Internacional

La lucha desesperada de los jóvenes de Gaza

Samir toma impulso y lanza con todas sus fuerzas una botella en llamas contra un puesto de observación de soldados israelíes: “La tercera intifada debe seguir”.

La frustración y desesperación son el pan de cada día de los jóvenes de Gaza. (Foto Prensa Libre: AP).

La frustración y desesperación son el pan de cada día de los jóvenes de Gaza. (Foto Prensa Libre: AP).

“La intifada de Al Aqsa se lanzó para proteger la mezquita y nadie podrá detenerla”, piensa este joven de 20 años, en referencia a la Mezquita Al Aqsa, en el casco antiguo de Jerusalén, donde los palestinos acusan a Israel de planificar una división de la explanada.

“Expulsamos a los judíos o morimos. Aquí, de todas formas, no tenemos nada que perder, nuestra vida es el bloqueo, el desempleo, las destrucciones, y nadie se interesa por nosotros”, añade.

En la franja de Gaza, un estrecho enclave costero devastado por tres guerras y que languidece desde hace nueve años bajo bloqueo israelí, la mitad de los jóvenes quieren exiliarse, los suicidios aumentan, el desempleo nunca ha sido tan alto (45%) y las perspectivas de futuro brillan por su ausencia.

Samir se dirigió al paso de Erez, en el norte de la Franja de Gaza, desde Jabalia, donde reside, recorriendo cinco kilómetros a pie con sus amigos. Lleva el rostro cubierto con una kufiya, el tradicional pañuelo palestino.

“Hemos venido para apoyar a los jóvenes de la intifada en Jerusalén y en Cisjordania, queremos luchar, aunque sea con piedras y molotov”, suelta Samir, decidido a enfrentarse junto con cientos de jóvenes a los soldados israelíes apostados detrás de la valla que bordea la frontera norte entre la Franja de Gaza e Israel.

Nube de gases

En lo alto de la torreta contra la que lanzan los proyectiles asoma el cañón de una ametralladora, pero no se ve a nadie.

De allí proceden las granadas lacrimógenas y las balas. Bajo una lluvia de proyectiles y en medio de una espesa nube de humo blanca, varias personas caen de repente, alcanzadas por una bala o por la inhalación de gases lacrimógenos.

En los enfrentamientos del martes último resultaron heridos 35 gazatíes, según los socorristas palestinos. El viernes y el sábado murieron nueve jóvenes que lanzaban piedras. Y el domingo de madrugada una mujer y su hija de dos años perdieron la vida en un ataque aéreo israelí.

“Hay ambulancias preparadas para trasladar a los heridos”  pero tienen problemas porque “los soldados disparan en todas las direcciones y llueven las granadas lacrimógenas”, explica un socorrista que no quiere dar su nombre.

Además, “los jóvenes bloquearon las carreteras, lo que impide a las ambulancias acercarse a la valla”  y a los heridos. Los socorristas van a buscar a pie a los heridos, y los llevan en camillas.

Generación de la libertad

Un poco más lejos, Suheil transporta a heridos en su moto. A sus 31 años, este profesor de enseñanza secundaria decidió echar una mano después de haber visto un reportaje en televisión sobre la situación de las anbulancias.

“Me entristeció tanto que me dije que tenía que venir con mi amigo para ayudar con el traslado de los heridos”, declaró. “No quiero que nuestros jóvenes mueran por nada; a los que están aquí les mueve la desesperanza y sólo reclaman una vida mejor”.

Pero el peligro no parece intimidarlos. “Sabemos que nuestras piedras no matarán a ningún soldado pero os juro que tiemblan ante nosotros porque somos la generación de la libertad” , asegura uno de ellos, con la cara tapada.

Los policías del movimiento radical palestino Hamás no se mueven del puesto del paso fronterizo con Israel.

¿Cómo podríamos impedir a estos jóvenes gritar su rechazo a la ocupación y su solidaridad con la mezquita Al Aqsa y Cisjordania?”, afirma uno de ellos.

Frustación

La frustración y la desesperación como consecuencia de las altas tasas de pobreza y desempleo, sumados al bloqueo israelí y las restricciones al movimiento de la población, han empujado esta semana a jóvenes palestinos a manifestarse contra soldados israelíes estacionados en la frontera de Gaza.

Husam Doula, de 44 años, aún recuerda la conmoción que le provocó conocer que su hijo Shadi, de 20 años, había muerto en los enfrentamientos del pasado viernes entre decenas de jóvenes palestinos y soldados israelíes junto a la línea divisoria.

