La oposición esperaba una movilización masiva en las calles para hacer presión sobre los diputados indecisos, que deberán pronunciarse a favor o en contra del impeachment de la presidenta, reelegida en 2014.
Y estaban llenas.
“El peor escenario”
El dramático fin de semana de Rousseff ya había comenzado mal: el sábado, la gran formación centrista PMDB, pilar imprescindible de la coalición de poder dirigida por el Partido de los Trabajadores (PT) , se dio un plazo de 30 días para decidir si sigue en el gobierno o abandona a su suerte a la presidenta.
Primera fuerza parlamentaria del país, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) está muy dividido entre los miembros a favor de mantener el pacto de gobierno, y una corriente cada vez más numerosa que apoya un divorcio potencialmente fatal para Rousseff.
En su convención, el PMDB reeligió como su líder al vicepresidente de la República, Michel Temer, que sería el encargado de asumir la jefatura del Estado hasta las elecciones de 2018, en el caso de que Rousseff fuera destituida.
“Fue un fin de semana muy malo para el gobierno. Las manifestaciones se mostraron muy poderosas, mayores que en 2015. Es el peor escenario posible” , dijo a la AFP Sergio Praa, politólogo de la Fundación Getulio Vargas de Rio de Janeiro.
“Lo ocurrido va a tener, sin ninguna duda, un impacto real sobre el proceso de impeachment. El precio de apoyar ahora a este gobierno es muy oneroso y los políticos captan eso. Nadie va a querer hundirse junto al PT” , añadió.
Dilma Rousseff vive desde diciembre bajo la amenaza de un juicio político impulsado por la oposición en el Congreso, que acusa a su gobierno de haber maquillado las cuentas públicas en 2014, año de su reelección.
Frenado por el Supremo Tribunal Federal (STF) , el proceso quedó congelado por las vacaciones del verano austral, después por el Carnaval… Aunque este miércoles el organismo debe fijar definitivamente las reglas del procedimiento.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB) , adversario frontal de Rousseff, ya anunció que sólo espera la luz verde de la Corte para retomar las hostilidades.
La presidenta, de su lado, se reunió con los principales miembros de su gobierno en la noche domingo en Brasilia para analizar la situación.
Aunque la batalla no está necesariamente perdida para Rousseff. En especial, porque la oposición no ha encontrado la fórmula para un eventual post-Dilma.
Su líder, Aecio Neves, no es un adepto incondicional a un impeachment que colocara automáticamente al PMDB en el poder hasta 2018.
La carta Lula
La semana pasada, el presidente del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, centro-derecha) prefirió invitar a Rousseff a dimitir, “en un gesto magnánimo, de generosidad por el país” .
Otra opción que beneficiaría a Neves sería que la justicia electoral quebrara el mandato de Dilma Roussef y del vicepresidente Temer por haber financiado presuntamente su campaña de forma ilegal con fondos desviados del fraude a Petrobras.
En cualquiera de los casos, se convocarían elecciones inmediatamente y él partiría como favorito.
Pero el proceso en curso en el Tribunal Superior Electoral (TSE) es todavía más lento, y de resultado aún más incierto, que el de la destitución.
Rousseff, por su parte, afirmó rotundamente el viernes que no tenía “ninguna intención” de renunciar.
La presidenta, sin embargo, sólo tiene una carta para tratar de invertir la situación: su mentor y predecesor Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) , con el que dijo el viernes sería “un gran orgullo” contar en su gobierno.
Exobrero metalúrgico y líder sindical, presidente del milagro socioeconómico brasileño de la década pasada, Lula posee un carisma y un talento político incomparable en Brasil.
Aunque sus recientes problemas judiciales han enturbiado su imagen. Y su entrada en el gobierno, que le protegería de la justicia ordinaria, podría interpretarse como una huída.
Lula, que se plantea ser candidato a la presidencia en 2018, todavía no ha dado su respuesta.
Fin de semana negro
- Vea abajo la GALERÍA de la jornada de protestas en Brasil.
En Brasilia, los activistas levantaron un gigantesco muñeco inflable que se asemejaba a la figura de Lula vestido de presidiario.
La multitud que ocupó la explanada que precede al Congreso vitoreó al juez federal Sergio Moro, cuyos fallos enviaron a la cárcel a varios empresarios y políticos enlodados en el caso Petrobras. Moro se convirtió en el símbolo de la lucha contra la corrupción, un mal que junto al desempleo en alza y a una inflación creciente llevó a Brasil a una espiral de desánimo que alcanzó a la propia coalición de gobierno.
El sábado, el mayor aliado que tiene el PT anunció que evalúa romper la alianza. El centrista PMDB, la mayor fuerza política de Brasil, debatirá durante 30 días si abandona a Rousseff a su suerte o se mantiene dentro del gobierno. Una eventual salida fragilizaría al extremo a la mandataria, que tiene apenas un 11% de apoyo.
“Fue un fin de semana muy malo para el Gobierno. Las manifestaciones se están mostrando muy poderosas, mayores que en 2015 en varias ciudades. Es el peor escenario posible para el Gobierno”, dijo el político Sergio Praa.
“El precio de apoyar ahora a este gobierno es muy oneroso y los políticos captan eso. Nadie va a querer hundirse junto al PT. Tal vez dos o tres partidos pequeños, pero las demás formaciones les están abandonando o piensan seriamente en abandonar. Está clarísimo que con unas manifestaciones tan grandes el riesgo para el gobierno aumenta mucho”, añadió.
- Vea abajo la GALERÍA de la jornada de protestas en Brasil.
El ambiente político se recalentó la semana pasada cuando la fiscalía de Sao Paulo solicitó la prisión preventiva del símbolo y fundador del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), Luiz Inacio Lula da Silva, tras denunciarle por ocultación de patrimonio.
Rousseff no ocultó su preocupación por posibles actos de violencia en las calles.
“Hago un llamamiento para que no haya violencia. Creo que todas las personas tienen derecho a salir a la calle. Ahora, nadie tiene derecho a crear violencia. Nadie. De ningún lado”, afirmó el sábado.
La sombra del impeachment
El sábado, el mayor aliado que tiene el PT en el gobierno anunció que evalúa romper la alianza.
El centrista PMDB, la mayor fuerza política de Brasil, decidió debatir durante 30 días si abandona a Rousseff a su suerte o si se mantiene dentro del gobierno.
- Vea abajo la GALERÍA de la jornada de protestas en Brasil.
La convención del partido al que pertenecen el vicepresidente de la República, Michel Temer, el jefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el del Senado, Renan Calheiros, transcurrió en clima opositor y las marchas podrían impulsar el impeachment mientras se espera que la Corte Suprema descongele el proceso en los próximos días, cuando defina el formato que tendría el juicio político.
En plena tormenta, Rousseff compareció sonriente el viernes y echó mano del carácter glacial que envuelve su biografía: “¿Creen que tengo cara de estar resignada? ¿Creen que tengo genio para resignarme? Yo no estoy resignada ante nada y no tengo esa actitud ante la vida. Cuenten, por lo menos, que no tengo cara de quien va a renunciar”, instó a los periodistas.