y que no había nada más qué hacer.
“El consulado me dijo que, como buena pareja de hermanos, los encontraron abrazados y que me entregarán sus cuerpos”, agregó Facundo a Milenio, al mismo tiempo que pidió ayuda al gobierno mexicano para agilizar ese proceso.