“Nunca imaginé que mi hijo sería asesinado un día”, expresa el progenitor, que a duras penas se dice a sí mismo quizá como fútil consuelo que “es la voluntad de Alá, nadie puede cambiarla”.

“Pero cuando pienso seriamente la razón por la que mi hijo fue a la frontera a morir, me doy cuenta de que la frustración fue la única y principal razón para ello”, explica desconsolado.

En las últimas dos semanas la violencia ha vuelto con fuerza a las calles de Cisjordania y Jerusalén Este y no ha tardado en extenderse por suelo palestino hasta alcanzar la Franja de Gaza.

Facultativos del Ministerio de Sanidad en Gaza aseguran que desde el viernes han muerto once personas, incluidos Shadi Doula, y más de 150 resultado heridas por fuego de soldados israelíes durante las refriegas que se iniciaron después de que el líder del movimiento islamista Hamás en Gaza, Ismail Haniye, llamara a los palestinos a ampliar su intifada (alzamiento popular) contra Israel.

“Confirmo que Gaza está tras la lucha por Jerusalén y Al Aqsa, y tras esta bendita intifada”, aseguró a los suyos Haniye, antes de remachar que “la batalla de Jerusalén es la batalla de Gaza y la intifada en Cisjordania es la intifada de nuestro pueblo”.

Pero esas consignas no le dicen nada el padre de Shadi.

“No sé qué decir, he perdido a mi hijo porque estaba frustrado como tantos miles de jóvenes que no tienen un mejor futuro en Gaza”.

Desesperanza

Este reducido enclave, considerado uno de los lugares más poblados del mundo con 1.9 millones de habitantes, dos tercios de los cuales son refugiados, se encuentra bajo bloqueo israelí desde que Hamás tomara violentamente su control en el 2007.

Desde entonces, el bloqueo y la división política interna palestina han convertido la vida de sus habitantes en un tormento.

  • En video vea: “La lucha desesperada de los jóvenes en Gaza”, (Youtube/Afpes).

De acuerdo a informes locales e internacionales, el 40 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, en tanto que el paro ha ascendido a más del 54 por ciento.

Con tres conflictos bélicos desde finales del 2008 a sus espaldas, la población está dividida y confusa sobre si esta ola de enfrentamientos que domina los territorios palestinos es un nuevo alzamiento que acabará con su sufrimiento, o por el contrario, es similar a anteriores intifadas, que sólo han traído más pesar sin que se alcance una solución permanente al conflicto con Israel.

“Sólo queremos saber hacia dónde nos dirigimos exactamente”, dice Said Salman Jalifa, de 54 años y comerciante de la capital, quien no duda en señalar que no sólo “nuestra economía se deteriora y nuestra vida se vuelve más difícil. Tenemos miedo de que los enfrentamientos en Cisjordania conduzcan a una nueva guerra en Gaza”.

En el verano del 2014 Israel lanzó una operación militar a gran escala de 51 días sobre la Franja, que acabó con un alto el fuego gestionado por Egipto, tras causar 2 mil 200 palestinos muertos -73 en el lado israelí- y más de 11 mil heridos, además de una enorme destrucción.

El analista político y profesor retirado de Relaciones Públicas y Comunicación de la Universidad al Zahar, Tala Oukal, duda de que los palestinos caminen hacia una intifada y señala que de momento, “se trata de una poderosa ola de violencia sólo en Cisjordania”.

“La actual escalada de tensión es una reacción a las medidas israelíes en la mezquita de Al Aqsa y en Jerusalén, y la respuesta al asesinato de un pueblo inocente”, apunta antes de subrayar que se avivó “tras el discurso del (presidente palestino) Mahmud Abás ante la Asamblea General de la Onu”.

Israel niega que esté tratando de cambiar el estatus en ese recinto sagrado para musulmanes y judíos acordado con Jordania tras ocupar Jerusalén Este en 1967.

Abás anunció el mes pasado ante el plenario de Naciones Unidas que no se sentía vinculado con los acuerdos alcanzados con Israel en tanto ese país no los respete.

Desde hace cerca de una semana, decenas jóvenes se dirigen a la frontera para manifestarse contra los soldados israelíes a los que arrojan piedras y queman neumáticos, y éstos responden con gases lacrimógenos, balas recauchutadas y en ocasiones con fuego real.

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